Via Crucis

Jesús, compasivo, olvida su dolor, por el dolor de otros.

Cantidad de actos compasivos nos abruman en estos días. Una solidaridad desmedida... y es que la solidaridad no puede existir sin compasión. Es en el deseo de aliviar el dolor de otro donde la compasión hace presencia, y esa presencia se manifiesta en actos de amor solidario.

La actualidad dramática nos hace conectarnos con la compasión, una compasión fácilmente olvidada... y es que en el tiempo del imperio de las redes sociales y de su contenido de diez segundos, tiene difícil la compasión permanecer de forma prolongada, y lo que ayer me conmovió... hoy ya no llama mi atención.

Debemos ser capaces de convivir con la compasión a diario, es necesaria, sin ella, no somos más que meras piedras... piedras que devoran series y películas en plataformas digitales para olvidar el frío que produce haberse convertido en un ser inerte y vivir desconectado en la era de
lo conectado.

Jesús, ni atravesando el mayor de los sufrimientos, desconecta... él no se rinde, su compasión por nosotros demuestra lo mucho que nos ama

What is Via Crucis ?

Jesús, murió crucificado por nosotros/as. Un acto de puro y verdadero amor. ¿Cómo inspirarnos hoy con ello? ¿Cómo vivir este hecho desde la creencia y la fe en un mañana distinto?

Nos tocan tiempos difíciles, nuestras propias cruces pesan demasiado, y las aflicciones personales son a menudo tan dolorosas que preferimos vivir en un mundo desconectado, acelerado, monetario... porque pararnos y pensar en nuestras cruces pesa demasiado... dudamos de poder soportarlo, dudamos incluso de estar acompañados... y eso se torna en un sentimiento insoportable que preferimos esconder y engañarnos haciendo cientos de cosas cada hora, sin
pensar y buscando tener más y más.

Sin embargo, Jesús nos muestra en este tiempo a través de su sacrificio lo acompañados que estamos, nuestros dolores son los suyos y son los de muchos otros, cercanos o lejanos, que desde la empatía, el cuidado, el respeto... en definitiva, desde el amor, viven pesares muy similares, todos tienen sus cruces, todos las tenemos, y es en el amor donde hayamos la verdadera fuerza y valentía para continuar este hermoso camino de la vida, del amor y de la fe.

Su martirio no es el final del camino, uno nuevo comienza con Cristo resucitado. Caminemos pues esperanzados, y que este tiempo que Jesús nos recuerda sirva para seguir inspirándonos y viendo en el amor al prójimo, la salvación nuestra. Porque la vida sólo tiene sentido cuando en el darnos a otro hayamos la razón de nuestra verdadera existencia, tal y como el Señor hizo por nosotros.