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Salmo 23:4.
“Crisis” es la palabra que más escuchamos en este tiempo, estamos en medio de una crisis económica mundial, vemos a nuestro alrededor empresas que cierran, oímos de despidos masivos, del crecimiento de la inflación, de recesión económica, del aumento de la pobreza.
En este contexto muchas familias están pasando verdaderos momentos de prueba y muchos se han preguntado ¿por qué Dios permite que suframos una crisis como esta si somos sus hijos amados? ¿Por qué no hay prosperidad continua? ¿Por qué ha de haber escasez?
La crisis nos pone en alerta, pero lo cierto es que siempre ha habido épocas de crisis y catástrofes naturales, y el creyente siempre ha enfrentado las adversidades confiando en el Señor y en el poder de Su fuerza: Recordemos la sequía en tiempos de José, recordemos a Job, era un hombre rico en lo material y justo delante de Dios, un día el diablo se presentó ante Dios y pidió su permiso para tocar todas sus posesiones, en el mismo día Job perdió a sus criados, murieron sus ovejas, robaron sus camellos, y un viento fuerte derribó la casa en la que estaban sus diez hijos y todos ellos perdieron la vida. ¿Y cómo reaccionó Job ante todo esto? Está escrito en el libro de Job
1:21, esa misma actitud la encontramos en el profeta Habacuc, Habacuc
3:17-19. Quiero recordarte tres principios fundamentales:
- Todo es de Dios, 1 Crónicas 29:11.
- Dios es generoso, que permite que todo lo que es suyo lo podemos llamar “mío”; Mi casa, mi vida, mi dinero, mi trabajo… Dios nos da todas las cosas en abundancia para que la disfrutemos, 1 Timoteo 6:17.
- Dios nos da lo mejor que Él tiene, Romanos 8:32.
Escucha esto: “El potente zarandeo ha comenzado y aventará a cuantos no se levanten con valentía y tenacidad, es ahora cuando se están presentado los movimientos bruscos de la zaranda que separará al trigo de la cizaña, Él quiere una iglesia pura y santa, lo hizo con sus siervos y sus profetas.
Estuve leyendo Malaquías 4:6, la promesa que Dios nos entregó en este tiempo para la restauración de vidas, hogares y descendientes y el Señor me dijo “Mira el versículo anterior” y observé Malaquías 4:5 “He aquí yo envío al profeta Elias…”, en medio de lo que está viviendo el mundo, la iglesia tiene que tomar la decisión de levantarse proféticamente para : Hablar la Palabra de Dios, pero no cualquier palabra, la Palabra que Dios quiere que hablemos con firmeza, con valentía, con entereza, con constancia, compromiso y determinación, ya que el poder de Dios va a ir delante de nosotros abriendo caminos oscuros para traer luz en medio de la oscuridad, por lo tanto tenemos que desechar la palabrería barata y los métodos humanos que no han servido, Dios se encargó de derribar los métodos humanos que colocaron los hombres en medio de Su iglesia, por lo tanto, debes tener:
- Oído Espiritual: Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Es el tiempo de levantar tus oídos y escuchar lo Dios dice, tus oídos deben estar abiertos a lo que Dios está diciendo; Elías abrió los oídos y oyó Palabra de YHWH, porque es tiempo de revelación ya que Dios está en control, es un plan eterno de Dios, no oigas lo que se dice al rededor, oye a Dios. Cuando Elías estuvo en problemas fue cuando dejo de oír a Dios y comenzó a escuchar a Jezabel, hasta tal punto que lo hizo esconderse en una cueva.
- Obediencia: Tenemos que entrar en la obediencia absoluta a la Palabra que el Señor nos ha mandado, “No creo en profetas conflictivos, no creo en profetas desobedientes, no creo en profetas habladores, no creo en profetas que no se someten a la autoridad y generan división”.
- Fe y Propósito: Las respuestas de Dios van a ser ilógicas, espera las respuestas de Dios y no las del hombre. Cree en lo increíble, lo irrazonable y lo ilógico; Dios lo va a hacer, es el tiempo de profetizar. sobre tu vida, tu hogar y tú descendencia y sobre las familias de la tierra, así como Elías lo hizo con la viuda de Sarepta, porque la gente se está muriendo, no del virus sino de las tinieblas que están cubriendo la tierra, y la iglesia tiene que salir de esas tinieblas, salir del caos para ser luz en medio de las tinieblas.
Miremos a Elías y la viuda de Sarepta, 1 Reyes 17:8-24. Esto que sucedió en los tiempos de Elías, está sucediendo en estos tiempos:
El Señor había decretado una larga sequía durante el reinado de Acab, el malvado rey de Israel. Después de que Elías anunció la sequía, Dios lo escondió para protegerlo de Acab y de la malvada Jezabel y lo alimentó milagrosamente haciendo que unos cuervos le llevaran pan y carne. Entonces le dijo: “Levántate, ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y tienes que morar allí. ¡Mira! Ciertamente daré orden allí a una mujer, una viuda, para que te suministre alimento”.
Al llegar a Sarepta, Elías se encontró con una viuda que recogía leña y le pidió un poco de agua y cuando ella iba a buscar el agua, el profeta le pidió un pedazo de pan, ella le responde que no tenía pan preparado y que precisamente estaba recogiendo leña porque en la casa tenía un puñado de harina y un poco de aceite para preparar el pan para ella y para su hijo para comer y luego dejarse morir; aquí aparece el profeta, abriendo su boca para declarar Palabra de Dios y le dijo: No tengas temor, prepara pan para mi primero y luego prepararás para ti y para tu hijo, porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: “La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá”… Y se hizo lo que el profeta declaró, la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó.
Después de esto, el hijo de la viuda cayó enfermo y fue tan grave la enfermedad que no quedó en el niño aliento (síntomas del virus), ella dijo: Has venido a mi para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?, y tomo al hijo y clamó a Jehová… Versos 19-23, observe el verso 24 “Entonces la mujer dijo a Elías; ahora conozco que tu eres varón de Dios, y que la Palabra de Jehová es verdad en tu boca”…