El escritor Bruno Galindo nos acerca a la figura y la obra del escritor argentino Julio Cortázar a través de los libros que le acompañaron durante su vida, guardados en la Biblioteca de la Fundación Juan March. Este podcast indaga en sus anotaciones personales, sus subrayados, sus dedicatorias y traspapeles. Reúne a Cortázar con sus autores favoritos y, a todos ellos, con sus lectores-oyentes en el siglo XXI.
LBdJ. Franz Kafka, 'En la colonia penitenciaria'
La biblioteca de Julio. Un pódcast de la Fundación Juan March. Un acercamiento a la figura y la obra de Julio Cortázar a través de los libros que le acompañaron durante su vida.
45.'En la colonia penitenciaria y otros cuentos'. Franz Kafka. Ediciones Gallimard. París, 1959.
188 páginas. 19 cm. Vigésimo segunda edición. Colección Du Monde Entier. Traducido del alemán por Alexandre Vialatte, el mismo que ha traducido a Goethe, Nietzsche, Bretch y Thomas Mann. El título, en letras rojas. Signatura, BC-L-Kaf2. El ex libris de nuestro bibliotecario: Cortazar, 62.
Franz Kafka nace el 3 de julio de 1883 en Praga, hijo del comerciante Hermann Kafka y de Julie Löwy. Su identidad está marcada por su triple condición de judío, alemán y checo, clave en su sensación de aislamiento. En la Universidad Carolina estudia Derecho, carrera que elige por conveniencia, que le permite trabajar en una compañía de seguros y le deja tiempo para su verdadera pasión.
Escribe desde joven pero publica muy poco en vida. Entre sus obras más conocidas están 'La metamorfosis', 'El proceso' y 'El castillo', estas dos últimas, inacabadas. Nos llama la atención que estas no estén en la biblioteca de Julio; y sí 'América', 'La muralla china', un volumen de los 'Diarios' y este 'En la colonia penitenciaria'.
Sobre esta última escuchamos al escritor y crítico Luis Fernando Moreno Claro, doctor en filosofía por la Universidad de Salamanca y traductor de Kafka al español.
"Mientras trabajaba en 'El proceso' escribió otro de sus relatos más emblemáticos: 'En la colonia penitenciaria', se titula. Esta historia, la más cruel y sangrienta de todas las de Kafka, trata de una máquina de tortura y ejecución que en otros tiempos gozó de la admiración de un público ávido de ejecuciones en una colonia penitenciaria, situada en un exótico país que no se específica, tal vez África o Latinoamérica".
El oficial a cargo defiende fanáticamente el aparato, creado por el antiguo comandante, y critica al nuevo régimen por querer abolirlo. La máquina, antes venerada, ahora está obsoleta y mal mantenida.
"Este aparato dotado de un sistema de agujas punzantes que penden sobre una especie de cama en la que se tiende al condenado boca abajo y totalmente desnudo, inscribe en la espalda del reo la sentencia dictada contra él. A lo largo de 12 horas de tortura, las agujas de la máquina tatúan sin cesar en la piel del condenado un lema lleno de filigranas. Por ejemplo, “sé justo”. Esta salvaje sesión de tatuaje le causa la muerte entre horribles dolores. 'El proceso' y 'En la colonia penitenciaria' constatan la asfixiante sensación de agobio que atormentaba a Kafka, encerrado en Praga a causa de la Guerra Mundial. Son creaciones sintomáticas del ansia de libertad que lo atenazaba. Gritaban a voz en cuello cuán prisionero se sentía en la estrechez de la familia, en el trabajo y, en suma, en aquella Europa en la que había estallado una guerra horrible que trastocaba todos sus planes de independencia y libertad".
'En la colonia penitenciaria' fue escrito por Kafka en 1914 y, a diferencia de 'El proceso', sí lo entregó a la imprenta. Fue publicado en 1919 en una edición limitada. En un momento histórico, del que uno desearía que existiera una grabación, Kafka leyó fragmentos de la obra en público, frente, entre otros, a su prometida, Felice Bauer, y al poeta Rainer María Rilke.
"Fue la tarde del 16 de noviembre de 1916 en Munich. A esta lectura asistió Felice, llegada expresamente a la capital de Baviera desde Berlín, únicamente para acompañar a Kafka durante aquel acto. Apenas podía quedarse unas horas en Munich y había hecho un gran sacrificio para estar presente. Aquella tarde también se encontraba en la sala donde se iba a leer 'En la colonia penitenciaria' el gran poeta Rainer María Rilke, también oriundo de Praga. Un cronista de la época, Max Pulver, dio noticia de la lectura al día siguiente en la prensa y aseguró que la crueldad del relato de Kafka provocó que algunas damas que estaban en la sala se indispusieran y tuvieran que abandonarla. En un momento dado, escribía el cronista, se oyó un golpe sordo en la sala y una de las damas se había desmayado. La lectura no fue un éxito según las reseñas que aparecieron al día siguiente en la prensa. Además, a Felice le horrorizó el relato de Kafka. Se vieron apenas unas horas después de la lectura, pues tuvo que salir disparada para no perder el tren que la llevó de vuelta a Berlín. En aquella época estaban que sí se reconcilian que sí no. Y claro, regresó a Berlín totalmente perpleja y desilusionada con aquel relato que había escuchado".
A Kafka no le disgustó que su relato no hubiera tenido éxito: había podido leerlo en público. Leer en público le entusiasmaba.
"Uno de sus mayores anhelos, decía, sería el de leer alguna vez 'La educación sentimental' de Flaubert en público, toda seguida y en francés. Pero otra satisfacción que tuvo aquella tarde fue que Rilke se le acercó al final de la lectura y le dirigió unas palabras elogiosas. El famoso poeta dijo que había leído 'El fogonero', que le había parecido espléndido. No le había gustado tanto 'En la colonia penitenciaria', pero lo animaba a que siguiera escribiendo, pues su talento era absoluto".
Como gran parte de su obra en vida, el cuento, una vez publicado, no tuvo una recepción masiva ni fue ampliamente reconocido en su momento. La crítica de su época lo encontró oscuro, inquietante y difícil de clasificar. Algunos lectores se sintieron perturbados por la violencia del dispositivo de tortura y el tono impersonal del relato; otros vieron en él una sátira sombría sobre la justicia y el poder.
"Más allá de la experiencia particular de Kafka y de sus obsesiones en aquel tiempo, 'El proceso' y 'En la colonia penitenciaria' fueron vistos por la crítica posterior, con Max Brod y la gran pensadora Hannah Arendt a la cabeza, como fabulaciones premonitorias de los modos de operar del nazismo y el estalinismo y en general de cualquier régimen autocrático que priva a los ciudadanos de libertad arbitrariamente, que los tiene permanentemente vigilados y que puede llegar incluso a torturarlos y asesinarlos. De ahí la perpetua actualidad de ambas obras".
…Obras que forman parte del canon kafkiano, por acudir al término de todos conocido, que refiere a situaciones absurdas y ambiciosas que tienen que ver principalmente con asuntos burocráticos; lo que es enrevesado, sin pies ni cabeza, paradójico, amenazador y también implícitamente cómico. Hay una famosa carta en la que un doctor le pide solemnemente a Kafka que le explique una de sus obras, porque él no sabe qué decirles a sus familiares que la han intentado leer. La escuchamos en la voz del actor Arturo Querejeta:
"Carta del Dr. Siegfried Wolf pidiéndole a Kafka que le explique qué significa el relato 'La transformación': “Muy estimado, señor, me ha hecho usted desgraciado. Compré su 'Transformación' y se la regalé a mi prima. Pero no consiguió encontrarle sentido a la historia. Mi prima dio a leer el libro a su madre, pero tampoco ella consiguió encontrarle ningún sentido. Su madre pasó el libro a mi otra prima y tampoco ella logró entender qué significa. Así que me han escrito a mí. Se supone que yo debo aclararles la historia ya que para algo soy quien ostenta el título de doctor en la familia, pero yo no sé qué decir. Señor, pasé meses en las trincheras combatiendo a los rusos sin pestañear, pero no podría soportar que mi buena reputación se fuese al diablo ante mis primas. Solo usted puede ayudarme. Tiene que hacerlo. Porque usted me ha metido en este lío. Así que, por favor, dígame qué es lo que tienen que pensar mis primas de 'La Transformación'.
Con mis mayores respetos, suyo Dr. Siegfried Wolf”.
La obra –lo que son las cosas– va a ser una de las más célebres de la historia de la literatura: 'La Transformación' o, como casi siempre la encontramos, 'La metamorfosis':
"Cuando Gregor Samsa una mañana despertó de sueños inquietos, se encontró en su cama transformado en un bicho monstruoso. Yacía sobre la especie de caparazón que era su dura espalda y vio, al alzar un poco la cabeza, su vientre pardo y abombado, dividido por anillos en forma de arco, en lo alto del cual la colcha de la cama a punto de resbalarse por completo apenas podía sujetarse. Sus numerosas patas penosamente delgadas en comparación con el resto de su envergadura se agitaban impotentes ante sus ojos. '¿Qué me ha pasado?', pensó. No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación de ser humano solo que un poco pequeña, permanecía en calma entre las cuatro paredes harto conocidas".
"Hasta una piedra es interesante cuando escribe sobre ella Franz Kafka". ¿Quién dijo esto? Julio Cortázar. Volvemos al mundo de nuestro bibliotecario, de quien encontramos una carta dirigida a Eduardo Jonquières y Maria Rocchi en el 30 de mayo del 52. La carta dice así: “Me han nacido unos nuevos bichos que se llaman cronopios. Mira por ejemplo lo que le pasa a uno de ellos:
HISTORIA
Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.
Mis enemigos (como diría Manuel Gálvez) insistirán en que la historia precedente moja su pan en Zenón de Elea o en Franz Kafka. Que reconozcan al menos que me busco víctimas reales”.
En otra carta a sus amigos y traductores Sara y Paul Blackburn, escrita en Saignon y fechada el 17 de mayo de 1965, encontramos esta revelación de Julio. Está hablando de 'The Winners', Los Premios, su primera obra traducida al inglés en 1960, y en particular de las críticas que ha recibido. “Desde luego, se me escapan muchos de los puntos de vista del lector o del crítico norteamericano”, dice. “No entiendo que uno de ellos, por ejemplo, diga que los latinos estamos demasiado preocupados por los problemas metafísicos. Yo creo que todo hombre inteligente y sensible, sea latino o anglosajón, siente una angustia metafísica. ¿Por qué sorprenderse tanto de Persio? [Persio es uno de los personajes] Otra cosa curiosa es la referencia frecuente a Kakfa. Yo creo que K. no ha influido casi nada en mí; lo respeto, pero no le tengo afecto, lo siento casi inhumano a ratos. Pero, claro, a veces las influencias son inconscientes, y son los críticos los que las descubren”.
Kafka vive gran parte de su vida en una tensión constante entre su trabajo, su salud frágil y sus relaciones personales, marcadas por el conflicto interior y, por cierto, con su relación traumática con la figura paterna. Es diagnosticado con tuberculosis en 1917, enfermedad que lo obliga a retirarse anticipadamente de la vida laboral y le lleva a un lento deterioro físico. Muere el 3 de junio de 1924 en un sanatorio en Kierling, Austria, a los 40 años.
Es sabido que Kafka encomendó, en el ejercicio de su última voluntad, la destrucción de su obra a su amigo Max Brod.
"Querido Max,
Quizá esta vez ya no pueda volver a levantarme. La aparición de una infección del pulmón es bastante probable después del mes de fiebre pulmonar y ni siquiera lo impedirá el hecho de que yo lo escriba, a pesar de que esto tenga cierto poder. Así que para este caso he aquí mi última voluntad en relación a todo lo que he escrito. De todo lo que he escrito solo valen los libros 'La condena', 'El fogonero', 'La transformación', 'En la colonia penitenciaria', 'Un médico rural' y el relato 'Un artista del hambre'. Los pocos ejemplares de 'Contemplación' pueden quedarse. No quiero cargar a nadie con el trabajo de destruirlos, pero no permito que los editen de nuevo.
Si digo que esos cinco libros y el relato valen, no estoy afirmando con ello que quiero que se reediten y que sean legados a la posteridad; al contrario, si se perdieran por completo, ello correspondería a mi deseo más íntimo. Solo que como ya están aquí, no puedo impedir que alguien quiera conservarlos si así lo desea.
En cambio, todo lo demás que yo haya escrito, publicado en revistas, en manuscrito o en cartas, sin excepción, en tanto en cuanto sea posible encontrarlo o se le pida a los corresponsales –a la mayoría de corresponsales ya los conoces tú– todo esto sin excepción, a ser posible sin leerlo, aunque a ti no te prohíbo que mires su contenido (preferiría que no lo hicieras); en cualquier caso, nadie más tiene permiso para eso, todo esto sin excepción debe ser quemado y lo antes posible. Eso es lo que te pido”.
A Brod debió dolerle en el alma desobedecer la voluntad de su mejor amigo. O quizá tuvo tan claro que estaba haciendo lo correcto que no tuvo el menor remordimiento. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que el día antes de la invasión de Praga por el ejército alemán, Brod huyó rumbo a Jerusalén acompañado de su esposa y portando la pequeña maleta que contenía la literatura de Kafka. Sería lo único que quedara de su mundo, condenado a muerte en los campos de exterminio nazis en un ejercicio de crueldad sin sentido que superaba cualquiera de las pesadillas literarias del escritor.
Acabas de escuchar “La biblioteca de Julio”, un podcast de la Fundación Juan March. Control técnico: Carlos Roiz. Música de cabecera: Astor Piazzolla. Música adicional: Raffel Plana. Apuntes y lectura de Franz Kafka: Luis Fernando Moreno Claro y Arturo Querejeta (de una conferencia celebrada en noviembre de 2024 en el Auditorio de la Fundación Juan March). Concepto, guion y voz: Bruno Galindo.