Querido Ensayo

5 historias sobre el miedo. Cómo se siente, cómo se aprende, cómo se contagia.

¿Qué es Querido Ensayo?

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Speaker 1:

Esto es, querido ensayo, soy Cristián Wagner Valdivia. Creo que todos hemos tenido alguna vez un miedo repentino e irracional, ese que es como un escalofrío que recorre la espalda sin una razón aparente. Nos vamos a ir a la década de 1980, cuando un ingeniero británico trabajaba solo en un laboratorio de equipo médico. No había nadie más, estaba solo y el ambiente era más bien silencioso. Pero de pronto empezó a sentirse intranquilo, un sudor frío comenzó a caer por su frente y los vellos de la nuca se le erizaron sin motivo.

Speaker 1:

Este hombre de pronto, sentía que algo lo observaba desde la oscuridad. De reojo alcanzó a ver una figura gris y borrosa que se deslizaba en la periferia de su visión. Sobresaltado se dio vuelta inmediatamente, pero no había nada. Y obvio, convencido de que quizás había visto un fantasma salió corriendo del laboratorio. Al día siguiente, de regreso en su trabajo, este ingeniero, que se llamaba Vic Tandy, que además era esgrimista, notó algo raro.

Speaker 1:

Había dejado una hoja de esgrima sujetada con un tornillo que estaba muy apretada, pero que de pronto comenzó a vibrar violentamente sin explicación. Y claro, intrigado decidió medir la vibración, como buen ingeniero, y ahí se dio cuenta de que algo muy particular estaba pasando, esa vibración venía de una onda sonora estacionaria que rebotaba entre las paredes del laboratorio. Una onda estacionaria es básicamente, un tipo de sonido que no se va ni avanza como normalmente lo haría. En vez de propagarse como cuando 1 grita y el sonido viaja, esta onda queda atrapada, rebotando de un lado a otro entre 2 superficies, como las paredes del laboratorio, y eso hace que en ciertos puntos se amplifique mucho. Es como si el sonido se quedara dando vueltas en el mismo lugar y en algunos puntos vibra con tanta fuerza que incluso puede mover objetos.

Speaker 1:

Entonces, calculó la frecuencia de esa onda y eran, más o menos, 19 hercios. Y aquí vale la pena explicar algo, los hercios son la forma en que medimos la frecuencia de un sonido, es decir, cuántas veces vibra por segundo. Por ejemplo, un un sonido, es decir, cuántas veces vibra por segundo. Por ejemplo, un sonido de 100 hercios vibra 100 veces por segundo. Mientras más hercios, más agudo suena, mientras menos, más grave.

Speaker 1:

Pero 19 hercios es tan, tan grave que cae en lo que se llama infrasonido. Es un rango de sonido que está por debajo de lo que el oído humano puede oír, o sea, está ahí, vibra, nos afecta, pero no lo escuchamos. Finalmente, Tandy encontró la fuente del problema, un extractor de aire nuevo recién instalado que estaba emitiendo justamente ese zumbido fantasma de 19 hercios todo el tiempo. Cuando apagó el ventilador, la vibración paró al instante. Y lo más curioso, desde ese momento, esa figura misteriosa que vio y que creyó haber visto nunca volvió a aparecer.

Speaker 1:

Después, Tandy siguió investigando y se encontró con un dato que lo dejó marcando ocupado, las frecuencias infrasónicas, esas que están alrededor de los 18 o 19 hercios, pueden provocar efectos bien raros en las personas. Y no estamos hablando de algo que 1 escuche, porque insisto, está fuera del rango auditivo humano, no las oímos, pero nuestro cuerpo sí las siente. ¿Y qué tipo de efectos, por ejemplo, puede hacer que los globos oculares vibren levemente? Lo que genera visión borrosa o incluso esos detalles raros que 1 a veces cree ver de reojo, como esa figura que Tandy vio en el laboratorio. También puede provocar mareos, una sensación de opresión en el pecho, una ansiedad extraña o, derechamente, un miedo intenso sin razón aparente, como si algo malo fuera a pasar, pero sin que haya nada.

Speaker 1:

Entonces, lo que le pasó a Big Tandy esa noche no fue un encuentro paranormal, fue su propio cuerpo alterado por ese sonido que no se escucha, pero sí se siente, el que lo llevó a sentir miedo de la nada, un susto real, pero con una causa completamente invisible. De hecho, el rugido de un tigre justo antes de atacar incluye frecuencias cercanas a los 18 hercios, como si usara ese sonido para generar ese mismo terror paralizante en sus presas. Es que a veces el miedo no viene de lo que vemos ni de lo que escuchamos, sino de lo que sentimos sin entender por qué. Hoy en querido ensayo vamos a hablar del miedo, que tiene muchas formas de entenderse y enfrentarse, y lo vamos a hacer a través de un experimento psicológico, un rito ancestral, las consecuencias que puede tener y, por último, cómo reaccionamos cuando pensamos que el mundo se está acabando. Ya volvemos, no se vayan.

Speaker 1:

Seguimos en Querido ensayo, soy Cristián Wagner Valdivia, y hoy estamos hablando del miedo. Y ahora nos vamos a una sala de laboratorio en lo que parece una escena inofensiva, un bebé, una guagua, de 9 meses, que juega tranquila con una pequeña rata blanca. Se ríe, la acaricia y no muestra ninguna señal de miedo. Tampoco le tiene miedo a un perro, a un conejo, ni a unas máscaras con pelo o trozos de lana que le muestran. Para esta guagua, todo eso es simplemente curioso nada más, pero en la sala, 2 científicos lo observan con atención.

Speaker 1:

Están por poner en marcha un experimento muy particular. 1 de ellos, el psicólogo John B. Watson, se acerca en silencio por detrás y justo cuando el bebé, que se llama Albert, estira la mano para tocar la rata un estruendo metálico irrumpe en la sala. Watson golpeó una barra de acero con un martillo justo detrás del niño. Y claro, la reacción es inmediata, Albert se sobresalta y se pone a llorar, asustado por ese ruido inesperado, y donde antes había juego, ahora hay angustia.

Speaker 1:

Y esto no fue un accidente, los investigadores repiten la escena una y otra vez. Cada vez que el niño toca la rata hacen sonar ese mismo ruido fuerte que tanto lo asusta. Y es que el objetivo de este experimento es inquietante, quieren provocar miedo en un niño que antes no lo tenía para demostrar que incluso nuestras emociones más profundas pueden aprenderse. Y con solo unas pocas repeticiones lo logran, Albert, que al principio se reía con la rata, ahora se pone muy nervioso apenas la ve. Aunque en la última prueba no hay ruido, el niño llora igual con solo ver al animal.

Speaker 1:

Su mente ya hizo la asociación rata igual susto. Pero el experimento no termina ahí, porque en los días siguientes los científicos notan algo aún más impactante. Albert empieza a temerle a otras cosas parecidas. Si le muestran, un conejo blanco también llora, un perro grande y peludo que antes le gustaba, ahora lo aterra. Incluso reacciona con angustia frente a un abrigo de piel o a una máscara del viejo pascuero con barba de algodón.

Speaker 1:

O sea, cualquier cosa suave y peluda le provoca miedo, donde antes había curiosidad, ahora hay fobia. Un objeto que no tenía nada de peligroso, una rata doméstica se convirtió en un detonante del terror. Este experimento, conocido como el caso del pequeño Albert, fue realizado en 1919 por Watson y su asistente Rosalie Reiner, y se transformó en 1 de los estudios más conocidos, y más polémicos por lo demás, de la historia de la psicología. Demostró de forma muy clara cómo el miedo puede inculcarse artificialmente a través del llamado condicionamiento clásico, el mismo que usó el fisiólogo Pavlov, que descubrió que si hacía sonar una campana justo antes de darle comida a sus perros, estos terminaban salivando solo con oír la campana, incluso si no había comida. Habían aprendido a asociar una cosa con la otra, pero también dejó en evidencia un problema enorme, el impacto ético.

Speaker 1:

Albert terminó con un miedo que antes no existía provocado deliberadamente por los investigadores. Watson había dicho que intentaría revertir ese miedo después, pero nunca tuvo la oportunidad. Pocas semanas después del experimento, la madre de Albert se enteró de lo que había pasado y, al darse cuenta de lo que habían hecho con su hijo, se lo llevó del hospital de inmediato, cualquiera lo haría así. El niño creció con ese temor sin que nadie lo ayudara a superarlo, y durante mucho tiempo su verdadera identidad fue un misterio. Décadas después, algunos historiadores de la psicología llegaron a la conclusión de que Albert podría haber sido un niño llamado Douglas Merrick, o quizás otro llamado William Barger, no hay certeza absoluta.

Speaker 1:

Lo que sí quedó claro fue la enseñanza del caso, muchas de nuestras fobias no vienen con nosotros al nacer, a veces se aprenden a partir de experiencias traumáticas. El experimento del pequeño Albert no solo ayudó a entender cómo se forma el miedo desde la infancia, sino que también obligó al mundo científico a pensar en algo fundamental, los límites éticos en los estudios con seres humanos. Después de esto, quedó claro que provocar miedo deliberado a un niño, aunque sea con fines científicos, es una línea que no debe volver a cruzarse. Vamos y volvemos. Seguimos hablando sobre el miedo en querido ensayo, soy Cristián Wagner Valdivia.

Speaker 1:

Cae la tarde en lo profundo de la selva amazónica. En la aldea de un pueblo indígena, una docena de jóvenes, algunos de apenas 12 o 13 años, se reúnen para una ceremonia ancestral. Llevan el cuerpo pintado con diseños tradicionales y bailan en círculo al compás de cantos y del sonido rítmico de los chocalos, una especie de sonajas llenas de semillas. Saben que están a punto de enfrentar el mayor miedo y dolor de sus vidas. Al centro del círculo, los ancianos de la tribu Sateré Mawé realizan los preparativos finales de un rito llamado Waumat.

Speaker 1:

1 de los chamanes toma un par de guantes tejidos con hojas muy grandes y, cuidadosamente, introduce dentro de ellos decenas de hormigas venenosas mientras entona un canto. No son hormigas comunes, son las feroces tucanderas u hormigas bala, unos insectos de más de 2 centímetros cuyo aguijón produce una de las picaduras más dolorosas del planeta. De hecho, se les llama bala porque el dolor de su picadura se ha comparado con el de un disparo, un ardor insoportable que puede durar 24 horas completas, acompañado de temblores, náuseas e incluso vómitos, y para poder manipularlas sin ser picados antes de tiempo, los ancianos ahuman los guantes y sumergen a las hormigas en un preparado de hierbas anestésicas que las aturde temporalmente. Así logran fijar a 100 de hormigas dentro de cada guante con las mandíbulas y aguijones apuntando hacia adentro. Los guantes se adornan con plumas rojas de guacamayo, símbolo de la guerra pasada, y blancas de águila, símbolo de la valentía, marcando el significado profundo de lo que viene.

Speaker 1:

Alrededor, los jóvenes siguen bailando, pero en sus rostros pintados se adivina la tensión. No importa cuán valientes sean, sus corazones laten con un miedo visceral a lo que saben que están a punto de sufrir. Cuando los preparativos terminan, el primer voluntario da un paso al frente. Un anciano le ofrece los guantes repletos de hormigas todavía adormecidas. El joven aspirante a guerrero respira hondo, trata de calmar el temblor de sus manos e introduce ambas manos hasta la muñeca dentro de los guantes.

Speaker 1:

Entonces, los cánticos se intensifican y los demás comienzan a bailar más rápido a su alrededor. Pronto, las hormigas despiertan, ahora atrapadas contra la mano de este chico, y su reacción es feroz, decenas de aguijones se hunden en la piel tierna de sus manos al mismo tiempo. La primera sensación es un dolor punzante, luego una quemazón que asciende por los brazos. El muchacho aprieta los dientes con fuerza tratando de no gritar. Según la tradición, solo aquellos que soportan el suplicio con entereza, sin aullar de dolor, demuestran la verdadera valentía necesaria para ser hombres de la comunidad.

Speaker 1:

Y al cabo de unos minutos este joven no puede evitar que se le escape un gemido gutural, su cuerpo se dobla por la agonía mientras sigue moviéndose al son de la música. Las mandíbulas de las tucanderas, de estas hormigas, se clavan una y otra vez inyectando su veneno neurotóxico directamente en el sistema nervioso del adolescente. Sus manos se hinchan y se enrojecen y se siente como si ardieran. El chico intenta mantener los brazos en alto sin rozar nada porque hasta el más mínimo contacto aumenta el tormento. Lágrimas involuntarias comienzan a asomarse en sus ojos, pero aprieta la mandíbula y fija la mirada en un punto lejano como si su mente abandonara el cuerpo.

Speaker 1:

Alrededor, los mayores observan serios, están evaluando su temple. Tras 10 minutos eternos, por fin le indican que pueden quitarse los guantes, y este joven los lanza al suelo y sale tambaleando fuera del círculo, hundiéndose de rodillas, mientras otros chicos toman su lugar para cumplir su turno. Sus manos han quedado totalmente entumecidas, llenas de picaduras, y continuarán adoloridas durante horas, pero pese al sufrimiento, una tímida sonrisa asoma en su rostro, lo logró. Venció el miedo al dolor, demostrando su fortaleza ante su comunidad. Este impresionante ritual de iniciación forma parte de la cultura de los Santeré Mahue, un pueblo originario de Brasil desde tiempos muy antiguos.

Speaker 1:

Es su manera de marcar el paso de la niñez a la adultez para los varones. No basta con llegar a cierta edad, hay que probar con hechos que se posee el coraje para ser un hombre de pueblo. Tras completar su primera ronda con las hormigas, este muchacho ya puede considerarse un adulto. A partir de entonces, va a poder casarse, formar una familia y ser reconocido como guerrero. No obstante, la tradición exige en total, cada joven deberá someterse a este mismo rito al menos 20 veces a lo largo de su vida.

Speaker 1:

Solo repitiendo esta dolorosa prueba una y otra vez, llegando algunos a realizarla 2 docenas de veces, se demuestra una resistencia y valentía plenas. Cada vez salimos más fuertes, más preparados para la lucha, explican los participantes. El sufrimiento para ellos es una especie de vacuna espiritual que los inmuniza contra el miedo, y un antiguo cacique de la tribu resumió así la enseñanza, la vida, sin sufrir nada ni hacer ningún esfuerzo, no vale la pena. Es decir, solo enfrentando el dolor y superándolo se forja el carácter. Además, en la actualidad el ritual Huaumat ha cobrado un significado adicional, simboliza la unión y determinación de los Sateremahue para defender su territorio y su cultura de las amenazas externas.

Speaker 1:

Estos jóvenes, que soportan estoicamente las picaduras de decenas de hormigas, hormigas venenosas, serán los futuros líderes y protectores de su pueblo. Así, en este extraordinario rito cultural, el miedo y el dolor se convierten en maestros, enseñan a no rendirse ante el sufrimiento, a controlar el pánico y a encontrar, en lo más profundo de 1 mismo, la valentía necesaria, pánico y a encontrar, en lo más profundo de 1 mismo, la valentía necesaria para sobrevivir. Vamos y volvemos, no se vayan. Seguimos en querido ensayo Hablando sobre el miedo, soy Cristián Wagner Valdivia. Una niña de 9 años se revuelca en el suelo entre gritos y convulsiones como si algo invisible la mordiera y la pinchara.

Speaker 1:

A su lado, otra niña de 11 años también sufre espasmos violentos e incontrolables. Estamos en el crudo invierno de 1692 en una pequeña aldea puritana de Nueva Inglaterra llamada Salem, esto es territorio de lo que hoy en día es Estados Unidos. Las 2 niñas, Betty Parris y su prima Abigail Williams, hijas de colonos devotos, eran hasta ese entonces sanas y tranquilas, pero de pronto cayeron presas de un mal extraño. Heimen, lanzan objetos, se retuercen con gestos de dolor y balbucean cosas sin sentido. Sus padres, desesperados, piden ayuda al médico del pueblo.

Speaker 1:

Después de examinarlas sin encontrar causa física alguna, el doctor emite un diagnóstico siniestro. Declara que las pequeñas podrían estar embrujadas. En una comunidad profundamente religiosa y temerosa de dios, esa palabra provoca escalofríos. Pronto las propias niñas, quizás presionadas por los adultos, comienzan a acusar a ciertas personas de la aldea de ser las brujas responsables de su afección. Señalan primero a una esclava de origen caribeño llamada Tituba, luego a una mendiga mal vista por todos y a una anciana solitaria.

Speaker 1:

La semilla del miedo cae en tierra fértil. Salem era un lugar estrictamente puritano, obsesionado con la lucha entre dios y el diablo, y las niñas, supuestamente poseídas, parecen una prueba viva de que el demonio se infiltró en la comunidad. En cuestión de días, el pánico se extendió. Las autoridades locales detienen a las mujeres acusadas, Titúa, la esclava es interrogada bajo coerción y, entre comillas, confiesa haber practicado brujería, implicando además a otras cómplices imaginarias. Esa falsa confirmación echa más leña al fuego del terror.

Speaker 1:

Los pobladores de Salem, antes que eran vecinos pacíficos, empiezan a mirarse con recelo unos a otros, Nadie quiere convertirse en la próxima víctima de un hechizo, así que más voces se alzan para acusar preventivamente a cualquier individuo sospechoso de tratos con el diablo. En pocas semanas la cantidad de denunciados se multiplicó, se formaron tribunales especiales para juzgar el creciente torrente de casos, y a falta de pruebas reales, los jueces aceptan testimonios delirantes llamados pruebas espectrales. Básicamente, si alguien aseguraba que el espíritu invisible de cierta persona lo había atacado en sueños, esa fantasía contaba como evidencia válida. Bajo semejante atmósfera de histeria nadie estaba a salvo, la paranoia colectiva convirtió rencillas vecinales y prejuicios en acusaciones formales de brujería. Entre 144 y 185 habitantes de la región fueron inculpados en aquel año fatídico.

Speaker 1:

Las cárceles se llenaron de campesina, de granjeros y hasta niñas y niños acusados de brujos. El miedo dominaba a Salem, miedo a ser hechizado, miedo a ser acusado falsamente y, en el fondo, miedo a lo desconocido que estaba ocurriendo. La noción de que el diablo andaba suelto entre ellos fue suficiente para anular la razón y la compasión. El miedo desenfrenado de los puritanos provocó ataques contra cualquiera que pareciera mínimamente relacionado con la brujería, y las consecuencias pronto pasaron de lo ridículo a lo trágico. Los juicios de Salem se llevaron a cabo con dureza, entre junio y septiembre del año 1692, 19 personas fueron declaradas culpables de brujería y ejecutadas en la horca, 14 de ellas fueron mujeres y 5 hombres, la mayoría proclamó su inocencia hasta el final.

Speaker 1:

Hubo además un anciano de 71 años, Hills Corey, que se negó a declararse culpable o inocente y murió aplastado con piedras en un macabro intento de las autoridades por hacerlo hablar. Las escenas fueron terribles, vecinos que habían convivido toda la vida vieron cómo colgaban del árbol a aquellas brujas que ayer eran gente común. El pánico alimentó más pánico. Algunas de las muchachas acusadoras llegaron a caer en trance en plena sala del tribunal asegurando que el espíritu de los reos las atacaba en ese preciso instante, lo que enfurecía a los jueces y se hallaba la suerte de los acusados. Bastaba una mirada extraña, un malentendido o una antigua enemistad para terminar en el cadalso.

Speaker 1:

Salem entero vivía sumido en el terror y la histeria, Solo cuando la locura comenzó a salirse de control, se dice que incluso la esposa del gobernador colonial fue señalada como posible bruja, las autoridades del más alto nivel intervinieron. En octubre del año 1692 el gobernador de Massachusetts suspendió los juicios restantes y, poco a poco, la pesadilla comenzó a llegar a su fin. Con el paso de los meses, la niebla del miedo comenzó a disiparse y la comunidad de Salem empezó a darse cuenta de la terrible injusticia cometida. A medida que recuperaban la cordura, muchos se sintieron avergonzados. Los propios jueces y jurados, que habían enviado inocentes a la muerte, firmaron documentos de arrepentimiento años después.

Speaker 1:

Las familias de algunos ejecutados recibieron indemnizaciones simbólicas, se estableció que jamás se volverían a admitir pruebas espectrales en ninguna corte. Salem tuvo que admitir que aquello no fue obra de brujas reales, sino del miedo y la credulidad colectiva. Hasta el día de hoy, la frase cacería de brujas evoca lo ocurrido en Salem y en muchos otros lugares, nos recuerda cómo ese miedo descontrolado a un enemigo imaginario puede llevar a una sociedad entera, a la histeria y a cometer las peores atrocidades contra sus propios miembros. Vamos y volvemos. Última historia sobre el miedo del día de hoy en Querido Ensayo, soy Christian Wagner Valdivia y nos vamos a la noche del 30 de octubre de 1938.

Speaker 1:

Falta un día para Halloween, y en Estados Unidos muchas familias están en sus casas escuchando la radio después de cenar, como se acostumbra en esa época. En un comedor cualquiera, la música suave de una orquesta se escucha cuando, de pronto, la emisión es interrumpida por un boletín noticioso urgente. Señoras y señores, hablamos desde el observatorio de Mount Jennings. Se han detectado varias explosiones de gas incandescente en la atmósfera de Marte. La familia se mira intrigada.

Speaker 1:

Minutos más tarde, otro locutor informa que un un extraño meteorito acaba de caer en Grover's Mill, en Nueva Jersey, y se conectan en vivo con un reportero en el lugar. La voz del corresponsal suena cada vez más alarmada, describe una multitud rodeando el cráter en la finca de un granjero. De repente, algo comienza a salir del objeto caído. Y dice, Dios santo, algo se está arrastrando fuera de la sombra, como una serpiente gris. Ahora aparece otro y otro, parecen tentáculos.

Speaker 1:

Veo el cuerpo de la cosa es grande, grande como un oso y brilla como cuero mojado, pero ese rostro es indescriptible. En la radio se oye el supuesto reportero jadear de terror. La crónica continúa con dramatismo, la criatura marciana emerge del cilindro y lanza un rayo de calor abrasador contra los curiosos. Están disparando, grita el narrador, antes de que la transmisión caiga en silencio. La familia que estaba escuchando queda en shock, por supuesto, y poco después otro boletín informa que máquinas de guerra trípedas manejadas por los marcianos avanzan aniquilando tropas a su paso, usando rayos ardientes y nubes de gas venenoso.

Speaker 1:

Los boletines suenan tan reales, con explosiones y gritos lejanos que cualquiera creería que realmente está ocurriendo una invasión extraterrestre en tiempo real. El programa de radio continúa así por una hora frenética, simulando reportes desde distintas ciudades atacadas. Para muchos que sintonizan sin contexto, la narración es absolutamente convincente y aterradora. A lo largo de esa hora, 1000 de auditores experimentaron un pánico genuino, imagínense, en distintos puntos de Estados Unidos, personas que estaban escuchando la radio entran en crisis. Algunas familias huyen de sus casas en auto tratando de ponerse a salvo ante lo que piensan es el fin del mundo.

Speaker 1:

Otros tapan sus puertas, sus ventanas o se arman con escopetas decididos a enfrentarse a los hombres de Marte si aparecen. En las ciudades, las centralitas telefónicas colapsan, la gente llama desesperada a la policía, a los diarios, a las emisoras de radio buscando confirmación de la noticia o instrucciones de evacuación. El miedo colectivo, simplificado por la voz creíble de la radio, se esparce más rápido que cualquiera de estos supuestos marcianos, pero lo que la mayoría de estos auditores ignoraba era que toda aquella aterradora transmisión era en realidad una ficción. Se trataba de una obra dramática radiofónica radial basada en la novela La guerra de los mundos, del escritor H. G.

Speaker 1:

Wells. El responsable del programa era un joven actor y director llamado Orson Wells, que había adaptado la historia imaginaria de una invasión marciana presentándola como si fuera un noticiero real, completo con interrupciones de último minuto y reporteros ficticios para aumentar el realismo. Al inicio de la emisión, a las 8 de la noche, se había aclarado que era solo una dramatización, pero muchas personas sintonizaron más tarde y no alcanzaron a escuchar esa advertencia. Otros quizás sí la escucharon, pero la olvidaron ante la inmediatez de estos boletines posteriores. Así fue como 100 de 1000 de personas quedaron convencidas de que Estados Unidos efectivamente estaba bajo ataque de criaturas venidas de Marte.

Speaker 1:

La poderosa sugestión del miedo consiguió lo impensable, sembrar el terror masivo mediante una ficción muy bien ejecutada. Al día siguiente, la resaca de pánico fue noticia en todo el país. Los diarios publicaron en sus portadas titulares alarmantes sobre la histeria colectiva desatada por el programa de radio. Orson Wells, de solo 20 años, colectiva desatada por el programa de radio. Orson Wells, de solo 23 años, se despertó siendo el hombre más famoso, o infame, de Estados Unidos de la noche a la mañana.

Speaker 1:

Se reportó que 1000 de estadounidenses habían pasado un susto mayúsculo creyendo en la invasión marciana. Wells tuvo que dar una rueda de prensa improvisada ese mismo día, rodeado de micrófonos y cámaras, jurando que nunca quiso hacer una broma pesada y que estaba atónito por la reacción del público. Dijo, no imaginé que me convertiría en un suceso nacional de la noche a la mañana. Lo cierto es que la magnitud real del pánico de aquella noche todavía se debate. Investigaciones históricas posteriores sugieren que, si bien muchas personas sí se asustaron, la prensa de la época pudo haber exagerado el caos para desacreditar a la radio, un medio emergente que competía con los diarios.

Speaker 1:

No hay registros confirmados de muertes ni daños serios aquella noche. En parte, el mito del pánico nacional fue alimentado por los titulares sensacionalistas, pero más allá de la exageración, el impacto que tuvo es innegable, la gente vivió en carne propia a unas horas de terror colectivo provocado enteramente por el poder de la voz y el sonido. Y la elección perdura hasta hoy, aquella transmisión de la guerra de los mundos demostró, como nunca antes, la influencia de los medios de comunicación en las emociones de las masas. Era temprano en la era de las noticias instantáneas, pero quedó claro que una noticia falsa bien narrada podía infundir verdadero miedo. Orson Wells, por su parte, aprovechó la fama repentina, y lejos de arruinar su carrera, el incidente le abrió las puertas de Hollywood.

Speaker 1:

Unos años después, dirigiría Ciudadano Kane, considerada la mejor película de la historia del cine. Con el tiempo, él también admitió, con un poco de sonrisa, que todo había sido un magnífico accidente. Sin proponérselo aquella noche de 1938, Wells y su equipo crearon la madre de todas las bromas radiales, y a la vez un experimento social real sobre el pánico. Un experimento que reveló, para sorpresa de todos, cuán vulnerable puede ser una sociedad cuando sus miedos son manipulados, incluso por la ficción, y cómo estos miedos pueden propagarse más rápido que la verdad misma. Este episodio de Querido Ensayo fue escrito y producido por mí, Cristián Wagner Valdivia.

Speaker 1:

La música es de Envato y Blue Dut Sessions. Pueden escuchar este y todos los capítulos de Querido Ensayo en Querido Ensayo punto C L, en Radio Somos punto C L, en Spotify o Apple Podcast. Nos escuchamos en la próxima.