Charlas Pastores Luis Salas y Jeannette Noguera, Iglesia ETP

Lucas 10:34 “y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él”.

Muchos de nosotros hemos pasado por tragedias, deshonras, abusos, traiciones, maltratos, que causaron heridas emocionales, traumas, dolor; heridas emocionales que son incluso mas fuertes que las heridas físicas. Todas estas heridas son causadas por nuestro próximo, el mas cercano.

Estamos viviendo en un mundo cargado de violencia y estamos enfrentando lo que hoy se denomina “soledad agresiva”, “tendencia a rechazar, a desconfiar, a insultar, a maltratar y se magnifica a través de las redes sociales”, nos estamos individualizando hasta tal punto que se ha convertido en una tendencia a actuar por encima de todos los demás, que todo lo que importa es aquello que yo quiero, aquello que yo necesito sin importar los demás. 

Estamos en medio de una generación con “autonomía extrema” que basa sus principios en una independencia moral con pensamientos, sentimientos y voluntad propia, es el reinado de la opinión personal; “Yo opino, yo considero y lo que opino y considero bueno eso hago, sin reglas ni fundamentos”, estamos viviendo lo que está escrito en Isaías 5:20 “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”; pero hay una realidad y es que hemos sido creados para vivir en comunidad con otras personas.

Hoy quiero referirme a lo que está escrito en Lucas 10:25-37, una parábola que Jesús refirió para poder responder la pregunta del interprete de la ley: ¿Y quién es mi prójimo?.

Desde el verso 30 en adelante, Jesús narra que un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó, éste fue emboscado por unos ladrones, los cuales le despojaron, le causaron heridas y lo dejaron medio muerto.

La Palabra dice que el enemigo vino para robar, matar, y destruir, y fue exactamente lo que ocurrió; esto nos enseña que las heridas emocionales no te matan, las heridas emocionales te dejan medio muerto.

Todo comienza cuando un interprete de la ley pregunto al Señor, v25, ¿Haciendo que cosa heredaré la vida eterna?, el Señor le responde, v26, ¿Que está escrito en la ley? ¿Como lees?; este interprete de la ley en pleno conocimiento del tema enumera dos pasajes bíblicos: Deuteronomio 6:5 “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” y  Levítico 19:18 “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová”. Jesús le dijo, v28, “Bien has respondido; haz esto y vivirás”; Jesús no deja las cosas teóricas, Él va a la práctica y responde “Haz esto, y vivirás”.

El interprete de la ley queriendo justificarse a si mismo, dijo a Jesús, v29, “¿Y quien es mi prójimo? Esta historia llama mucho la atención debido a que ocurrieron eventos en los cuales ni la religión, ni el religioso te salva:

  • Pasó el sacerdote y no supo quien era su prójimo. 
  • Pasó el levita y no supo quien era su prójimo.
Pasó cierto samaritano (de Samaria, mezcla de Asirios con Judíos), un enemigo de los judíos, el cual representó todos los valores de amor y misericordia, un samaritano compasivo con un judío; algo inexplicable, pero que responde al valor que el señor está demandando de nosotros: Una acción inexplicable. 

  • El samaritano rechazado y excluido viene a ser incluido en la categoría de prójimo.
  • El prójimo es definido como uno que da misericordia en vez de recibir misericordia.
Yo me convierto en  “el prójimo” cuando muestro misericordia, mi prójimo no es simplemente el que está en necesidad, sino es el que da misericordia y muestra compasión, esa es la razón por la cual Jesús le pregunta, V36: ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.

Nosotros estamos viviendo situaciones de odios, rencores, falta de perdón, podemos reconocer quiénes son nuestros, y quienes no, pero el señor nos manda en su palabra de una manera absolutamente clara, que podemos reconocer quién es nuestro prójimo sin mirar si pertenece o no a nuestro sistema de creencia; La Falta de Perdón es uno de los problemas más grandes entre los creyentes. El esposo (o esposa) que dice que perdonó, pero en la primera discusión saca los trapos sucios. El resentimiento entre esposos que trae como consecuencia división, disensión, peleas, contiendas. Los resentimientos entre padres e hijos o viceversa que traen maldiciones generaciones, hoy es un día para reconciliarnos con Dios y con nuestro prójimo.

DIOS es un Dios PERDONADOR, El Señor nos muestra que es exactamente lo que hizo por cada uno de NOSOTROS en la Cruz del Calvario: Toda deuda fue cancelada.

Por tal razón la identidad de prójimo la asumo yo, y la llevo en el camino de tal manera que yo vengo a hacer el prójimo aún de aquellos que aparentemente no deben recibir misericordia: El maltratador, el violento, el violador, el que te deshonró, en fin, el que ningún beneficio tiene que recibir de mi parte. 

El samaritano no sabía nada de aquel hombre que había sido asaltado, sin embargo, lo alzó, lo cubrió con vendas, colocó sobre él vino y aceite para suavizar sus heridas y lo llevó al mesonero para que lo cuidara y ademas de esto, pagó toda la deuda. 

Es urgente perdonar, sanar, restaurar y restituir, ya que el señor nos enseña que debemos tener la capacidad de identificar a nuestro prójimo y de identificarte como “el prójimo”. Jesús sólo le dijo al intérprete de la ley, ve y haz tú lo mismo, no cambió el mandamiento descrito en la ley. 

Todos tenemos relaciones emocionales, familiares, religiosas, sociales, laborales, lo que el señor nos enseña es que debemos trascender más allá de todas esas relaciones. El reconocimiento de mi prójimo es un asunto espiritual y por lo tanto debemos proceder en el espíritu. Esa persona a la vera del camino soy yo muerto en mis delitos, en mis pecados y la religión pasó de largo porque la religión no puede resolver el problema, el levita pasó de largo porque el religioso no puede hacer nada por mí, pero Jesús es el samaritano, porque Jesús tuvo compasión de mí y me tomó y me levantó y sanó mis heridas, pagó por mi salvación y por mi sanidad, por mi restauración y por mi restitución. 

Si nosotros hemos vivido esa gracia de Dios, entonces tenemos que hacer lo mismo, los cristianos somos los samaritanos de esta generación, porque si recibimos de gracia daremos de gracia, por tal razón:

  1. Necesitamos la presencia de Dios.
  2. Necesitamos ser vendados para borrar la memoria de las heridas.
  3. El aceite representa el Espíritu Santo. Santiago 5:13-14 “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor”. 
  4. El vino es el Gozo, la alegría, “El gozo del señor es nuestra fuerza”. 
  5. “Huye del lugar donde te hirieron”: Trabajo, relación, etc.
  6. Busca el lugar donde está la presencia de Dios, esto te garantiza el poder recibir la sanidad que tanto necesitas. 

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