“Cuando tú eres terrorista, te vamos a acabar. Aquí no hay discusión, no hay diálogo, no hay oportunidad”, afirmó Otero, subrayando la determinación estratégica que, a su juicio, guía la actual respuesta estadounidense.
Del narcotráfico al narco-terrorismo: ¿qué cambia?
El analista explicó la diferencia práctica que, a su juicio, justifica la ruptura de la línea tradicional entre crimen económico y amenaza terrorista:
- Intencionalidad política y social: las organizaciones que no solo trafican sino que planifican la “penetración” y la erosión de sectores sociales son tratadas como actores con intencionalidad política y estratégica.
- Escala y profesionalización: estructuras con logísticas, financiación y objetivos políticos que trascienden el puro beneficio económico.
- Respuesta militar-política: cuando un actor es catalogado como terrorista, la gama de respuestas que se consideran legítimas por parte de Washington se amplía —en opinión de Otero— hacia medidas de eliminación o neutralización directa, bajo una política de “no negociación”.
Sobre el despliegue del USS Gerald R. Ford y su grupo de combate frente a áreas de interés en la región, Otero enfatizó el carácter disuasorio y operativo de esa presencia naval. Explicó que un portaaviones no es solo una plataforma aérea sino un centro de capacidades —aviones, barcos de escolta, submarinos, logística y apoyo médico— que envía un mensaje político contundente: la capacidad de reacción y de proyección es inmediata y vasta.