Charlas Iglesia ETP | Pastores Luis Salas y Jeannette Noguera, Iglesia ETP

Ezequiel 37:13 “Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío”.

Tenemos que empezar a llevar una vida consagrada a Dios, una vida que no busca satisfacción propia mediante un estilo de vida pecaminoso, sino que se ha entregado a Dios y a Su voluntad; no es una vida perfecta, es una vida santificada, apartada y rendida a Dios.

Para iniciar debemos preguntarnos: ¿Cómo espero yo que mi vida y la de mi familia camine por sendas correctas, que tenga un buen futuro, que tenga un buen final, que mis generaciones sean sanadas; sino comienzo por mi?. 

Dios primero llama a un individuo y comienza una obra transformadora en él, así que, comienza por ti, adquiere un compromiso serio, conságrate a Dios y luego Él lo hará con tu familia.

En la Biblia encontramos varios ejemplos de personas que fueron llamados por Dios, para cumplir diferentes misiones. En tres de esos casos hay algo que es común, ante el llamado, esas tres personas optaron por presentar excusas ante Dios, con el fin de no cumplir la misión.

El primero de esos llamados, es el llamado de Dios a Moisés, que encontramos en Éxodo capítulos 3 y 4. Moisés había sido salvado milagrosamente de las aguas, adoptado como hijo por la hija del Faraón de Egipto. Fue educado allí, con todos los beneficios propios de su condición, pero bajo la tutoría directa de su propia madre y hermana. Luego de un episodio triste en el cual dio muerte a un egipcio que golpeaba a un hebreo, tuvo que huir al desierto, para luego emparentarse con Jetro, al casarse con su hija Séfora.

Estando en ese desierto de Madián, mientras cuidaba los rebaños de su suegro, «Éxodo 3», tuvo una extraordinaria visión, un encuentro con Dios, en medio del cual recibe su llamamiento para liderar la liberación de su pueblo esclavizado en Egipto. El llamamiento es claro, la tarea a ejecutar es clara, la misión es una sola. Pero Moisés empieza a argumentar ante Dios múltiples razones que él considera son obstáculos para cumplir con el llamado de Dios.

A partir de Éxodo 3:11 y hasta Éxodo 4:13, Moisés usa una y otra y otra excusa para no cumplir la tarea encomendada por Dios. Cosas como, por ejemplo: «No me creerán»; «Quién soy yo»; «no soy hombre de fácil palabra» etc, etc, etc. Moisés, al igual que muchos de nosotros, buscamos en nuestro ser “debilidades”, “falencias”, “limitaciones”, o planteamos que otros están mejor preparados para esa misión, «que quizá no estamos listos todavía»; estoy seguro que Dios nunca llamará a una persona a cumplir una tarea, que le deje en ridículo a Él mismo. Cuando recibes un llamado de Dios a servir en su obra, no pienses quién eres, o qué tienes, piensa que si Él te llama es porque Él conoce tus fortalezas y tus debilidades, Él no se equivoca al asignar una tarea.

El segundo llamado es el del profeta Jeremías; Este relato lo encontramos en Jeremías 1:1-19. Jeremías era hijo de Hilcias, uno de los sacerdotes en Anatot. Una de las particularidades de este llamado, es que Dios le dice al profeta en Jeremías 1:5, que Él lo conocía desde el vientre materno, esto hace que sea un llamado pre-establecido; desde su nacimiento ya Jeremías había sido escogido por Dios, por lo tanto Dios no se equivoca al llamar a una persona. Dios no sólo lo había llamado desde el vientre materno, sino que también lo había santificado desde su nacimiento.

¿Cuál fue la actitud de Jeremías ante el llamado de Dios? muy similar a la de Moisés, se mira a sí mismo, analiza sus condiciones, evalúa el llamado y la dimensión de la tarea, pensando en él y no en quién lo estaba llamando y comisionando. En Jeremías 1:6 dice “Señor Jehová, he aquí no sé hablar, porque soy niño”. En realidad, el profeta Jeremías era ya un hombre, desde el punto de vista físico y emocional, por lo que aquí evidencia, es la manera cómo se sentía, ante la magnitud de la misión.

Dios le dijo tres cosas importantes: «No digas soy un niño» «no temas» y «estoy contigo para librarte»… Luego con su mano toca la boca del profeta Jeremías y dice: «He puesto mis palabras en tu boca», por lo tanto, no debemos angustiarnos pensando qué diremos, en su tiempo, Dios pondrá palabras adecuadas y pertinentes en nuestra boca.

El tercer relato es el llamado del profeta Jonás, lo encontramos en el libro de Jonás, en los primeros versículos del capítulo 1. Jonás era hijo de Amitai y recibió un llamado de parte de Dios, con un mensaje muy claro y una dirección clara. Debía ir a Nínive, pregonar contra ella el juicio, a causa de la maldad de ese pueblo.

¿Cuál fue la actitud de Jonás? Bueno, a diferencia de los anteriores llamados, él no argumenta contra Dios, ni le presenta excusas, solamente toma la decisión de huir, de ir a una población que estaba localizada muy lejos del lugar que Dios le había indicado. Se fue muy lejos, en lugar de ir a Nínive, se fue a Tarsis. Cuál pudo ser la verdadera razón de esta decisión de Jonás, no lo sabemos exactamente, pero probablemente era parte del pueblo judío que consideraba que Dios era el Dios sólo de Israel, y que su gracia y su misericordia eran sólo para el pueblo judío; en síntesis, Jonás no “pelea” con Dios, más bien, decide ir a otro lado, no cumplir la misión, dándole a entender a Dios, que no está de acuerdo con el contenido de la tarea. Lo demás es historia, todos la conocemos, sabemos que finalmente fue a cumplir la misión, a regañadientes, pero lo hizo, luego de sufrir múltiples adversidades y dolores. A veces aprender a escuchar detenidamente a Dios y, particularmente obedecerle, es una tarea bastante difícil, por nuestra propia naturaleza egoísta y pecaminosa.

Como mencioné en el artículo, tu yo formamos parte de esos siervos que Dios está enviando a la mies, si Dios te llamó, Él te respaldará, te capacitará y te guiará a cumplir tu misión.

En este tiempo y por causa de no aceptar el llamado de Dios, vemos que las familias de la tierra están en bancarrota espiritual, emocional, económica y moral. Ante esto yo te invito a asumir la responsabilidad del cumplimiento de la promesa que el Señor nos ha entregado escrita en Malaquías 4:6; tenemos que volver a Dios, tenemos que tener fe y dejar el temor, Dios está en control, recuerda que el temor te paraliza, la fe te levanta y hace que avances a pesar de las dificultades.

Pero tenemos por delante una fuerza espiritual adversa que se encuentra en medio del mundo, el cual ha afectado mucho al pueblo de Dios, hasta tal punto que hemos permitido el fracaso emocional, sexual, espiritual y familiar, El mundo ha inundado con sus filosofías a los hombres y esto se ha introducido en la iglesia cristiana y se ha regado hasta tal punto que muchos llaman a lo “malo bueno y a lo bueno malo”.

Nosotros fuimos puestos en el mundo para predicar el evangelio, fuimos puestos en el mundo para llevar a muchos a los pies de Cristo comenzando por los nuestros, por tal razón debemos trazar una linea donde podamos identificar nuestro llamado y comenzar a ponerlo por obra. Aquí te muestro tres flagelos que atacan nuestras vidas, familias y descendencias.

  1. La maldad ha llegado hasta el cielo, y muchos saben hacer lo bueno y no lo hacen y la palabra dice “Y el que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado”, Santiago 4:17. Es el tiempo de levantarnos e ir tras el propósito de restaurar, restituir familias y descendientes, de hacer lo que es importante.
  2. La verdad me permite ir a la dirección correcta, me permite confiar en el Señor y en Sus mandamientos y en los planes y propósitos que el Señor tiene para mi vida, mi hogar y mi familia, porque El es la Verdad y la vida. La mentira se encuentra en nuestras calles, en nuestros hogares a través de la televisión, en los centros comerciales, en las escuelas, en la música que escuchamos y, tristemente, en la iglesia, ¿habrá verdad alguna?, el mundo y el pueblo cristiano prefiere las mentiras que la verdad, los líderes cristianos enseñan sus propias verdades y no las verdades de Dios, creen que dominan y manipulan e imponen sus reglas basados en sus múltiples visiones, cursos teológicos, terminamos siendo dominados y manipulados, los cuales nos ponen a hacer cosas que ellos no pueden hacer, e inducen mentiras que chocan contra toda verdad.
  3. El gran problema: La desobediencia y la rebeldía, prácticamente queremos hacer los que se nos da la gana y esto trae consecuencias que terminan destruyendo nuestra vida, nuestro hogar y nuestra descendencia. La rebeldía se muestra por nuestra falta de oír y ver, nos volvemos ciegos y sordos.
Es necesario que llevemos una vida consagrada a Dios:

  1. Vida de Oración: Marcos 1:35-37 “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Y le buscó Simón, y los que con él estaban; y hallándole, le dijeron: Todos te buscan”; Sentir cada día la necesidad, el deseo, el gozo, el anhelo de hablar con el Padre. Sin la oración no hay una vida consagrada.
  2. Confiar en Él: Proverbios 3:5-7 “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. La cercanía con Dios te hace confiar plenamente en Él, esto hace que se afiance nuestra comunión con Dios.
  3. Meditar en la Palabra de Dios: Salmo 63:5-7 “Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, Y con labios de júbilo te alabará mi boca, Cuando me acuerde de ti en mi lecho, Cuando medite en ti en las vigilias de la noche. Porque has sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré”. Meditar en la Palabra es como verse un espejo, ves mas allá de ti y ves a Dios, al hacerlo en nuestra vida comienza una limpieza interior.
  4. Obedecer a Dios, Deuteronomio 27:10 “Oirás, pues, la voz de Jehová tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos, que yo te ordeno hoy, Deuteronomio 28:1 “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra”; seguir a Dios o seguir al mundo. No importa quien sea, como sea, lo mejor es tener una vida consagrada a Dios.
  5. Depender del Espíritu Santo: Rendir nuestra vida a la presencia del Espíritu Santo; Efesios 5:18 “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”, lleno, continuo en la vida, Jesus dijo en Lucas 24:49 "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”.
  6. Dar a Dios, Lucas 6:38 “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”.
  7. El hábito de perdonar a otros, Efesios 4:26-35 “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

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