Diccionario sonoro que recoge los nombres, historias y lugares protagonistas de la emocionante aventura que representa la música contemporánea desde su creación a la actualidad. Más información: march.es/contemporanea
15. Llorenç Barber
Llorenç Barber. Compositor, musicólogo y artista sonoro (Ayelo de Malferit, Valencia, 6 de agosto de 1948).
“Yo vengo de una familia de agricultores que montaron una ‘fabriquita’. Había épocas en las que mi familia era rica; pero luego lo perdían y era pobre otra vez”. Llorenç Barber recuerda así a su familia, que vive en Francia, en Versalles, hasta que, en 1945, al término de la II Guerra Mundial, emigran a Valencia. A los diez años, ingresa en el Seminario Metropolitano y comienza sus estudios de órgano, gregoriano y la obra de Johann Sebastian Bach. Muy pocos años más tarde, a los quince, se va a dar cuenta de que “lo suyo es lo nuevo”.
Completa sus estudios musicales –piano y composición– en el Conservatorio Superior de Música de Valencia. “Allí no sacaba muy buenas notas”, cuenta, “porque siempre andaba haciendo veinte cosas a la vez”. También acude a los cursos de música nueva en Darmstadt (donde se forma con Stockhausen) y Bayreuth (con Boulez), y a la ‘Accademia Chigianna’ de Siena (con Franco Donatoni). Además, estudia Historia del Arte y Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid y realiza su tesis sobre el grupo de vanguardia ‘zaj’.
1970 es el año: entra en contacto con John Cage y con Juan Hidalgo, Walter Marchetti y Ramón Barce, ‘zaj’. Son figuras clave, sobre todo Barce, en quien se fija a la hora de dar comienzo a su carrera como compositor. En 1972, poco después de su paso por los Encuentros de Pamplona, funda Actum, grupo de ‘amateurs’ y profesionales enfocado en la difusión de la música minimalista, que inician su andadura en 1974, en la sociedad El Micalet. “Éramos unos jóvenes entusiastas que íbamos por libre. En el conservatorio había algún profesor que te sonreía y comprendía tu situación, pero el resto hacían como que no existía la vanguardia”, recuerda el valenciano.
En 1976 acude a Darmstadt. “Era una ciudad muy ‘art nouveau’, en la que se reunían todos los veranos los mejores compositores experimentales del mundo para compartir sus ideas y tratar de recomponer la herencia vanguardista del surrealismo, el dadaísmo y el espíritu de Weimar, que el nazismo había prohibido. Allí estaban todos: Ligeti, Stockhausen, Luciano Berio, Terry Riley…”. Al año siguiente la Fundación Juan March le concede una beca de creación con la que compone ‘Cercant un estel’, obra que se inspira en teorías históricas sobre el «monocordio cósmico»: correspondencias entre micro y macrocosmos.
En 1978, funda el Taller de Música Mundana junto a Fátima Miranda, y de esta colaboración nace la ‘Opera para Papel’, donde, cuenta Barber, “uno de los números consistía en quemar tres libros de poesía al tiempo que leíamos la poesía, abriéndonos paso entre las llamas y gritando aquello que se quemaba”. Al año siguiente es nombrado director del Departamento de Música de la Universidad Complutense de Madrid. Desde este puesto organiza diversos cursos de creación musical y conciertos. Ese mismo año pone en marcha el festival valenciano ‘Ensems’, dedicado a la experimentación sonora. Entre 1987 y 1990, colabora con el programa El Mirador, de RTVE.
De 1988 data la invención de –según el musicólogo Rubén López Cano– “una de las ideas más originales y hermosas dentro de la composición musical del siglo XX: los ciudadanos Conciertos de Campanas. Descomunales sinfonías de campanarios donde ciudades enteras suenan al compás de precisas partituras minimales […] coordinadas por medio de indicaciones cronométricas exactas”.
[Barber]: “Nosotros le llamamos arte público, pero arte público sonoro, que es una de las maneras más bonitas que se practica en estos días de arte. Convertir la calle, la ciudad, en un auditorio, y, desde hace treinta años, yo practico este arte público mediante el uso ortodoxo y heterodoxo de las campanas. Para mí, la campana es, no solamente un instrumento sonoro, sino un vaso de memoria. En cuanto uno oye una campana, toda una historia se le viene a la mente”.
Barber crea propuestas como la «música plurifocal». Ese término, que él mismo acuña, alude a la multiplicidad de focos sonoros que intervienen en sus conciertos, y celebra, por extensión, la naturaleza vibratoria de las cosas. Así suena una ciudad.
Las contribuciones de Barber no son solo de carácter puramente musical. Además de indagar en la poesía fonética junto a Fátima Miranda y Bartolomé Ferrando, escribe el ensayo ‘La mosca detrás de la oreja’ (2010), “obra fundamental para comprender el nacimiento y la evolución del arte sonoro y experimental en España desde la década de los setenta”, como bien dice la periodista levantina Marta Moreira.
Llorenç Barber, creador atípico, ‘outsider’, irrepetible, políglota… ha llevado sus Conciertos de Ciudad con campanas a más de 150 ciudades del mundo, de Escandinavia a Japón, de Brasil a Tailandia. En 2017 ha sido galardonado, junto a Carles Santos, con el primer Premio Bankia al Talento Musical de la Comunidad Valenciana. El Premio Guiness le ha reconocido ese mismo año por la “excepcionalidad y belleza” de su trabajo y al siguiente por dar forma al mayor ensamble de percusión corporal (20.000 músicos de banda). Es Doctor por la Liberis Artium Universitas con categoría ‘Cum Laude’; ‘Acadèmic corresponent’ de la Academia de Sant Jordi; desde 2011 es profesor invitado del Máster de Arte Sonoro de la Universidad de Barcelona, y, desde 2020, director del Máster en Arte sonoro por la ESMAR de Valencia.
La escucha de ‘Cantinela, pieza de 1994 para campanas preparadas’, de Llorenç Barber, sirve de broche de oro de este episodio.