Cristo en el Centro

Como debemos entender el silencio de Dios?

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Predicado por el Pastor James Neuendorf

Para conocer más, visítanos en www.cristoenelcentro.com

What is Cristo en el Centro?

¡Escucha las buenas nuevas de Jesús con la Misión Luterana de Puerto Rico (LCMS) donde Cristo siempre esta en el centro!

Malaquias 4
La llegada del día del Señor
4 «¡Ya viene el día, candente como un horno! En ese día, todos los soberbios y todos los malhechores serán como estopa, y serán consumidos hasta las raíces. ¡No quedará de ellos ni una rama! Lo digo yo, el Señor de los ejércitos.
2 »Pero para ustedes, los que temen mi nombre, brillará un sol de justicia que les traerá salvación. Entonces ustedes saltarán de alegría, como los becerros cuando se apartan de la manada. 3 El día que yo actúe, ustedes aplastarán a los malvados hasta convertirlos en ceniza debajo de sus pies. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos.
4 «Acuérdense de la ley de mi siervo Moisés, a quien en Horeb le di ordenanzas y leyes para todo Israel.
5 »Tomen en cuenta que, antes de que llegue el día grande y terrible del Señor, yo les enviaré al profeta Elías. 6 Y él hará que el corazón de los padres se vuelva hacia los hijos, y que el corazón de los hijos se vuelva hacia los padres, para que yo no venga a destruir la tierra por completo.»

En el nombre de Jesús,
Amen.

El texto para nuestra meditación de hoy es nada menos que las palabras finales de todo el Antiguo Testamento, o como la gente lo conocía en el tiempo del ministerio terrenal de Jesús, la Biblia misma. Aquí está la marca de puntuación final en la Palabra de Dios antes de 400 años de silencio agonizante durante el exilio y el castigo. Durante generaciones, los fieles leerán las Escrituras y dirán: "estas son las últimas palabras que Dios dejó para nosotros".

Luego silencio. (Mantén un poco de silencio)

¿Qué hará Dios ahora? ¿El mal reinará para siempre? ¿Qué pasa con las promesas, qué pasa con el Mesías que fue prometido, alguna vez será castigada la maldad? Este silencio no es pacífico ni tranquilo, sino como un resorte de metal que ha sido enrollado.

Es un silencio expectante.

Es como un becerro recién nacido atado con una cuerda, brazos y piernas que anhelan estirarse y liberarse. Joven y tonto, está atado en el puesto para evitar que se rompa las piernas, y grita y balbucea con consternación.

Pero pronto llegará el día, así dice el Señor por medio de Malaquías, Su profeta, cuando la Palabra será oída de nuevo, hablada no por medio de un profeta, sino por la misma voz y aliento de Dios; se hará carne y habitará entre nosotros.

Cuando los cojos anden, y los ciegos verán, y los pecadores se arrepientan. Cuando la sanidad y la justicia corten las cuerdas de la esclavitud, y como ese becerro, saldrán bailando y saltando. El Cristo ciertamente viene, dice el profeta Malaquías, y delante de Él vendrá Elías, uno que irá delante de Él y preparará el camino para que todos lo escuchen y lo vean.

Cristo ha venido, y el profeta Juan fue delante de Él tal como fue prometido. Él destruyó el pecado y la ceniza de la muerte bajo Sus pies, aplastando la cabeza del diablo bajo Su cruz. Su justicia vino, Su resurrección se cumplió. En la época de Jesús y sus apóstoles, la Palabra de Dios brotaba como torrente de los cielos.

Pero ahora de nuevo, Dios parece estar en silencio.

Esto también es un silencio expectante.

Recién nacida en nosotros, esta novedad de vida aún permanece atada al puesto. Todavía no somos lo que seremos, y como becerros atados en el establo, todavía luchamos contra las cuerdas y balamos y lloramos contra un mundo que espera ese día en que la propia voz de Dios se escuche nuevamente sin mediación en toda la tierra, ese gran y terrible día del Señor.

Y cuando llegue, cuando Él te llame por nombre de nuevo de la tumba y el polvo en el que ya estás, tú también brotarás como ese becerro del establo, bailando de alegría por Su venida, corriendo hacia el con piernas nuevas y libres.

Y ese día no será silencioso, ni nunca más.

Amén.

ENGLISH:
In the name of Jesus,
Amen.

The text for our meditation today is nothing less than the final words of the entire Old Testament, or as the people knew it in the time of the earthly ministry of Jesus, the Bible itself. Here is the final punctation mark on the Word of God before 400 years of agonizing silence during exile and punishment. For generations, the faithful will read the scriptures and say, “these are the last words that God left for us.”

Then silence.

What will God do now? Will evil rule forever? What about the promises, what about the messiah who was promised, will wickedness ever be punished? This silence is not peaceful or quiet, but like a spring which has been coiled up.

It is an expectant silence.

It is like a young calf being tied up with a cord, arms and legs yearning to stretch and to break free. Newly born and foolish, it is bound in the stall to keep it from breaking its own legs, and it lies and bleats with dismay.

But the day will come soon, so says the Lord through Malachi, His prophet, when the Word will be heard again, spoken not through a prophet but the very voice and breath of God; will become flesh and dwell among us. When the lame will walk, and the blind will see, and the sinners will repent. When healing and righteousness will cut the cords of slavery, and like that calf, you will spring forth dancing and leaping. The Christ is surely coming, says the prophet Malachi, and before Him will come Elijah, one who will go before Him and prepare the way for all to hear and see Him.

Christ has come, and the prophet John went before Him just as was promised. He destroyed Sin and death ash beneath His feet, crushing the devil’s head under His cross. His righteousness came, His resurrection was accomplished. But now again, God appears to be silent.

This too is an expectant silence. Newly born in us, this newness of life as yet remains bound up in the stall. We are not yet what we will be, like calves tied up in the stall, we still struggle against the cords and bleat and wail against a world that awaits that day when God’s own voice will be heard again unmediated throughout the earth, that great and terrible day of the Lord.

And when it comes, when He calls you again from the grave and dust in which you already lay, you too will spring like that calf from the stall, dancing for joy at His coming. Then, tossing your head, you will run to your savior on your new and glorious legs.

And that day will not be silent, nor ever again.

Amen.