Charlas Pastores Luis Salas y Jeannette Noguera, Iglesia ETP

Un legado es el aporte espiritual y emocional, que es traspasado de padres a hijos, sea este positivo o negativo.

La Herencia son los bienes materiales, dinero, propiedades que dejamos a nuestras generaciones siguientes.

Mientras que la herencia es netamente física, el legado se transmite por medio de vivencias diarias con el cual impactamos las vidas de nuestros descendientes sea buena o sea mala. Un buen legado prepara a los hijos para la vida adulta y les muestra el camino a recorrer, el problema radica en todo lo que hemos vivido desde el momento mismo de su concepción.

Todos tenemos una historia que contar; algunos contarán historias funestas que vivieron desde el mismo momento que fueron engendrados tales como la violencia que vivieron al interior de su familia, insultos, maledicencia, muchos escucharon como rompían puertas, sintieron los golpes asestados y muchos no quieren repetir los patrones emocionales, físicos, sexuales, económicos y espirituales.

Los psicólogos, los científicos y los médicos genetístas opinan acerca de la teoría que como somos, la manera como nos comportamos está determinado por nuestros genes, es decir que si el carácter de tu papá o de tu mamá era malsano, entonces vas a heredarlo; otros dicen que lo que influencia en nuestro comportamiento y en nuestro carácter se determina por el entorno donde vivimos; si nosotros creemos en estas teorías y aunque científicamente está comprobado entonces vamos a estar sumidos en una teoría estática, no modificable de nuestra vida, estaríamos condenados a repetir patrones y definitivamente nuestra vida no puede ser cambiada y lo peor de todo es que esto está ocurriendo al interior de muchas vidas; estamos repitiendo historias y vemos como en nuestros hijos está ocurriendo lo mismo.

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Gálatas 3:29.

Un legado es el aporte espiritual y emocional, que es traspasado de padres a hijos, sea este positivo o negativo. 

La Herencia son los bienes materiales, dinero, propiedades que dejamos a nuestras generaciones siguientes.

Mientras que la herencia es netamente física, el legado se transmite por medio de vivencias diarias con el cual impactamos las vidas de nuestros descendientes sea buena o sea mala. Un buen legado prepara a los hijos para la vida adulta y les muestra el camino a recorrer, el problema radica en todo lo que hemos vivido desde el momento mismo de su concepción.

Todos tenemos una historia que contar; algunos contarán historias funestas que vivieron desde el mismo momento que fueron engendrados tales como la violencia que vivieron al interior de su familia, insultos, maledicencia, muchos escucharon como rompían puertas, sintieron los golpes asestados y muchos no quieren repetir los patrones emocionales, físicos, sexuales, económicos y espirituales.

Los psicólogos, los científicos y los médicos genetístas opinan acerca de la teoría que como somos, la manera como nos comportamos está determinado por nuestros genes, es decir que si el carácter de tu papá o de tu mamá era malsano, entonces vas a heredarlo; otros dicen que lo que influencia en nuestro comportamiento y en nuestro carácter se determina por el entorno donde vivimos; si nosotros creemos en estas teorías y aunque científicamente está comprobado entonces vamos a estar sumidos en una teoría estática, no modificable de nuestra vida, estaríamos condenados a repetir patrones y definitivamente nuestra vida no puede ser cambiada y lo peor de todo es que esto está ocurriendo al interior de muchas vidas; estamos repitiendo historias y vemos como en nuestros hijos está ocurriendo lo mismo.

Si yo hubiera creído en estas teorías mi vida y la de mi familia hubiese sido un completo desastre porque yo vivi en un entorno hostil.

Hay un relato en la Biblia que se encuentra en el libro de Lucas 13:11, aquí habla de una mujer encorvada, dice que desde hacía 18 años tenia un espíritu de enfermedad y andaba encorvada, tal vez por su problema emocional, por sus odios, rencores, amargura, llegó a padecer artritis, artrosis, problemas en los huesos que torcieron su cuerpo físico, pero la peor curvatura la vivía en su interior; una mujer que vivió muchos traumas desde el momento mismo que fue engendrada; rechazo, violaciones, maledicencia, maltrato físico, emocional, sexual o tal vez vivió momentos angustiantes al interior de su hogar como el abandono; una mujer con grandes cicatrices de heridas aún no sanadas que determinan en el presente su carácter, su aspecto físico e incluso han llegado a afectar su economía y su vida espiritual… “árbol que nace torcido, nunca su tronco endereza”.

Cuando nos vemos torcidos, en vez de sacarlo a la luz delante de Dios lo que hacemos es encerrarnos herméticamente para protegernos y bloqueamos nuestras emociones y nuestros sentimientos. Venimos a Dios para que el toque simplemente nuestra superficie, porque nuestra vida esta sumida en prisiones que no permitimos que Dios entre al interior de nuestras vidas ya que llevamos años con asuntos sin resolver y nos encontramos allí, atascados, sin poder avanzar en la vida, viendo como repetimos historias.

La noticia es que aunque el ADN físico, emocional y espiritual es inmodificable, que aunque las vivencias desde el momento mismo que fuimos engendrados marcaron nuestro presente y nuestro futuro, Dios es el mas grande sanador por excelencia, así como sucedió con la mujer encorvada; después de 18 años el Señor extendió su mano Lucas 13:12-13, e inmediatamente se enderezó.

Así los científicos, lo psicólogos, los genetístas digan que tenemos que resignarnos a vivir lo que vivieron nuestros tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres, nosotros creemos en el poder de Dios que transforma, Él puede cambiar y transformar nuestra linea sanguínea, nuestro ADN espiritual, emocional, económico, sexual y físico.

El poder de Dios es el que destruye lo que el enemigo hizo desde el momento mismo que fuimos engendrados, el cual tergiversó nuestro presente y nuestro futuro.

Dios quiere que a partir de ti se pueda producir un cambio generacional que afecte positivamente a nuestros descendiente y nuestras futuras generaciones.

  1. Escuche el llamado de Dios y sea obediente: La bendición descansa sobre un corazón dispuesto a escuchar, a tener fe en la palabra de Dios y a dejarlo todo por seguir el camino que marcará su familia de generación en generación.
  2. Defina su identidad en Dios. Sea lo que Dios dice que es… Reconozca que su genética viene de Abraham porque somos los hijos de la fe, descendientes de la cruz de Cristo y por lo tanto, somos herederos de la bendición que se originó en Abraham. Somos los hijos de la Fe, hemos creído en nuestro Señor Jesucristo. Ya no te llamarás lo que dicen los demás que eres, ya no será tu nombre el que te descalificaba, ahora eres el que Dios dice que eres. 
  3. Sane el dolor del pasado. No podemos heredar un buen legado a las futuras generaciones a partir del legado de dolor que heredamos de generaciones pasadas. Por esto, siga las siguientes recomendaciones: Corte la herencia de dolor que ha impactado a su familia en el pasado. Pase lo bueno que ha recibido de las generaciones anteriores, y ayude a su familia a subir a un nuevo nivel. Suelte el pasado, perdone los errores de los padres, y proyéctese hacia el futuro. Si usted no permite que su pasado sea sanado, y no deja ir los errores del pasado, usted vivirá como esclavo del pasado. 
  4. Haga que nazca una nueva historia en su vida, en su familia y en su descendencia. Sea el Abraham de su familia; el primero en hacerlo diferente. Alguien tiene que levantarse a escuchar el llamado y recibir la promesa; ese es usted. Alguien debe ser el Abraham que dice: “el dolor ya no impactará la siguiente generación”. Tome una promesa de Dios que le proyecte hacia el futuro y hágala conocer a sus familia y sus descendientes. La promesa determina el destino. Tenga una promesa en su corazón que marque la vida de los suyos. Proyecte a su familia hacia el futuro. Cuénteles lo que Dios hará, los planes que Dios tiene, y que ha prometido. Ha sido llamado a determinar el destino de su familia. 
Job 11:13-19: Una vez saquemos el aguijón, una vez vayamos a la raíz, la sanidad viene.

Salmos 30:5: Cuando nos colocamos delante de Dios y arreglamos todo, Dios viene y nos sana.

Ezequiel 16:6-14: Palabra profética para la iglesia.


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