2 Timoteo
3:13 “Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados”.
Al principio el hombre, un ser tripartito era una sola unidad, con la caída de hombre se rompe la unidad y comienza a desarrollar su carácter con base en sus emociones, sus sentimientos y su conocimiento. De todo lo que el hombre recibe a través de sus vivencias y sus experiencias en todas las áreas de su vida, lo aleja cada vez más y más del carácter de Dios.
Uno de las consecuencias de alejarse cada vez más del carácter de Dios es el impregnarse del carácter malsano o comúnmente llamado “Mal genio”, a menudo pensamos que el mal genio es una explosión, algo que estalla hacia afuera y arrasa con todo a su paso. Pero la realidad es más profunda y dolorosa: el mal genio es, ante todo, una implosión. El daño real comienza adentro, devastando el alma de la persona iracunda mucho antes de que toque a los demás. La primera víctima de la ira siempre somos nosotros mismos.
Para entender esto, imaginemos la figura de un caballo. El maestro de sabiduría lo ilustra perfectamente en Proverbios
29:11 “El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio la reprime”, esa «rienda» es la conexión vital entre el jinete y el caballo; si se suelta, el animal pierde el freno, se desboca y corre sin dirección. Aunque hoy en día está de moda decir que no debemos reprimir nada y que debemos ser libres como caballos salvajes, la verdad es que un caballo indómito solo sirve para verlo de lejos en una fotografía. Tenerlo cerca es peligroso.
Cuando perdemos el freno, empezamos a soltar palabras hirientes desde lo más profundo del ser., es una situación trágica que la Biblia describe en Proverbios 29:20: “¿Ves a un hombre precipitado en sus palabras? Más esperanza hay para el necio que para él”. Así que, cuando vemos a alguien estallar por situaciones pequeñas como… (coloca un ejemplo cotidiano: Perder su lugar en la fila del cajero, alguien que le atraviese el carro, etc) debemos preguntarnos cuánto dolor y amargura hay acumulado en el interior de la persona. Esas palabras hirientes no son culpa de las circunstancias, sino de un corazón que ha perdido la rienda.
El desafío es grande porque no estamos solos; vivimos en una sociedad de gente que agita el ambiente. Lo dice Proverbios 29:8: “Los provocadores agitan la ciudad, pero los sabios se alejan de la ira”. Nuestras ciudades parecen estar en llamas, llenas de gente que avanza a gritos y empujones, como si esa fuera la única manera de sobrevivir. Es fácil pensar que debemos unirnos a ellos, ya que si no gritamos también, nos aplastarán.
Sin embargo, hay una advertencia muy clara sobre con quién nos juntamos, Proverbios 22:24-25 dice: “No te asocies con el hombre iracundo, ni andes con el hombre violento, no sea que aprendas sus maneras y tiendas lazos para ti mismo”, si caminamos con los violentos, terminaremos aprendiendo sus mañas y quedaremos atrapados en su misma red de amargura.
En lugar de eso, la verdadera sabiduría está en mirar el ejemplo de Jesucristo. Él conoce perfectamente la presión de esta sociedad que nos agita, y vino precisamente para ofrecernos un intercambio, Mateo 11:29: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”.
El apóstol Pablo entendió esto perfectamente, estando prisionero, y sabiendo que el carácter se prueba en la dificultad, nos dejó este consejo vital en Filipenses 2:5: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Esa es la meta final: no dejar que la sociedad dicte nuestras reacciones, sino permitir que el carácter de Cristo tome las riendas de nuestra vida.
El Carácter de Cristo es el fin último de todo cristiano. Es el punto máximo en el crecimiento espiritual, por lo tanto desarrollar el carácter de Cristo es la tarea más importante de la vida, cristiana, es la única cosa que nos va a identificar con El en todo momento y en todo lugar, Jesús lo dejó bien claro en el sermón del monte, Mateo 5:3-11, en que la recompensa eterna en el Cielo estará basada en el carácter que desarrollamos y demostramos aquí en la tierra, por tal razón, el objetivo de toda nuestra enseñanza no es llenar al pueblo de Dios de información y conocimiento sino el cambiar vidas.
El carácter nunca se construye en un salón de clases o en el salón de la iglesia, el carácter se construye en la vida diaria, cuando entendemos cómo Dios anhela desarrollar nuestro carácter y el de nuestra familia a Su imagen y semejanza, el desarrollo del carácter siempre involucra una decisión, cuando tomamos la decisión correcta, nuestro carácter crece más como el de Cristo.
Observemos Gálatas 5:22-23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. El fruto del Espíritu es una imagen perfecta de Cristo, Él encarnó las nueve cualidades. Si vas a desarrollar el carácter de Cristo, debes tener estas cualidades en tu vida.
Romanos 8:29-30 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó”. El término carácter viene de la palabra griega “charazo” y se refiere a lo que esta esculpido en piedra o en acero y que le da una determinada forma de ser a aquello en lo que está grabado. El carácter es lo que uno es, no lo que aparenta ser, o los demás creen que es.
¿Como podemos conocer Su carácter?, El conocimiento teórico se convierte en algo espurio, superficial, por tal motivo es necesario tener una experiencia personal e intima con Dios, cuando te conviertes a él, cuando le entregas tu vida a Él y comienzas a tener una relación espiritual, esa relación a la cual hemos llamado #CotidianidadConÉl, es la mejor manera de llegar a conocer Su carácter.
Observemos los atributos que describen a Dios: Es espíritu, invisible, inmutable, omnisciente, lleno de sabiduría, veraz, fiel, bondadoso, misericordioso, lleno de amor, santo, justo, celoso, tardo para la ira, su voluntad en medio de aquel que lo anhela, omnipotente, perfecto, hermoso.
La Biblia dice que Dios es espíritu, Juan
4:24 “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”, por lo tanto llegar a conocer a Dios es más difícil que llegar a conocer a un ser humano, así que si todavía estamos en duda sobre el carácter de Dios, podemos fijarnos en la vida de Jesús. Cuando sabemos quien es Jesús, sabemos cómo es Dios.
- Es digno de confianza. Si llegamos a conocer quién es Dios, no necesitamos tener miedo de que él será diferente mañana, Hebreos 13:8 lo describe como el principio y el fin, el Alfa y la Omega y se resume como “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”.
- Es amor, 1ª Juan 4:8. Jesús es la encarnación perfecta del amor de Su Padre. Porque fue Dios quien dio a su Hijo único, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna, Juan 3:16.
- Es justo. “Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad, justo y recto es él”, Deuteronomio 32:4. Él ama la verdad y la justicia, y odia la mentira y la injusticia.
- Es santo. Isaías 6:3 dice: “Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria! “.
- Es misericordioso. Éxodo 34:6-7 “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. Aquí vemos todos los aspectos del carácter de Dios.
Ya vimos como es Dios, imitarlo es imposible, por esta razón debemos ser llenos de Él, de todo lo que Él es, ahora vamos a aprender de lo que está lleno el carácter malsano del hombre, si algo de esto te identifica, entonces necesitas que Dios actúe en tu vida, ahora bien, con esto no podemos declarar que las personas que tienen mal carácter necesariamente adquieren estas “cualidades” en su carácter, pero sería bueno examinarnos…
- El orgullo. El orgullo es el resultado del alto concepto que tenemos de nosotros mismos y se manifiesta por una sobre valoración de nosotros a la vez que menospreciamos a los demás. El Señor Jesucristo nos enseña a ser mansos y humildes como Él. Mateo 11:29 “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”, Salmo 138:6 “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos”, Proverbios 6:16-19 “Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”.
- La falta de integridad. La falta de integridad es notoria en algunos pues rápidamente demuestra que mienten, engañan, hacen trampa, no son honestos, roban, codician, traicionan, etc. Algunos sin embargo dan la apariencia de ser íntegros pero en su mente y en su corazón hay engaño, falsedad, hipocresía, odio, rencor, amargura, resentimiento, orgullo, irresponsabilidad, etc.
- El egoísmo. El diccionario define el término egoísmo como el excesivo amor a si mismo, el egoísmo nos hace pensar solo en nosotros mismos: que tendremos, que ganaremos, que nos darán, que disfrutaremos. Contrario al amor de Cristo que se enfoco en nuestras necesidades y se esforzó al máximo por satisfacerlo; y ahora nos invita a que nosotros hagamos lo mismo.
- La indolencia. El término indolente hace referencia a una persona que no quiere esforzarse en el cumplimiento de una tarea, para evitar el dolor. Una persona indolente es perezosa y no hace las cosas con excelencia por evitar el esfuerzo. Generalmente quiere ocuparse de lo más fácil, de lo mas cómodo. Se aplica también a una persona que no se afecta o conmueve por el dolor ajeno. Es insensible a las necesidades de los demás. Una persona indolente generalmente no se supera porque se vuelve conformista. No está dispuesta a pagar el precio de sacrificio que demanda su superación.
- La irresponsabilidad. La irresponsabilidad se manifiesta cuando una persona no quiere asumir compromisos, se aplica también a aquellos que no cumplen con lo que prometen y a los que toman decisiones a la ligera sin meditar en lo que hacen.
- El temor. La Biblia dice que el temor del hombre pone lazo, provoca ataduras que no dejan avanzar a la persona. El temor es muchas veces producto de una mala relación con Dios, de falta de fe y confianza en Dios.
- La falta de perdón. Guardar resentimientos, rencores, amarguras y odio es propio de personas inmaduras que no han crecido emocional y espiritualmente. Todos hemos sido heridos y lastimado por alguien y si no perdonamos, nuestro espíritu y nuestra alma se marchita y perderemos el gozo de la salvación. El Señor nos ordena que perdonemos de la manera en que el perdonó a los que le hicieron daño. Lucas 23:34 “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes”, Colosenses 3:13 “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. El perdón no es una emoción, es una decisión. Perdonar es una orden que debemos obedecer queramos o no. Por eso es que podemos amar a nuestros enemigos. Mateo 5:44 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.
- La inconstancia, la preocupación, la ira.
Como podemos moldear el carácter:
- Reconocer cuales son las aéreas en nuestra vida que no se ajustan al modelo de Dios.
- Estar dispuestos a renunciar a lo que no es conforme a la voluntad de Dios.
- Pedirle perdón a Dios por no ser como el quiere y pedirle ayuda para cambiar.