Contemporánea

En un Japón destrozado por la victoria aliada, una nueva generación de músicos nacidos en la década de los 30, se divide entre el nacionalismo y la aceptación de las tendencias occidentales. Toshirō Mayuzumi,Toshi IchiyanagiyTōru Takemitsusonalgunos de ellos.
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Has escuchado
Mandala Symphony (1960) / Toshirō Mayuzumi. NHK Symphony Orchestra; Hiroyuki Iwaki, director. Odyssey (1967)
November Steps (1967) / Tōru Takemitsu. Saito Kinen Orchestra; Seiji Ozawa, director.
Sello: Philips (1991)

Requiem: For String Orchestra (1957) / Tōru Takemitsu. Toronto Symphony Orchestra; Seiji Ozawa, director. RCA (1969)
Sapporo (1962) / Toshi Ichiyanagi. Ensemble Musica Negativa; Reiner Riehn, director. Odeon (1972)
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Selección bibliográfica
BATTIER, Marc y Kenneth Fields (eds.), Electroacoustic Music in East Asia. Routledge, 2020
BURT, Peter, The Music of Tōru Takemitsu. Cambridge University Press, 2001
COOK, Lisa M., “Venerable Traditions, Modern Manifestations: Understanding Mayuzumi’s ‘Bunraku’ for Cello’”. Asian Music, vol. 45, n.º 1 (2014), pp. 98-131*
FUKUNAKA, Fuyuko, “World Music History and Interculturality: Toward Recontextualizing Post-War Japanese Avant-Garde Music”. The World of Music, vol. 6, n.º 1 (2017), pp. 59-71*
GALLIANO, Luciana y Martin Mayes, Yōgaku: Japanese Music in the Twentieth Century. Scarecrow Press, 2002
HEIFETZ, Robin J., “East-West Synthesis in Japanese Composition: 1950-1970”. The Journal of Musicology, vol. 3, n.º 4 (1984), pp. 443-455*
HERD, Judith Ann, “The Neonationalist Movement: Origins of Japanese Contemporary Music”. Perspectives of New Music, vol. 27, n.º 2 (1989), pp. 118-163*
LOUBET, Emmanuelle, Curtis Roads y Brigitte Robindoré, “The Beginnings of Electronic Music in Japan, with a Focus on the NHK Studio: The 1950s and 1960s”. Computer Music Journal, vol. 21, n.º 4 (1997), pp. 11-22*
PACUN, David, “Nationalism and Musical Style in Interwar ‘Yōgaku’: A Reappraisal.” Asian Music, vol. 43, n.º 2 (2012), pp. 3-46*
SMALDONE, Edward, “Japanese and Western Confluences in Large-Scale Pitch Organization of Tōru Takemitsu’s November Steps and Autumn”. Perspectives of New Music, vol. 27, n.º 2 (1989), pp. 216-231*
TAKEMITSU, Tōru, “Contemporary Music in Japan”. Perspectives of New Music, vol. 27, n.º 2 (1989), pp. 198-204*
UTZ, Christian, Musical Composition in the Context of Globalization: New Perspectives on Music History in the 20th and 21st Century. Transcript Verlag, 2021*
YANG, Chien-Chang, “Technologies of Tradition in Post-War Musical Avant-Gardism: A Theoretical Reflection”. The World of Music, vol. 6, n.º 1 (2017), pp. 41-58*
 
*Documento disponible para su consulta en la Sala de Nuevas Músicas de la Biblioteca y Centro de Apoyo a la Investigación de la Fundación Juan March

What is Contemporánea?

Diccionario sonoro que recoge los nombres, historias y lugares protagonistas de la emocionante aventura que representa la música contemporánea desde su creación a la actualidad. Más información: march.es/contemporanea

Japón de posguerra

En un Japón destrozado por la victoria aliada, y hundido tras las bombas de Hiroshima y Nagasaki, una nueva generación de músicos, nacidos en la década de los 30, se divide entre el nacionalismo y la aceptación de las tendencias occidentales. He aquí algunos de sus protagonistas.

Toshirō Mayuzumi, compositor (Yokohama, 20 de febrero de 1929 – Kawasaki, 10 de abril de 1997).

Hijo de un capitán de la marina, participa durante los años de guerra en corales y bandas en su escuela, la Yokohama Dai-chi High School. En su ciudad estudia teoría de la música con Taro Nakamura, hombre formado en el estilo neoclásico. En la primavera de 1945 estudia en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio; los bombardeos impiden en muchos casos las clases.

Terminada la II Guerra Mundial marcha a estudiar un año a Francia, al Conservatorio Nacional Superior de Música de París, donde se familiariza con los desarrollos musicales impulsados por Olivier Messiaen y Pierre Boulez y se curte en la composición de la música concreta liderada por Pierre Schaeffer. Formado también en la música ‘avant-garde’ occidental, y con una paleta de estilos que incluye el jazz, la música latinoamericana o la balinesa, regresa a su país para participar en el estudio de música electrónica fundado por la televisión pública de allí, la NHK, junto a otros nombres pioneros de la electrónica japonesa como Minao Shibata, Joji Yuasa, Toshi Ichiyanagi o Tōru Takemitsu.

Mayuzumi pasa a la historia como autor de ‘X, Y, Z’, de 1953, el primer trabajo japonés de música concreta que emplea las técnicas de manipulación de cintas electrónicas. En aquella misma década profundiza en la música tradicional japonesa, y también en el budismo, ideario espiritual que lleva a ballets y composiciones orquestales con éxito internacional (ver la sinfonía ‘Nirvana’, de 1958, obra rítmica para orquesta con vientos y metales y con un coro masculino de 12 intérpretes que ejecutan varias formas de canto budista. O la ‘Sinfonía Mandala’, visión acústica del Mandala a través del sonido orquestal, de 1960). Es la que aquí suena.

Los trabajos en cine, más de un centenar, completan su obra. Comparte un nacionalismo político fuertemente opuesto a la occidentalización de Japón con su amigo Yukio Mishima, el gran novelista, y a menudo deja en sus obras este sentimiento de identidad cultural nativa.

Toshi Ichiyanagi, pianista y compositor (Kobe, 4 de febrero de 1933 – Tokio, 7 de octubre de 2022).

Hijo de Shinji Ichiyanagi, chelista, y Mitsuko, profesora de piano, Toshi se forma en su país y allí gana el primer premio de composición del Concurso de Música de Mainichi (actual Concurso de Música de Japón).

Tras esto, en 1954, se traslada a Nueva York, donde colabora con John Cage y el coreógrafo Merce Cunningham. En 1956 se casa con Yoko Ono, con quien vive durante seis años; el matrimonio termina como consecuencia de la decisión de Ichiyanagi de regresar a su país (ella decide permanecer en Estados Unidos).

De vuelta en Japón, Ichiyanagi comienza a participar en las actividades del colectivo anti-artístico Neo-Dada Organizers, e introduce en el país conceptos como la ‘música aleatoria’ de Cage y el uso de la notación gráfica. Es director artístico de la Fundación de las Artes de Kanagawa, y mantiene una vigorosa actividad creativa hasta bien pasados los 80; de hecho, en 2015 estrena su Sinfonía nº 9 ‘Diáspora’. Entre lo más representativo de su ingente obra (en la que hay óperas de estilo occidental, trabajos de cámara, piezas tradicionales japonesas y música aleatoria) figuran el Concierto para piano n.º 1 ‘Memoria del espacio’, la Sinfonía ‘Berlín Renshi’ y las óperas ‘Momo’ –basada en la novela infantil de Michael Ende– y ‘Blancas noches de amor’.

Buena parte de sus obras utilizan notación gráfica: ‘Sapporo’ –la obra de 1963 que está sonando– es uno de los ejemplos más conocidos. Como ‘Kaiki’, de 1960, que combina instrumentos japoneses, como el ‘sho’ y el ‘koto’, con otros occidentales, como la armónica y el saxo. Otro trabajo, ‘Distance’, de 1961, impone entre los intérpretes la obligación de tocar a tres metros de sus instrumentos. ‘Anima 7’, de 1964, marca la pauta de ser interpretado “tan lento como sea posible”. Son algunas obras de Ichiyanagi, cofundador del colectivo New Direction junto a músicos como Takehisa Kosugi, Yuji Takahashi y Kenji Kobayashi. La agrupación se deshace a finales de 1960, cuando algunos de sus miembros se van a Nueva York. Él se queda en Japón. Allí, consolida su carrera y, con los años, recibe el Premio Otaka, el Premio de Música Suntory y el Premio de Arte Mainichi. También recibe la Orden de las Artes y la Cultura de Francia en 1985, la Medalla con Cinta Púrpura en 1999 y la Orden del Sol Naciente en 2005.

Tōru Takemitsu, compositor e intérprete (Tokio, 8 de octubre de 1930 – Tokio, 20 de febrero de 1996).

Su padre es músico, gran intérprete de ‘shakuhachi’, flauta japonesa típicamente utilizada en las meditaciones budistas, pero su principal pasión es el jazz. La mezcla de estas dos inclinaciones cala hondo en el pequeño Toru Takemitsu, que vive un tiempo en Manchuria, territorio ocupado por Japón, hasta que una enfermedad del padre les hace regresar a Tokio, donde este muere en el 38, justo antes de comenzar la guerra. Takemitsu se va a vivir con su tío, cuya esposa es profesora de ‘koto’, cítara de trece cuerdas, instrumento nacional. Estas experiencias marcan al futuro compositor autodidacta, que adora a Debussy, Messiaen y Schönberg, y que sigue formándose pegado a la radio, escuchando música occidental en una emisora militar estadounidense. La ocupación americana, que va a durar hasta 1952, no es para él tanto un escarnio como una fuente de información constante.

En 1951 funda Jikken Kōbō (literalmente “Taller experimental”), grupo de artistas –no solo músicos sino pintores, poetas y grabadores– determinante en la introducción de la obra de muchos compositores europeos contemporáneos a la audiencia japonesa. Unos años más tarde, en 1959, su ‘Requiem para orquesta de cuerda’ es escuchado accidentalmente por Ígor Stravinski. En una sesión organizada para que este valorase unas cintas con música de compositores japoneses, alguien comete el error de poner una grabación de Takemitsu. Stravinski quiere escucharla hasta el final, y termina alabando públicamente la obra del de Tokio, dedicada, por cierto, a uno de sus maestros, Fumio Hayasaka, muerto por tuberculosis.

En un principio, Takemitsu muestra escaso interés en la música tradicional de su país, pero poco a poco va incorporando a la orquesta instrumentos tales como el ‘shakuhachi’, que tanto escuchó tocar a su padre. Puede comprobarse en su obra de 1967 ‘November Steps’ (que ahora está sonando); es la primera pieza filarmónica en la que se combinan instrumentos occidentales y orientales. Le va a seguir ‘In an Autumn Garden’ (1973-79), escrito como gagaku, y obras como ‘Eclipse’ (1966) concebida para ‘shakuhachi’ y para el laúd ‘biwa’, y ‘Voyage’ (1973) para tres ‘biwas’, obras decididamente derivadas de los géneros tradicionales.

Aparte de estas piezas, Takemitsu, amante del jardín japonés y del silencio, pero también de músicas que vienen de Occidente, compone música electroacústica y casi un centenar de bandas sonoras para películas de cine japonés entre las que se incluyen las de las películas ‘Seppuku’ de Masaki Kobayashi, ‘Ai no Borei’, de Nagisa Oshima y ‘Ran’ de Akira Kurosawa.

Como cierre, escuchemos un fragmento del ‘Requiem para orquesta de cuerda’, ese que Stravinski escuchó por accidente y que tanto llamó su atención. Años más tarde se el ruso y el japonés se conocerían, y Stravinski, asombrado por la figura delgada y el aspecto frágil de Takemitsu, diría, “¿Cómo puede provenir música tan severa de un hombre tan menudo?”.