Charlas Pastores Luis Salas y Jeannette Noguera, Iglesia ETP

Deuteronomio 28:23 “Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro”. 

Levítico 26:19-20 “Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce. Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto".

Hoy es un buen día para romper los cielos de bronce de tal manera que Dios abra los cielos y derrame sobre nuestras vidas la lluvia temprana y tardía, lluvias de bendición; pero también que se rompa la tierra de hierro, tierra contaminada por nuestros pecados, maldades e iniquidades que hemos introducido y la tierra se convirtió en tierra de hierro que no produce nada, solo sequedad, ruina, desolación; es tan dura, que hay dolor, amargura; nuestra tierra debe producir mosto (alegría y gozo), trigo (pan, alimento no solo físico sino espiritual), aceite (la unción del Espíritu Santo).

En el libro de Proverbios 26:3 “Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa”, hoy vamos a hablar de las maldiciones que llevamos por causa de nosotros mismos, del pecado, maldad e iniquidad razón por la cual hemos contaminado nuestra propia tierra, nuestras vidas, hogar y familia. Hoy es necesario reconocer que a través de nuestras acciones hemos introducido la maldición, nos hemos convertido en coprofílicos (Consiste en la atracción hacia el oler, saborear, tocar o ver el acto de defecar como un medio de excitación y placer), al pecado, la maldad y la iniquidad.

Romper los cielos de bronce y taladrar la tierra de hierro significa romper el poder de toda fuerza espiritual que se opone a la bendición, esta fuerza espiritual se denomina “maldición”, que impide que la gracia de Dios se manifieste con todo su esplendor y plenitud en nuestra vida y que las bendiciones puedan llegar a nosotros. 

Veamos algunas de las causas espirituales:

  1. Deuteronomio 28:20 “Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado”.
  2. Ancestral: Que viene por maldiciones arrastradas por nuestros ancestros paternos o maternos , en total 30 por encima de nosotros, por seguir costumbres o lineas religiosas tal y como esta escrito en Exodo 20:3-6 “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”.
  3. Muchas entran a una vida por causa de sufrir algún acto muy traumático (choques psicológicos, accidentes, abusos, violencia, enfermedades severas, etc.).
  4. Por palabras maldicientes lanzadas o auto-proferidas de personas de autoridad.
Si queremos romper una maldición, debemos reconocer que hay una situación espiritual con problemas serios que afecta no solamente nuestra propia vida sino también nuestros descendientes. Romper maldiciones es declarar libertad para uno mismo y para nuestros descendientes, necesitamos recibir la libertad, romper las causas y dejar atrás las consecuencias y tener la oportunidad de arreglar las cosas y comenzar de nuevo.

Veamos como se manifiestan:

  1. Las maldiciones se manifiestan en una persona, hogar o familia cuando alguien los envía por medio de brujería, hechicería, decreto, conjuro.
  2. Algunas maldiciones son de corto plazo, esto es que están sujetas a determinados tiempos, acontecimientos o cumplimientos, otras son maldiciones de largo plazo o perpetuas, algunas duran hasta que la persona muere, pueden ser maldiciones generacionales que se transmiten de generación en generación dentro de los miembros de una misma familia. 
Existen dos tipos de rompimiento que debemos de experimentar en nuestra vida, para que el Espíritu Santo  haga en nosotros lo que el desea hacer.

  1. Romper los cielos de bronce y taladrar la tierra de hierro: Romper el poder de toda maldición existente, presente o ancestral, que impide que la gracia de Dios se manifieste con todo su esplendor y plenitud en nuestra vida y que las oportunidades puedan llegar a nosotros y que la circunstancias adversas que nos rodean cercenen nuestras esperanzas y nuestras promesas. Cristo rompió toda maldición en la cruz del calvario: Gálatas 3:13.
  2. Otro rompimiento es el que se evidencia en nuestro interior, en las estructuras mentales que tenemos dentro y en la condición de nuestro corazón, para llegar a este rompimiento, tenemos que humillarnos en la poderosa mano de Dios. El ego, el yo, siempre quiere elevarse sobre los planes y propósitos de Dios y es un obstáculo para que seamos bendecidos y lleguemos al propósito que Dios tiene para nuestra vida, hogar y familia en la tierra. A este rompimiento le llamamos quebrantamiento. Necesitamos ser quebrantados para que la simiente espiritual pueda renacer en nosotros. Es a lo que se refirió Jesus, en Juan 12:24: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.  Entonces el Espíritu Santo a través de su palabra tiene que penetrar y romper, tal y como dice en Hebreos 4:12: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.
En la Biblia hay ejemplos claros de manifestaciones de “Cielos de Bronce y Tierra de Hierro” en el Pueblo de Israel:

La sequía en los tiempos de el profeta Elías: Elías vivió en tiempos muy peligrosos, cuando Israel estaba en casi completa apostasía, bajo el reinado del rey Acab, uno de los peores reyes que la nación tuvo en toda su historia. Acab, que era hijo de Omri, hizo peores cosas que su padre y los reyes del pasado; e incluso se casó con Jezabel, que adoraba a Baal. La pareja levantó altares para los dioses falsos y mató a los profetas de Dios. No tenían respeto por Dios. Por eso, Elías le determinó a Acab que una gran sequía vendría.

Dada la maldad que imperaba, promovida por Jezabel, la reina, y auspiciada por el rey Acab, Dios tuvo que enviar a Su profeta para que anunciase y declarase Su juicio. Antes de pasar al juicio, veamos la causa:

  • 1º Reyes 16: 30-33: Aquí vemos que una de las causas la cual Dios más aborrece  se llama es la idolatría. Además del culto a Baal y Astarot diosa femenina Cananea de la fertilidad. Dios condena ese culto tildándolo de adulterio.
  • 1º Reyes 17:1: Cuando existe sequía espiritual, esta también va acompañada de sequía en lo natural. Con esa sequía en lo natural (ausencia de lluvias y rocío), Dios estaba queriendo hacer entender a Israel que estaba carente de vida espiritual a causa de su apostasía.El fin de la sequía
En el tercer año de sequía, Dios habló con Elías que daría lluvia a Israel y que deseaba restituir a Su pueblo. Elías desafió a los 450 profetas de Baal y los 400 de Asera en el Monte Carmelo, mostrando que Dios era vivo y poderoso. Al ver las llamas consumiendo el sacrificio, los israelitas adoraron a Dios, Elias le declaró al pueblo de Israel: “Hasta cuando claudicaréis entre dos pensamientos…”, 1º Reyes 18:21”. Por fin, después de esto, una fuerte lluvia cayó sobre la Tierra. “Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel“ 1 Reyes 18:45.

La sequía en los tiempos del rey David: 2ª de Samuel 21:1: “Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas”. David estaba preocupado después de tres años de hambre, antes no lo veía como un caso espiritual, la palabra dice que: “David consultó a Jehová”. En los días de Josué – más de 400 años antes del tiempo de David – Israel juró no herir a los Gabaonitas, una tribu vecina (Josué 9). Dios esperaba que Israel cumpliera la promesa, a pesar de que los Gabaonitas engañaron a Israel para llegar a este acuerdo. El crimen de Saúl no solo fue matar a los Gabaonitas sino también romper este antiguo e importante compromiso: Hombres y mujeres que han hecho compromisos con sus vidas, con sus hijos, con sus cónyuges y con Dios y no han cumplido, se han pasado por la faja los compromisos: Dios espera que cumplamos nuestras promesas ya que el tiempo no disminuye nuestra responsabilidad con lo que hemos prometido.

En 2ª de Samuel 21:14b, La hambruna termina. “E hicieron todo lo que el rey había mandado. Y Dios fue propicio a la tierra después de esto”.


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