Si se queda dormido escuchando La Venganza Será Terrible por la radio, ahora también podrá quedarse dormido escuchándolo a cualquier hora en formato podcast.
En lavenganzaseraterrible.com puede encontrar los episodios, etc.
¡La venganza será terrible!
Buenas noches, muchísimas gracias.
Estamos en el Teatro Rellina con mucha gente que ha entrado probablemente por error.
Hay, supongo yo, gente que viene de las provincias, ¿es verdad?
No, nadie.
No, absolutamente nadie.
Son todos de acá enfrente.
Sí, son las vacaciones de invierno.
Los tipos que animan shows de salsa, en medio del asunto por ahí, dicen
¡Ay, gente de Bolivia! ¡Ay, gente de Perú! ¡Ay, gente de Venezuela!
Nosotros quisimos hacer esto y no había nadie.
Eran todos de acá, todos familiares.
Eran todos de acá del barrio.
¿Usted sabe lo que dicen los cantantes de salsa y de otras músicas así parecidas?
No.
¿Cómo dice? Casi.
¿Cómo dice? Y dice.
Bueno, discúlpeme.
En una época, y no muy lejana, cuando coinciden algún lugar turístico,
como por ejemplo la Quebrada de Humahuaca.
San Clemente, el tuyo.
No, donde hay mucho turismo en un restaurante y empiezan a preguntar.
Yo decía que era de Rafaela, Santa Fe.
Salía de automata.
Genial.
¿Para qué?
Es una de las...
¿Usted suponía que a la gente, como supongo yo también,
que a la gente de Rafaela la tratan especialmente bien?
No, no lo sé.
¿No?
Era para molestar a mi hijo que le daba vergüenza.
Ah, bueno.
Yo he hecho cosas tremendas para molestar a mis hijos.
A mí me pasa.
Sentían vergüenza de su padre.
¿A ustedes parece?
A mí también me pasa.
Yo, por ejemplo, cuando iba manejando y me paraba un semáforo
y había una disquería, yo empezaba a seguir el ritmo así, ponía caras.
Y mis hijos que eran pequeños, papá, papá.
Igual que ahora.
Igual que ahora.
A mí me pasó también en Jujuy.
Justamente esto es verdad, ¿eh?
Todo es verdad, señor.
Esto es la radio.
¿Hay alguien de Montegrande?
En la hermosa provincia de Jujuy.
Estaba comiendo también con mi familia en un lugar.
Estaba lleno de gente, turistas.
Y el que atendía, el hermoso dueño todo del lugar.
Claro, incluso gobernador.
Sí, bueno.
Había gases en el lugar.
Pasaba por atrás mío con la bandeja para otras mesas y muy bajito me decía,
Vicentico.
Bueno.
Estruenati.
No hay manera de identificar a nadie.
¿Hay gente de Rafaela?
¿Quién?
Mentiroso.
Esto está preparado.
Me dice que sí.
Todo preparado.
Es como si yo preguntara, ¿está Antonio Virabén en la sala?
Está.
A ver.
¿O no?
¿Vino Antonio?
Bueno.
Vamos a recibirlo con un aplauso, Antonio.
No sé dónde está.
¿Dónde está?
No veo nada.
Se fue, dijo.
Se fue.
Se fue.
No dura mucho.
Ha venido muchas veces al programa, pero se va enseguida cuando comprende
que se ha equivocado.
Sí, sí.
Al menos desde hoy no va a venir nunca más.
Después de este momento, no viene más.
Bien.
Bueno.
No le damos cuenta de alguna pequeña cosa para mañana.
Sí.
Uy, miren lo que tengo.
¿Qué tiene?
A ver.
La gira.
¿Qué?
La gira que tenemos en agosto es impresionante.
El jueves 3 de agosto estaremos en Luján, en el Teatro Trinidad Guevara.
Sí, pidiendo adiós.
Entradas por ventaticket.com.ar.
Sí.
Igual todo esto lo pueden ver en lavenganzaseraterrible.com, ¿eh?
Porque después estaremos aquí.
En agosto vamos a estar el 17 y el 24 acá en El Regina.
Entradas por plateanet.com.
Pero el viernes 18 en San Isidro, en el Centro Cultural San Isidro.
Entradas por pastline.com.
Todo por el lugar es distinto a las entradas.
Bueno.
El 19 en Avellaneda y el 25 en Ciudad Jardín, en el Palomar.
Ya vamos a ir.
En el Teatro Reino.
Tengan paciencia.
Muy bien.
Pero eso sí, mañana, mañana sábado a las 22.30, Julia Molinari presenta su disco Flores en Invierno.
Y va a haber recitado de poesía por Natalia Bericat.
Sergio Zavala tocará la guitarra.
Muy bueno.
Y va a haber una cosa ahí tremenda.
¿Dónde?
En Hasta Trilce Teatro.
Que queda ahí en la calle Masa 177.
¿Ya tiene calle Masa?
Sí.
Sí.
Qué rápido hacen las cosas.
No es casual.
Para mí esto no es casual.
Claro, no es casual.
Esa calle incluso lo van a hacer en Días de Veda.
No, bueno.
Yo vivo en la calle Masa.
Bueno, Bullrich tiene un patio y todo así.
Tiene una calle también.
Hay una calle, ¿verdad?
La continuación de la Avenida Juan B. Justo, posiblemente se llamaba Avenida Bullrich.
Señores, vamos al tema que nos han encargado.
Ahora que realmente no sé cuál.
Qué cantidad de papeles.
Esto no va a alcanzar todo el programa.
Casi todas son denuncias.
En fin.
Atención.
¿Sí?
Atención, porque no es fácil gestionar este tema.
Bueno, bueno.
Porque se trata del disimulo.
La palabra disimulo es muy de carnaval.
Sí.
Las murgas incluían disimulo en sus versos para favorecer la gracia, etc.
El disimulo.
Eso.
En este caso, se presentan una serie de situaciones vergonzosas.
¿Cómo disimularlas?
Es genial.
Convertiéndolas en otra cosa.
Por ejemplo, si quieren empezamos ya.
Es uno de los informes más útiles de los últimos tiempos.
Porque ¿quién no vive una situación vergonzosa?
Todos en algún momento nos vimos involucrados en algo que no queríamos.
Incluso hay situaciones vergonzosas que no son exactamente un papelón,
sino que forman parte de nuestra condición.
Por ejemplo, no sabemos hablar un idioma.
El castellano, póngale por acá.
Sí, sí.
Entonces tenemos que disimularlo.
O usted está excedido de peso.
Bueno, eso no es una cosa que le pasó.
No, no.
Bueno, claro.
Continuamente usted está excedido de peso y lo quiere disimular por las razones que sean.
Por lo que fuere.
Porque socialmente está condenado, porque quiere levantarse una mena
y quiere presumir de flaco.
Hay trucos para todo eso.
Bueno, vamos a empezar con eso.
¿Y los demás?
Sí.
¿Cómo disimular?
Bueno, primero...
¿Dónde los tiene?
¿Dónde los tiene?
Lo primero para disimular es hablar de otra cosa.
Bueno, usted sabe que yo muchas veces tengo un poquito de exceso de peso.
No me diga.
No tengo ningún problema.
No, por supuesto.
No, bueno.
Ahora, la buena noticia es que no lo tengo en todo el cuerpo.
De la cintura para abajo sigo manteniendo las piernas delgadas.
Claro.
Bueno, y todo se cumula.
Digamos, en el abdomen.
Todo en el abdomen es como un cucurucho.
Cuidado.
Acá hemos recomendado mil veces la ropa ajustada, la faja,
pero la faja total, las que usa Rolón.
Sí, bueno, esas son las mejores.
Es un traje que te va tirando la gordura hacia arriba.
Bueno, está bien.
Empezás de abajo.
Claro, cuando llegás aquí, digamos, al cogote.
El cogote tiene toda la carne que viniste levantando desde abajo.
Incluso ves lunares que vos tenías, por ejemplo.
No, pero tiene el ombligo demonio.
En la cadera.
Parece un batrás el señor.
Bueno, dice acá el doctor Stacy Ferguson.
Uno de los mejores.
Especialista en disimulos de gordura.
Dice, es una doctora en realidad.
Lo primero que dice es eso.
Es que disimula tanto.
Soy una doctora.
Hoy por hoy a mí me da lo mismo.
Estamos viviendo tiempos distintos.
Bueno, señor, está bien.
Ese gesto de tolerancia va a ser remarcado en las redes.
Ahora, que le dé todo lo mismo no es ser tolerante.
No le importa nada.
Esta persona, esta doctora, que además es crítica de moda,
dice que es muy fácil parecer 5 o 7 kilos más delgada.
No 6.
No, claro.
Pero 5 o 7 sí.
Digo, claro, es fácil si uno pesa 140.
Claro, 5 o 7 no es nada.
No, pero dice que hay lo que ella llama la dieta de las pilchas.
De la ropa, claro.
Qué ingeniosa.
Extraordinario.
Y aquí viene una serie de consejos que sí son consejos de disimulo.
Bueno, acá, lápiz y papel, vamos.
Dice, descarte la ropa suelta.
O sea, ¿qué quiere decir?
El poncho.
Abróchese.
No, no, usar cosas más ceñidas.
Yo hubiera creído todo lo contrario y toda la vida pensé todo lo contrario.
Si uno está gordo, qué mejor que no se note con una ropa muy...
Usted se pone un saco ajustado.
Claro.
Entre botón y botón hay como un paréntesis.
Sí, sí, ya sé.
Por donde trata de emerger desesperadamente lo que podríamos llamar la buzarda.
Y cuidado con ese botón porque está como comparecido.
El estallido súbito de un botón demasiado ajustado suele salir como pedrada.
Dice, sin embargo, es frecuente pensar que la ropa suelta lo hace parecer a uno más gordo.
Lo que pensaba, no, al revés.
No, más delgado.
Más delgado.
Pero al revés.
Dice, sin ofrecer ninguna clase de argumento, la señora Stacy Ferguson.
¿Me puedo poner el abogado del diablo?
Sí, es lo que mejor le sale.
Si yo le pongo todo apretado, se me ven todos los rollos, la panza, los pechos, todo.
Usted está haciendo una descripción de usted mismo, le va a costar desmentirlo.
Bueno, usa ropa de tu talle.
Una buena modista puede ser tu mejor aliada.
Bueno, pero hay que ir a hacerse la ropa.
Y el corte es incluso más importante que los colores oscuros.
Sí, señor.
Todos dicen el negro.
Sí, el negro.
No, no, a usted le dicen el negro, pero colores oscuros son mucho mejores.
Si usted se pone una polera amarilla.
Parece rolo.
Bueno, sí.
Pero además, si la polera es rayada con rayas horizontales, usted es una abejita.
Si es blanca, usted es un lavarropas.
Igual me parece que son peores las rayas verticales, porque van siguiendo la sinuosidad.
No, claro.
Todos recomendamos, los expertos en moda, la raya vertical para que te hace más delgado.
En cambio, las camisetas con rayas así como, por ejemplo, los barqueros de Venecia,
los gondolieros, parecen gordos.
Bueno, sí, porque lo horizontal.
Y además, por ejemplo, si usted tiene una remera blanca negra, blanca negra,
rayas horizontales como los presos, quizás se le mete la negra entre un rollo y otro
y le queda toda blanca.
Claro, puede ser.
Un rollo, otro rollo, otro rollo, queda blanca.
Conviene, en el caso de las remeras, que sean largas,
porque una cosa que te hace parecer todavía más gordo de lo que eres,
es que no te alcance a cubrir.
Ah, bueno, claro.
El abdomen.
Y usted sabe que eso es posible porque la panza va comiendo tela.
Claro.
¿También?
Sí, también.
Lo único que le faltaba comer era la tela.
Y dice, la ropa interior, habla de la ropa interior esta doctora.
¿Qué tiene que ver la ropa interior?
Bueno, ella sabe porque es especialista.
Tiene razón.
Una ropa interior que se siente bien, lo hará parecer más delgado.
Como una ropa interior que se siente.
¿Qué tiene la ropa interior?
Esa será que se sienta.
¿Pero qué viene, con un accesorio?
Bueno.
Yo creo que la ropa interior, si no te la ven.
Claro.
Sí, pero hay que ver cómo usted la siente.
Bueno, yo la siento apretada como todo.
No, no conviene apretada.
Por eso lo vine a ver.
Sí, ¿qué tal?
Con un dolor de cabeza.
Bueno, ustedes saben que muchas veces,
y esto lo digo en todos los congresos donde tengo oportunidad.
Perdón, ¿el urólogo es acá?
Sí, señor.
Bueno.
Sí, pero atienden, comparten el consultorio, atienden uno y uno.
Bueno, bueno, entonces espero.
Nosotros decimos, a veces el problema es el elástico, ¿eh?
Y nada más.
Nada más.
Y nada más.
Entonces, si usted está muy seguido.
¿Usted es el urólogo?
Sí.
¿Está hablando del elástico?
Del elástico, por supuesto.
Bueno, creo que está hablando de otra cosa.
No, hablamos de la ropa interior.
Entonces, ¿el señor le gusta, no sé si lo siente apretado?
¿A qué se refiere?
¿Al elástico de la ropa interior?
Lo siento, sí.
Bueno.
Pero, ¿cuántos elásticos?
Había que rediseñar la ropa interior.
Sí.
Poner más elásticos.
¿Más?
¿Además de la cintura?
El de la cintura y habría que poner en cada pierna otro elástico.
Pero algunos tienen, el slip tiene elástico en las piernas.
Bueno, no importa.
Acá dice.
El que supere sus miedos hacia las medias reductoras.
Lo que hablábamos nosotros.
Sí, claro.
Mire usted, una gran variedad de estos productos,
incluyendo corpiños que eliminan pliegues de grasa de la espalda.
No sabía.
¿Qué tal?
¿Se lo pone de mochila al corpiño?
¿Hay corpiños que eliminan pliegues de grasa de la espalda?
Bueno, debe ser el...
Me imagino que el corpiño solo o el conjunto va a llevar.
Perdón.
¿Usted quién es?
Yo trabajo con usted en negocio.
Ah, bueno, pero cambia el personal todo el tiempo.
No lo llego a reconocer.
Es muy raro esto.
Usted ni siquiera se conoce.
No, que no llego a reconocer.
Usted en negocio.
Mire, yo estoy...
Yo no me siento muy confiado.
No, porque...
Yo estoy...
Tengo 25 años.
Cumplí las bodas de plata.
¿25 años tiene usted?
No, señor.
Los grandes no nos comprenden.
Cumplí las bodas de plata en el rubro.
Las bolas de plata del rubio.
No.
Con razón.
Las bodas de plata en el rubro de calzoncillos afines.
No, y también lecería para mujeres y todo acá.
Ropa interior en general.
Usted es nuevo, así que no me va a decir a mí lo que vendo hace 25 años.
Bueno, ¿a usted qué le pasaba?
¿Qué quiere, un corpiño?
No, no, yo quiero disimular mi alto peso.
Bueno.
Vengo de parte de la doctora Stacy Ferguson.
Ah, bueno, bueno.
Yo lo que tengo miedo es que si le damos un talle muy justo,
que el elástico vaya cediendo.
Claro.
Y después se le vaya agrandando el elástico.
Sí, claro.
Y después el calzoncillo se le cae.
Pero acá dice, divida su figura en dos.
Si usted tiene un poco de panza,
la mejor táctica es ponerse un cinturón que la cruce.
Una especie de América Central.
Claro, sí, pero...
Le queda como muy afuera el cinturón.
Esto da la sensación de un tronco más corto
y unas piernas más largas, dice Stacy.
Sí, pero el tronco corto, no sé si...
Y eso te hace parecer más alto y más flaco.
La misma lógica para las camisas.
Ajá.
En vez de usarlas a la altura de los muslos...
Sí.
¿Cómo a la altura de los muslos?
No, eso es un poncho.
No, señor, que cuelgue la camisa a la altura de los muslos.
No, no, como una guayabera.
Ah, la camisa afuera.
Afuera.
Ah, la camisera.
Sí.
Bueno.
Finalmente, la harta de estas cosas...
Stacy dice, destaque sus partes favorables.
Bueno.
Exacto.
¿Cuáles serían sus partes favorables?
A mí me dijeron que tengo unos ojos preciosos.
Sí, es verdad.
Se los vemos ampliados por el aumento de los anteojos.
Claro.
Así que...
Bueno.
Si, por ejemplo...
Claro, usted tiene brazos largos.
Sí.
A veces demasiado largos.
Eso no es bueno, ¿eh?
No, no.
¿Cómo hago yo para disimular que tengo brazos largos?
Porque incluso se ríen las personas cuando me ven juntar monedas del suelo sin agachar.
Bueno, sí.
Igual a la hora de marcar preferencias creo que es mejor tenerlos largos a tenerlos cortos.
Puede ser, sí puede ser.
Sí, porque el corto...
Yo los tengo cortos.
Yo me meto la mano en el bolsillo.
Está bien, la enrolla.
En el bolsillo del pantalón.
Claro, sí, sí.
Sí, sí.
Y claro, ahí queda normal.
Sí, claro.
Porque no se sabe hasta dónde me llega.
Lo que hay que tratar es no mover la mano.
Porque entonces ahí el tipo se da cuenta que estás casi por debajo de la rodilla.
Claro, sí, sí.
La va de canchero.
También puede hacer gestos de...
Cruzarse de brazos.
Cruzarse de brazos, tomarse el pecho y el corazón o sostenerse la pera.
A menos que lo tenga tan largo que...
Claro.
La pera para arriba.
Sí, sí.
Como una piña.
Bueno.
También hay que disimular otras cosas más circunstanciales.
Por ejemplo, en tu casa te sale mala comida.
Ah, vamos a otro tema.
A otro asunto.
Otro disimulo.
Te sale, qué sé yo, tostadas quemadas.
Sí.
A quién le importa.
No, pero se le puede quemar una comida.
Si se le...
Con un cuchillo le sacas todo el...
Totalmente.
Raspe la parte peor.
Sí.
Unte la tostada con aceite de oliva, espolvoree, algo de queso parmesano.
Pero es fácil, tengo que hacer todas esas cosas, hago de nuevo la tostada.
Pero vas a comprar pan.
Voy a comprar un pedazo de pan y listo.
Sí.
Pero están los invitados ahí sentados.
Usted tiene que servir.
Quemar alguna tostada tiene su lado positivo porque absorben olores desagradables de su cocina.
Yo cada vez que percibo olor desagradable...
Sí.
Pongo la tostadora.
Sí.
Y las dejo, agarro y las atajo.
Claro, en vez de que salgan...
Para que no salten, las tengo ahí.
Claro.
Y se quema la tostada.
Es un poco peligroso.
Adiós olores.
Sí, claro.
Bueno, usted sabe que el carbón, si en eso se han transformado, absorbe todos los gases.
Sí, no me lo diga.
Absorbe.
¿No vio que cuando usted se va de vacaciones, usted me imagino que pone una bandeja de carbón en la heladera?
¿Para qué?
¿Para qué?
Para que no tome olor la heladera cuando la desenchufa.
Nunca escuché semejante cosa.
Yo tampoco.
¿No escucharon eso?
¿Cómo va a poner el carbón?
Todo el mundo lo hace.
Mentira.
No pregunte porque hoy nadie contesta nada.
Bueno, puede ser también que le haya pasado el bife arrebatado.
Sí.
Eso es lo peor que le puede pasar.
Y todo seco.
Se lo digo como chef.
¿Usted es chef?
No, solamente soy así, un poco exagerado.
Sí.
No, el bife arrebatado, claro.
¿Quemado por afuera?
Quemado por afuera y crudo por dentro.
Sí.
El desastre perfecto.
Bueno, pero ¿qué?
¿En cualquier lado del mundo lo aplago desde pie?
Sí.
Porque eso es lo que se lleva, ¿no?
En España se come así.
Buenas tardes.
Si tráigame, por favor, un solomillo bien arrebatado.
Al tiempo.
Al tiempo que...
¿Sabe lo que usted puede cuando se le quema?
Cualquier cosa que se le queme en la cocina,
que ya usted ve que es irremediable,
llega a la mesa y les dice algo ahumado.
Entonces hace pasar todo por ahumado
y va a ver que es recibido de otra manera.
Y nunca falta un chivarita.
Sí, sí.
Bueno, el bife arrebatado, sin embargo,
dice otra persona que es un profesor,
el profesor de Shetler.
Bueno.
Cocinero también.
Dice, úntelo, se refiere al bife posiblemente,
con una mezcla de morrón y ajo
y preséntelo como ennegrecido.
Exacto.
¿A qué se refiere?
No, perdón.
Le voy a presentar algo ennegrecido.
Acabo de untármelo con...
Morrón y ajo.
Con morrón y ajo.
Sí, porque el ajo y el morrón
disimula todo.
Disimula todo.
Disimula todo.
Son fuertísimos.
Bueno, también está si la sopa le salió salada,
échele agua.
Agua la diluye.
O azúcar.
Sí, bueno, puede ser.
Qué rica debe ser, ¿eh?
El pan duro.
Sí.
Le juro que en mi casa no hay pan duro.
¿Sabe lo que puede ser?
Ponerlo en el horno unos minutos.
Claro.
Sí, claro.
O las tostadas, después se le quema.
Pan duro, después se le quema y así está.
Si la fruta está podrida.
Sí.
Eso es tremendo, ¿eh?
Si usted sirve fruta, ya sirvió fruta.
Bueno, sí, pero a veces...
No, ¿cómo?
El otro está esperando un tremendo postre.
No, bueno, pero...
Y usted le presenta ahí una manzana que encima está podrida.
Ah, no.
Qué mejor fruta, qué mejor postre que la fruta.
Tuvimos un almuerzo muy saludable.
Sí.
El postre también va a ser saludable.
Es fruta de mi propia huerta.
Ah, ¿usted tiene huerta?
Sí, sí.
Pero, ¿de qué año es?
Claro, porque...
Son las primeras manzanas que salen.
Cuanto más orgánicas son, son más chicas.
Y más feas.
Sí, bueno.
Cuanto más sanas son las manzanas, buenas tardes.
Buenas tardes.
Peores.
No, bueno, de todas maneras hay una corriente también de...
Cerrá la puerta, vos.
No, no.
Que insisten en que comer cosas podridas, frutas podridas, favorece a la salud,
como los hongos que se come.
Con todo lo que sea podrido.
Con los agures.
Está muy bien recibido en ciertas corrientes de pensamiento.
Y bueno, sí.
Porque viene a medio digerir.
Yo se lo doy podrido.
Viene a medio digerir.
Viene a medio digerir.
Sí, sí, sí.
Usted le está ahorrando a su aparato digestivo, por el cual tengo el más profundo de los
respetos.
Sí, como yo también.
Le está ahorrando trabajo.
Claro.
Pero no le ahorre tanto, porque el aparato digestivo se vuelve...
Perezoso.
¡Perezoso!
¡Perezoso!
¡Claro!
Esa es la palabra.
Usted come cualquier cosa y el aparato digestivo es perezoso.
Y yo...
Sí.
Mirá lo que pasó.
Otra vez.
¿Sabe qué tiene?
Ah, dice, yo no le dijeron nada.
Usted siente que tiene como piedras.
El médico me lo dijo.
Me dice, usted tiene intestino perezoso.
¿También?
No, bueno.
Entre otras cosas, ¿no?
Bueno, pero volvamos ya a las situaciones.
Bragueta abierta.
Sí.
¿Cómo disimular?
Bueno, usted ya sabe que la tiene.
Casamiento.
Su propio casamiento.
No, usted no sabe que la tiene.
Su propio casamiento.
Ahora, perdón, una nota al pie respecto de la bragueta.
¿Se le avisa a la persona?
Usted hace avistaje de bragueta abierta.
Sí, sí, sí.
Hay eufemismos, como farmacias de turno.
Sí.
Bueno, sí.
Roberto, ¿qué farmacia está de turno hoy?
En Arcas la Ceja.
Claro.
O sea, hay que avisar.
No es de mal gusto avisar.
O Petrus y así.
Bien.
Roberto, el farmacéutico está en la puerta.
Claro.
Mejor no continuemos.
Esta situación no es que haya que disimular.
Pero en realidad sí.
Porque si uno está muy expuesto a las miradas,
levantarse...
Es peor, es peor.
Es mucho mejor arrimarse a los muebles,
abrazar a su novia por atrás,
ponerse detrás de una cortina.
Esas son formas de disimular.
Pero si se tratara...
No, porque usted cuando baja las manos
para hacer el procedimiento,
todo el mundo mira a ver qué pasa.
Además que hay cámaras.
Después ya se viraliza un video en el cual está usted.
Bueno.
Con objetos que incluso incluyen el agacharse un poco.
Claro.
Parece que le van a tirar un tiro libre.
Siempre estamos hablando de un cierre que funciona.
Claro.
Pero a veces no funciona.
Usted descubre que colapsó el cierre.
Claro.
A mí me han dicho que si usted le pasa jabón al cierre...
Claro, que no va a sacar un jabón del bolsillo.
Claro.
Va a empezar a jabonar el cierre.
Menos mal que esto es radio, ¿no?
Sí, sí.
¿Qué va a decir la gente?
De todos modos, esto se disimula mucho con conversación.
Claro, usted distrae a las personas con otra cosa.
Sí, sí.
O yendo al baño.
Sí.
Una mancha, una mancha de grasa, claro.
Si usted...
Se va a casar, ponerle.
Sí.
Otra vez, disculpe.
Pero todos los problemas son el casamiento.
Y tiene un traje blanco porque...
¿Por qué?
Porque quiere figurar.
Bien.
Porque usted es una persona, nada le conforma.
Siempre quiere sobresalir.
Dice, lo que me caso en verano, me voy a poner un traje blanco.
Sí, sí.
Y se le hace una mancha.
Sí, blanco.
Y justo tiene que entrar el inglés.
Bueno, acá dice, aplique alcohol sobre la zona.
Sobre el traje, no hace falta sobre toda la zona.
No, no, sí, sobre la zona del traje.
El alcohol, supongamos que fuera una mancha de tinta.
Claro.
Afloja la tinta.
Sí, pero la chorrea, la dispersa.
La desparrama.
Un traje blanco no le saca la mancha de tinta.
No le saca nunca.
Nunca, jamás, no.
Bueno, y no me importa.
No me importa.
Romper algo en casa ajena lo hemos hecho muchas veces.
Sí.
Sí, es verdad.
Pero sigue siendo una situación.
Las soluciones van.
El disimulo pasa por esconderlo, que es lo primero que yo haría.
No, bueno, no.
¿Cómo esconde?
Bueno, entonces, segundo, tirarlo.
No, bueno, pero...
Se cayó una estatua.
La rompiste, la tiras.
No.
¿Pero qué?
La tiramos, ponele que tenga fondo la casa del tipo.
Sí.
Se la tiramos al vecino.
Me parece muy osado.
Yo creo que hay que afrontar la situación.
¿Cómo va a afrontar la situación?
De repente hay mucha gente.
¿Cómo saben que fue usted?
Que no se haga cargo.
Bueno, ahora, si lo rompiste delante de otro,
ahí sí podés ofrecer dinero para pagarlo.
O dinero al que te vio para que no diga nada.
Hágaselo, Octavio.
No, pero...
Discúlpeme, pero esto no subsana.
¿Qué?
¿Quién?
Que no subsana.
¿Cómo está, Susana?
No subsana el daño hecho.
Cómo no, con mucho gusto.
No subsana el daño que te hice.
Bien.
Romper algo en el baño es mucho mejor.
Sí, porque usted sale del baño y...
Usted sale del baño y yo ya estaría roto.
No, también hay cosas que uno, no es que las rompa,
pero de algún modo,
no es que las rompa,
pero de algún modo,
no es que las rompa.
Hay cosas que uno, no es que las rompa,
pero de algún modo las desarma
y las quiere recomponer y es peor que da.
¿Qué cosas puede desarmar?
Por ejemplo, hay montículos decorativos.
Qué lindo, ¿dónde los venden?
¿Qué tal, cómo le va?
Quisiera mirar un montículo decorativo.
Es arte moderno, ¿no?
Un cubo.
Entre cubo y subsana estamos en...
Un cubo con un círculo.
Volúmenes, sale mucho el volumen.
Ah, volúmenes.
Usted habla de cosas que yo no he visto nunca.
Pero ¿cómo que no, señor?
Carbón en heladera.
Volúmenes.
Volúmenes.
Escúcheme, ¿cuánto cuesta el volumen que está en la vidriera?
No, se vende todo el conjunto.
Entonces, viene armado una cosa, encastra con otra.
Pero si usted lo manotea y se desarma,
no lo puede volver a poner en posición.
No lo ponga, ¿qué me importa?
¿Usted alguna vez le tocó ofrecer dinero al dueño?
No.
Yo sí y me aceptaron.
¿En serio?
¿Cuánto dinero era?
500 pesos.
Ah, bueno.
Jorge Lorio.
¿Qué le rompió por 500 pesos?
No rompió nada.
Una lapicera.
Sí, en esos casos no.
Ahora, ¿le puedo decir una cosa?
Hay gente que tiende prácticamente trampas,
o podríamos llamar emboscadas,
con cosas que ya están rotas.
Ya están rotas.
Y te la toca.
Y la pone.
Y usted la toca.
Ay, mirá lo que me rompiste.
Claro.
¿Qué te lo rompí si ya lo tenías roto?
Claro.
Dice usted.
Hace años.
Sí.
La última vez que vine, también hiciste el número este.
Sí.
De que te habían roto el...
Sí.
Bueno, sí.
Era el montículo.
El volumen.
El volumen.
Bueno, hay objetos que el valor está en que estén rotos.
Ah, no me digas.
Sí.
En Japón, por ejemplo.
Se usa mucho la cosa rota.
Sí.
Sale mucho.
No, en la ropa.
En la ropa también.
Yo tengo unos jeans.
Bueno, se usan mucho.
Bueno, tiene una rajadura que lo atraviesa.
Pero ¿se juntan las piernas o tiene como mangas separadas?
No sé.
Tanto es así que uno no sabe cómo ponérselo.
A veces me los pongo y me sale el pie por la rajadura.
Claro.
Y sí.
Y no queda bien.
No, bueno, pero...
No queda bien.
Le queda el pie y las medias todos desnudos.
Y por ahí por la rodilla le empieza a colgar el resto del pantalón.
Claro, un pedazo de tila.
No, no se lleva eso.
Ahora, usted va a una tienda de ropa, desde que está acá en la Avenida Santa Fe,
el jean nuevo, supongamos, vale 10.000 pesos y el roto vale 20.000.
Sí.
Está muy de moda la ropa fea.
Sí, rota.
Sí.
Hay una casa que vende prácticamente el vestuario de Stalin.
Sí.
Bueno, extraordinario todo esto.
Hay más cosas.
Hay más cosas.
Situaciones.
Bueno, la edad.
Sí, disimule la edad.
¿Sabe cuál es el problema?
Porque yo me imagino que la edad se puede disimular con un vestuario joven, por ejemplo.
Claro.
¿No será peor?
No sé.
Pero a veces es peor.
Usted se pone una remera de tines twizzle.
Sí.
Yo me pongo una remera de tines twizzle, me pongo un patalón chupín,
y me pongo unas zapatillas all stars, y me pongo una gorra,
y me pongo anteojos, y unos auriculares.
Y ya.
Y un barbijo.
Sí.
¿Y quién se acuerda?
Y una capucha.
Sí.
Claro, es un niño.
Claro, pero cuando uno usa ropa pasada de moda, por ejemplo, calzoncillos de casado.
Sí, bueno, los largos de tela.
Calzoncillos blancos pinzados.
De tiro largo.
Que se planchan.
Sí.
De tiro largo.
Sí.
Bueno, ya.
Sí, eso.
Usted empieza a tener...
Un pantalón muy alto.
Ah, el tiro alto.
El tiro alto prácticamente al sobaco.
Claro.
Entre el pecho y la panza.
De repisa.
Una bragueta que le queda una bragueta así.
Sí, sí.
Unos cierres que valen el doble.
Claro.
No, quizá la bragueta le queda más arriba.
Y bueno, las maniobras son tremendas.
O muy ancho el pantalón.
Sí.
O peor, cosas pasadas de moda que antes eran furor.
Sí, señor.
Que no hay nada más viejo de Sea Wild que lo que acaba de envejecer.
Entonces, ¿se acuerda de los pantalones softboard?
Sí, por supuesto.
Estaban hechos con propósito de escándalo.
Propósito de notar moda, de notar novedad.
Y cuando pasa eso, se convierte en algo mucho peor que el pantalón de tiro alto.
Claro.
El énfasis al revés.
Claro.
Que se le viene en contra.
Exactamente.
Pero después vuelve.
Vio que la moda vuelve.
Buenas tardes.
¿Qué tal?
¿Cómo le va?
Ropa juvenil quisiera, como para mí.
Ah, ¿para usted?
Sí.
Sí, sí, para él.
Bueno.
¿Quiere tomar asiento?
No, no.
Ropa juvenil, como para mí.
Quiero comprarla.
La señora, eso es la señora, ¿no?
Soy el amigo del señor.
Ah, perdón.
Estamos trabajando juntos.
Salimos de la oficina porque le digo,
no puede estar vestido con esta ropa de los años 70.
Bueno, no, pero lo importante es el estilo con la que la lleva.
Bueno, también.
Quisiera ver ropa juvenil para mí.
Bueno, ¿a usted le gusta más bien?
Sí.
Pero si no le dije nada.
Pero me gusta todo.
No, si le gusta ya roto o más la ropa entera.
No, a mí me gusta rota la ropa, pero que me la rompan acá.
Ah, bueno, bueno, sí.
Quiero ver cómo la rompen.
Bueno.
Claro.
Porque a veces venden ropa que se rompió.
Sí, claro.
No que la fabrican rota.
¿Entiende?
No, no, bueno, por supuesto.
Ropa fallada.
A mí me gusta, por favor, lo que quiero es remera,
una docena de remera con inscripciones en inglés.
Sí.
Bueno, sí, pero eso es un poco...
The teacher and the pupil are in the classroom.
No, no.
Yo le recomiendo que hay muchas celebridades que tienen remera,
dice Miami, por ejemplo.
Claro.
Adelante.
Bueno, sí, puede ser eso.
Y también es muy juvenil ahora, más el invierno, un cangurito.
Un cangurito.
En medio de un perro llega un cangurito.
A los saltos.
Un buzo con capucha y con los bolsillos acá.
Ah, para meter la mano para adelante.
La mano para adelante.
Parecés gordo aunque peses 14 kilos.
Sí, sí.
Pero está de moda eso.
Está de moda.
Y parecés joven.
Bueno, devuélvame, por favor,
que no tengo ganas de andar probándome.
Total.
Sí, pero no es de joven envolver las cosas tampoco.
Igual se la lleva así.
Igual se la llevo pateando.
Rubén, yo te diría probate la ropa porque los números son distintos
ahora que los que usabas vos.
Claro.
Lo que era antes, talle 54, ¿qué es?
Ese es XXXXL.
Yo la vi en esa película.
Sí, sí.
Pero, bueno, me parece que usted también va a llevar algo.
¿Por qué no llevas algo y salimos juntos y nos ponemos ropa igual?
¿Sabés lo que me gustaría?
Porque yo más o menos tengo ropa como verán.
Uno de los vestuarios tengo cinco distintos.
¿Esa del camiseta platense o de otro...?
No, es ropa informal.
Él dice así, informal.
Lo que me quiero poner es una gorra con visera
como las que usa Manuel Moreira.
Sí.
Pero para atrás.
Ah, se la da vuelta la visera.
Es la misma gorra.
Ah, yo pensé que eran modelos distintos.
No, es la misma gorra.
¿Puede ser con una hamburguesa, un dibujo de hamburguesa?
Un dibujo de hamburguesa puede ser.
Para mí con papas fritas.
Bueno, extraordinario enforme.
Sí, muy completo y muy útil.
Está también cómo disimular el mal aliento.
Ah, lavándose los dientes.
O comprando pastillas de menta en un kiosco.
Me estoy solucionando todo muy rápidamente.
No, bueno, pero digo...
No, pero si usted en un momento está por darle un beso a una dama,
¿qué va a decir?
Voy a ir hasta la farmacia que está a 7 cuadras
a comprar un paquete de pastillas.
No.
No.
¿El bicarbonato?
No tengo, es lo mismo.
Tengo que ir a la farmacia.
Para eso compro pastillas de menta.
Tiene que ser una solución en el mismo instante.
¿Un carbón en la boca?
Me está gustando.
Creo que es el momento indicado para que aquí,
en el Teatro Regina de la Ciudad de Buenos Aires,
ingrese por alguna andija,
aunque sea pequeña, algo del pensamiento ajeno.
Vamos a hablar de Enrico Caruso,
uno de los mejores tenores de la historia.
No podemos saber cómo cantaba exactamente,
porque la música de Caruso,
la música de Caruso,
no podemos saber cómo cantaba exactamente,
porque las grabaciones de Caruso
son todavía con la técnica acústica,
que deformaba bastante la voz.
Podemos conjeturarla,
pero la técnica de grabación
llega a un salto decisivo en 1925-1926,
que es la grabación eléctrica.
Y ya ahí empieza a escucharse
igual que lo que usted escucha ahora.
Después todo lo que se avanzó de 1925 hasta la actualidad
son detalles importantes, pero detalles.
Lo otro es como si hubieran inventado de nuevo el asunto.
Es verdad, tiene razón.
Antes se imprimía con lo que recibía acústicamente.
Sí, pero además con una bocina.
Una bocina es como escucharlo por teléfono.
Bueno, ajeno a todo esto, Caruso nació en Nápoles
el 25 de febrero de 1873.
No, 1873.
Si hubiera nacido en 1833,
no hubiéramos escuchado muchas grabaciones.
Fue el cantante más popular del mundo,
por lo menos en los primeros años del siglo XX.
Tenía, según parece, una voz extraordinaria,
una técnica impresionante
y fue uno de los primeros en ser conocido
con el término de celebridad,
llegando, qué sé yo, a millones de personas
a través de los diarios, las revistas, los libros, el cine.
Tal como concebimos ahora la celebridad.
Pero cuando era chico era pobre, era muy pobre.
Creo que es obligatorio ser pobre
para ser una celebridad.
O sea, vamos muy bien.
Sí, sí.
Nos espera un destino de celebridad.
Bien, Enrico comenzó a trabajar a los 10 años con su papá.
Trabajaba como mecánico arreglando fuentes públicas,
mirá vos.
Y también como obrero en una fábrica de telas.
Fue a la escuela solo por un tiempo,
recibió una educación básica.
Formó parte del coro de la iglesia.
A él le dijeron, che, este canta fenómeno.
Se puso a cantar en la calle
para juntar dinero para su familia.
Cantaba en los cafés, en algunas fiestas.
Y recién a los 18 años se pudo comprar
los primeros zapatos de su vida.
Fue a la zapatería y dijo,
me vengo a comprar el primer par de zapatos de mi vida.
Su éxito fue fulgurante,
pero, o más o menos, porque no lo hizo de un día para otro.
Le costó encontrar su camino.
Al principio se sentía más barítono que tenor.
Eso pasa mucho.
Hay muchos cantantes.
El elegir el registro equivocado.
Eso pasa cuando uno anda por el medio.
Entonces no sabe, no se decide.
En general, a todos les tienta cantar más agudo.
Tenor.
Claro, y tiene cierta razón.
Al final terminó como tenor
y sabía unas 500 canciones al fin de su carrera
y tenía, perfectamente sabidos también,
60 roles de ópera, 60 papeles de ópera.
De memoria.
De memoria.
Qué bárbaro.
Estuvo en la Argentina, Caruso, varias veces.
En 1899 cantó en el Teatro de la Ópera.
En 1900 interpretó Cavalería Rusticana, de Mascagni.
Debe haber interpretado las dos,
porque Cavalería Rusticana se da con Ipagliacci,
que son óperas breves y se dan las dos juntas.
Bueno, Manón de Mazerne, La Bohème, la de Puccini.
Pero después volvió a la Argentina en 1901, 1903.
Y en 1915 y en 1917 se presentó ya en el Teatro Colón.
Creo que con Lucia de la Mermur.
Y también en el Odeón de Tucumán y en la Ópera de Rosario.
Parece que cuando Caruso anduvo por la Argentina,
no perdió tiempo en cuestiones de amor
y se hizo de un amante.
Es decir, sí perdió tiempo en cuestiones de amor.
La amante se llamaba Abina Velázquez.
¿La podemos decir ahora?
Bueno, bueno, qué bárbaro.
Yo no quisiera comprometer a nadie.
No, bueno, pero qué revelación.
Y en sus cartas la llamaba la amante argentina.
O sea, como para no dejar lugar a dudas.
Nada que mi amiga argentina.
No, no, mi amante argentino.
Sí, bueno, pero eso indica que hay otras en otros países.
Cada país tenía una amante.
Estas cartas están, incluso con alguna fotografía de la muchacha,
y se venden en la casa de remates de Londres, Christie's.
Por si usted quiere comprar esas cartas y esas fotos.
Enrico Caruso tuvo una relación amorosa con la soprano Ada Giacchetti
mientras ella estaba casada.
Bueno.
Luego ella se separó de su marido y se fue a vivir con Caruso.
Y tuvo cuatro hijos.
Bueno, no se puede decir que fue una relación pasajera.
No, no, para nada.
Bueno, parece que Ada fue maestra vocal de Caruso.
Además de su amante.
Es decir, con el pretexto de que era la amante, la enseñaba a cantar.
No, quizás fue al revés.
Un verdadero abuso.
Sí, la verdad que sí.
Bueno, pero después la pareja se disolvió.
Quiero decir que se separaron.
Sí, claro.
Una pareja se disuelve y piensa que es un alical.
Sí, sí, se hizo.
Pero parece que Caruso le fue infiel a Ada con su cuñada.
Ah, ¿con la cuñada de quién?
Con la cuñada de Ada.
Casi, ¿no sería la hermana de Caruso?
Claro.
Por favor.
Todo puede ser.
No, bueno.
Su segundo matrimonio fue con la estadounidense Dorothy Park Benjamin,
hija de un rico, de un rico abogado.
Con Dorothy tuvo una hija, pero a Dorothy también la engañaba, y con muchas mujeres.
Bueno, entonces ¿para qué da la lista?
Escupamos todo.
Ella escribió dos biografías de Caruso.
¿Dos?
Una verdadera y otra falsa.
¿En serio?
¿Y cuál es cuál?
Es un buen recurso.
Sí, pero ¿cuál es cuál?
No, ese es el detalle.
Biografía A, biografía B.
La B uno puede pensar que es la verdadera.
Sí.
Enrico tuvo amigos en la Argentina.
Uno de estos amiguetes fue el pintor de origen italiano, Felipe Galante,
un artista plástico que llegó a Argentina ya a finales del siglo XIX.
La amistad empezó porque Caruso tuvo la idea de tomar clase de pintura con Galante.
Al final terminó siendo el padrino de una de las hijas del pintor.
Y a Caruso le gustaba dibujar y hacía muy buenas caricaturas.
La actriz Lidia Catalano, nieta de Galante, contó que cuando Caruso los visitaba
en su casa de Villa Crespo, se hacía preparar pastas con crema, alcaparras y nueces.
Ahora bien, Caruso tenía un estilo que fue perfeccionando.
Y se fue a vivir a Estados Unidos.
Y, bueno, le agarró una especie de romanticismo, de manierismo, diría yo.
Era muy romántico, tendencia a suspirar, todos estos recursos.
Y en Nápoles no gustó eso.
Les parecía que era amanerado.
Desde luego, esta manera de cantar, esta maniera, fue un éxito en Estados Unidos.
Y Caruso se radicó para siempre en 1903.
Pero a los neapolitanos les daba un poco de bronca.
¿Por qué no cantan como te faltan más?
Y, bueno, ahí en Estados Unidos se disparó el fenómeno Caruso.
Y ahí, dale, metan en el Metropolitan, Opera House, el rey del bel canto mundial.
Y lo que en Nápoles era considerado un artificio, en el mundo era considerado
un arte exquisito.
Cantaba en italiano, pero también en francés y en inglés.
Bueno, los cantantes de ópera cantan siempre en cualquier idioma.
Durante 17 años consecutivos fue la estrella del Metropolitan de New York.
La Víctor le pagó con un millón ochocientos veinticinco mil dólares
por un contrato que para esa época era récord de récord.
En 1919, en México, Caruso cantó en una plaza de toro, dice acá.
O en una plaza, quizás.
Pero llovía, parece que llovía.
Entonces, cantó bajo un paraguas.
No era como ahora, que está todo techado, te echan las canchas de fútbol.
No, nada.
No, tomó un paraguas y cantó.
Y empezaron denuncias, no solo en México, en todo el mundo,
cada vez que actuaba Caruso, porque había faltas contra el orden público.
¿Cómo?
La gente empezaba a salir o empezaban a cantar las canciones de Caruso
en los bares, en las calles, hasta el amanecer,
molestando al alemán, por ejemplo, que quería dormir.
Claro.
Yo que siempre hay un alemán que quiere dormir.
Pero no sé, señor.
Y no puede.
Era como el rock de esa época.
Algo así, claro.
Caruso tenía la costumbre de vestirse de Papá Noel para Navidad
y entregaba regalos a los niños.
Durante la Primera Guerra Mundial recaudó hasta 5 millones de dólares
para la Cruz Roja.
Bueno, tenía muy buen olfato para los negocios,
pero era muy supersticioso.
Juntaba estampillas.
¿Qué tiene que ver que junte estampillas con que sea supersticioso?
Pero sí, llevaba consigo una bolsa llena de amuletos, allí donde fuera.
Compró un escarabajo, una mano de Fátima, una pata de conejo,
un trigo de cinco hojas.
Muy bien.
En 1920 estaba interpretando Sansón y Dalila.
Y Caruso hacía de Sansón, imagínense.
Y en el momento que estaban derribando las columnas, ¿se acuerda?
Sí.
Esa parte.
Se le cayó en la espalda a Caruso una columna.
¿Una columna?
Y a partir de entonces cambió su buena suerte.
Y empezó a tener otros problemas.
Tuvo una pleuresía y entró en un periodo de varias operaciones seguidas.
Lo que cuentan es que mientras estaba representando Sansón,
él que siempre llevaba la bolsita de amuletos, ese día se lo olvidó.
Y entonces consideró que la desgracia de la columna
fue a causa de haberse olvidado los amuletos.
Claro, podría ser.
Mientras vivía en New York, Caruso estaba seguro
de que era perseguido por la mafia siciliana.
Que no estaba dispuesto a que fuera un napolitano
el mayor de los ejemplos del triunfo de los inmigrantes italianos
en la sociedad estadounidense.
Entonces lo querían liquidar.
Cada vez que interpretaba a Tosca,
Caruso pedía que las pistolas que utilizaban para la interpretación
fueran revisadas una y otra vez para asegurarse
de que las balas fueran de salva.
Pensando que podían matarlo con toda facilidad.
Además, había custodia privada en uno de los pasillos.
Sin embargo, no era un hombre miedoso.
El 18 de abril de 1906, Caruso estaba en San Francisco,
iba a hacer una presentación.
En eso empieza a moverse todo.
Terremoto de San Francisco.
¿Qué tipo estaba en la pieza?
Era un terremoto de 7.9 grados.
Se movía todo.
Se destruyeron 30.000 edificios.
Murieron 3.000 personas.
Caruso, al sentir el temblor, salió de la suite en que estaba
y se fue a desayunar enfrente.
Se comió unos huevos con tocino y después se fue.
A lo mejor estaba acostumbrado a los terremotos.
Vio cómo se les subió.
Usted me dirá que hace muchos siglos que no entra en el océano.
Pero qué quiere que le haga.
Yo no sé qué decirle.
Contemos también lo negativo.
En una ocasión, estaba en el zoológico de New York,
viendo a los monos.
Ya es un mal comienzo.
Y se le dio por pellizcarle el trasero a una mujer que estaba allí.
Y la mujer lo denunció.
¿Por qué el detalle de viendo a los monos todavía no lo engancha?
No lo entiendo.
Yo estaba tratando, le confieso, de inventar alguna situación
que justificara la presencia de los monos.
Por ejemplo, que los monos imitativos como son,
hubieran empezado a pellizcar el trasero de esta misma mujer o de otras.
Esto agravaría muchísimo la situación.
Pero bueno, no es que lo llevaron en canapé.
Pagó una multa.
Pero salió en todos los diarios.
Que salga tu foto ahí y diga,
Caruso le pellizcó el trasero a una mujer en el zoológico de New York.
¿Por qué poner una foto tuya?
Yo me quejaría.
Así manipulan las noticias.
Eso vaya como ejemplo de lo que está pasando en los medios.
Usted no es dueño ni dirá.
Dice que gran parte de los males físicos que tuvo el músico
era una causa que no hacía ejercicio.
Fumaba cigarrillos egipcios.
¿Son buenos o malos?
Sí, son muy buenos.
O eran muy buenos.
El tango Fumando Espero tiene una primera vez que casi no se canta.
Que dice, empieza,
Mi egipcio es especial.
Señor, qué olor.
Ah, ya existían.
Eso ya existía.
No, quizá no.
Posiblemente sí.
Pero creo que no.
Bueno, está bien.
Pero sí existían los cigarrillos egipcios.
Claro, claro.
Un paquete de cigarrillos egipcios y una caja de fósforo.
Finalmente, como se ha dicho, le diagnosticaron pleuresía
y luego de dos años de sufrimiento decidió volver a Nápoles.
Se refugió en el Hotel Vesuvio, justamente.
Y allí murió en 1921.
Tenía nada más que 48 años.
Muy joven.
Muy joven murió Caruso.
Sobre la vida de Caruso se filmó una película,
que es El gran Caruso.
Yo he visto la película.
Y ahí trabaja un actor y cantante que se llamaba Mario Lanza.
Mario Lanza, sí.
Mario Lanza era un cantante lírico, pero nunca cantó una ópera.
Solo cantaba canciones de las óperas.
Sueltas y fragmentos.
Fragmentos.
Entonces le hacía recital de Mario Lanza.
Se cantaba una de Rigoletto, una canción de Traviata.
Pero nunca cantó una ópera.
Fue muy famosa esa película y Mario Lanza después hizo
otras películas parecidas.
No muchas, pero sí siempre de un señor que cantaba
y después triunfa.
Son como las películas de...
Como la serie esa de los bomberos.
Sí, que siempre es lo mismo que lo diferente.
Hay un incendio, van los bomberos, lo apagan.
Está bien.
Terminó el episodio.
Cada capítulo es un incendio.
Cada capítulo es un incendio distinto.
Son como 25 temporadas, 114 incendios.
Uno más lejos, el otro más cerca.
Un pequeño detalle, los guianistas...
Uno tiene que salvar un gato.
Están un poco cansados.
Bueno, el dueño del Hotel Vesuvio,
donde Caruso vivió sus últimos días,
contó que el artista pasó sus últimas semanas
dándole clases de canto a una muchacha,
inspirándole una canción que dio la vuelta al mundo.
La canción se llama Caruso, claro,
pero la canción fue escrita mucho después.
Mucho después.
Era una canción de Lucho Dala.
Lucho Dala, sí, sí, señor.
Hermosa.
Y la cantó Pavarotti aquí en Buenos Aires.
Acompañó, ¿sabe por quién?
No tengo idea.
Por Mercedes Sosa.
Ah, mira usted.
Está grabada por Pavarotti y Mercedes Sosa
aquí en la Argentina.
Bueno, vamos a dedicar esta charla
primero al gran Caruso,
pero también a Felipe Galante, el pintor,
primero porque era argentino.
En realidad no era argentino, era italiano.
Vivía en Villa Crespo,
¿cómo le vamos a dedicar a algo?
Pero más porque era amigo.
Y eso nos gusta mucho,
porque para nosotros amigos son los amigos.
Continuamos en La Venganza Será Terrible.
Estamos en la ciudad de Buenos Aires
atravesando uno de nuestros jueves
en el Teatro Regina de Buenos Aires.
Insistiremos en agosto con otros dos.
Pueden ingresar a lavenganzaseraterrible.com
para ver ahí todo.
Señoras y señores,
en el teatro Regina de Buenos Aires
hay un teatro que se llama
La Venganza Será Terrible.
Lavenganzaseraterrible.com
para ver ahí todo.
Señoras y señores,
este es el mejor momento
para dar comienzo al siguiente segmento.
El aburrimiento en la pareja.
Ya lo plantea así, es tremendo.
Es el principio del fin.
El principio del fin.
¿Cuándo termina el fin?
Separación.
¿Para qué vamos a ver el informe?
La verdad que ya estoy cansado.
Pero se puede revertir.
No, ya una vez que se desaburrió
no sale más.
¿En qué consiste el aburrimiento?
Hay que ponerse a pensar.
El aburrimiento es cuando no se vislumbra
la posibilidad de un cambio.
Cuando usted mira el horizonte
va a llegar así.
Yo empiezo a tocar, por ejemplo.
Ya está, ya me aburrí.
Me aburrí porque no sólo que no cambió nada,
sino que vos mirás para allá
y lo único que ves es...
Sí, sí, claro, claro.
No, pero quizás hay una pareja que está aburrida
y optaron por venir aquí hoy a divertirse.
Esa es una de las posibilidades.
Claro, señor.
Pero son posibilidades.
¿Qué es una posibilidad?
Lo contrario de la imposibilidad.
Pero algo que admite
que puede no suceder.
Sí.
Está bien.
Pero es un intento.
Digamos, el amor está en terapia intensiva.
Bueno, sí.
Dicho así, no sé.
Los consejos pueden ser medicinas.
Pero no seas tan dramático.
Para no aburrirme, doctor.
¿Cómo le va?
¿Tiene alguna medicina acá para no aburrirme?
No, pero miren.
¿Ustedes son una parejita o no?
Sí.
No sabemos, ¿no?
Una pareja ya con todas las letras.
Hace 25 años que nos casamos.
Claro, muchas letras ya.
Ya estoy hasta acá.
Bueno, pero quizás están atravesando
un momento, digamos, de hastío.
Usted lo pone peor todavía.
No, no, le digo.
Nosotros hablábamos solamente de aburrimiento.
Usted ya le metió hastío.
Ya metió hastío.
Pero que puede ser algo pasajero.
Yo, aquí en consultorio,
atiendo parejas que a veces me dicen
no doy más, estoy aburrido.
Y de pronto, una llama.
Aparece una mínima chispa.
Tienen que salir todos rascados.
De fuego el departamento.
Un incendio no está mal para matar el aburrimiento.
Y yo se la avivo.
¿Comprende?
Se la soplo.
¿Quiere que la retire?
No, no, espere.
Se la esposa.
Vámonos.
Yo estaría aburrido, pero no tanto.
Porque es importante.
Veo que uno dice...
Yo pongo todas metáforas de asado siempre.
Muy bien.
En algunos momentos cuesta, ¿no?
Y de carbón, porque hoy estoy con el carbón.
Hoy estoy con el carbón.
Entonces, uno dice, se apagó el carbón.
No hay más fuego.
No, de pronto usted empieza a soplar.
Señor, por favor.
Señor, por favor.
Y nota...
Una pequeña bracita.
Una bracita.
Otra, otra.
Y se va haciendo...
Y viene el fuego.
Y viene el fuego.
Después, bueno.
Pasa.
Bueno, va a estar soplando toda la noche.
Bueno, bueno.
En todo caso, acá lo que propone es mucho más inocente.
Son diversiones para pareja.
Está muy bien.
No está mal.
No está mal.
Por ejemplo, billar.
Eso, eso.
No, no, un momento.
Porque el billar puede reunir un vestuario adecuado.
Claro.
Pero entonces sobra el billar, señor.
Bueno, bueno.
Acá dice, años atrás las mujeres tenían prohibida la entrada a los billares.
Sí, señor.
Porque era un mundo machista.
Sí.
Si nunca has ido a uno, puede ser un buen momento para que tu pareja te enseñe el arte del taco y las bolas.
Pero...
O sea, las dos cosas.
No, bueno.
¿Usted cree que hay en el planeta Tierra alguna mujer que esté deseando que su pareja le enseñe billar?
No.
No hay ninguna chance.
No hay ninguna chance.
Pero es una forma.
¿Usted habrá ido a un pool de barrio?
Sí, de barrio.
No, en los barrios no hay pool.
Bueno.
Ahora no hay nada.
En una época.
En una época.
En los 80.
Iban grupos mixtos.
Y si uno veía muchas veces el comportamiento de ellas jugando al pool.
¿Y usted qué hacía?
Iba a ver.
Iba a mirarse.
Estaba en la barra.
Le iba a enseñar el arte del taco y todo lo demás.
Claro.
Y uno se ponía atrás.
Sí.
Y le decía, a ver, poné la manito aquí, ¿ves?
Así, así.
Y le hablaba despacito.
Por favor.
Se lo está hablando de un mundo grande.
Mirá la lengua de los ratones.
Bueno, es horrible.
Todo es horrible.
Clase de tango también.
Sí, señor.
Eso sí puede andar.
¿No se te antoja compartir un sensual tango con tu pareja?
No.
Bueno.
Está considerado el baile más erótico del mundo.
Sí, por eso.
O salsa, tal vez.
Pueden tomar clases de baile en el salón.
Bueno, por ahí dicen que bailar es la frustración vertical de un deseo horizontal.
Qué difícil.
Pero, pero.
No, no, no.
No, el informe hay que seguirlo.
Esto es el informe que nos dieron las autoridades de la radio.
¿Cómo vamos a decir eso en un programa?
No, no.
Este es el informe que hay que respetarlo.
Por favor, señor.
Compórtese.
Con más voluntad.
Mejor es el baule.
Sí, el baule.
Sí, sí, sí.
¿Ustedes juegan a los bolos?
En la esquina de mi casa hay una cancha de bolos.
Comienza un verso chusco.
A mí me parece un despropósito.
Pero usted no colabora para nada.
No, pero yo le digo.
Lo único que hace es darnos carbón.
Es el peor médico que vi en mi vida.
Es toda una infraestructura que hay que montar para tirar una cosa contra los bolos.
Es desmesurable.
Yo lo que le propongo a él, que no lo quiere hacer, es hacer una picada muy completa con todos los elementos exquisitos.
Eso es simpático.
Y se la van dando en la boca.
Por ejemplo.
Las cosas.
Por ejemplo.
Llegué tarde.
¿Usted agarra una aceituna?
Sí.
¿En la cancha de bolos qué pasó?
No, no, no hay más.
Se la da en la boca.
Ella agarra un...
Incluso puede ser con luz apagada.
Sí, claro.
Yo vi una película nueve meses y medio.
Nueve semanas y medio.
Sí, se hizo largo.
Sí, señor.
Se ve un poco pesado.
Un momento.
Y el tipo le ponía.
Sí, señor.
No en la boca aceituna.
Le ponía en la panza la misma.
Sí.
Huevo frito.
No, huevo frito no, señor.
Aceituna.
Sí.
Berenjena.
¿Sabe cómo se ponía?
No, señor.
La escena...
Poneme alguna otra cosa.
Echame...
Sí.
Echame las guantes, no pasa nada.
No, señor.
La escena es ella vendada al lado de la heladera.
Él abre la heladera y dice, adivina lo que te voy a dar de comer.
¿Y ella vendada?
Esa era la escena.
¿Pero dónde vendada?
Esa era la escena.
Los ojos vendados.
Los ojos vendados.
Y tenía un brazo vendado.
Ella abre la boca y el hombre le da una aceituna.
Pero no era con frutas.
Era con frutas.
Por eso.
¿Qué dice?
¿Qué va a abrir la heladera?
Hay por ahí una colita de cuadril y le va a tirar la colita de cuadril.
A mí me parece que era con todo, cualquier alimento era.
O ya después me lo inventé yo.
No, se lo inventó usted.
Es vieja la película, así que no me la acuerdo.
Claro.
Pero bueno, puede, digamos, recrear ese juego.
Lo gastronómico marida muy bien con lo erótico.
Sí, sí, sí.
Incluso hubo restaurantes que eran eróticos en Buenos Aires.
Había un tiempo en que se llamaban incluso...
Eróticos.
Tenían nombres así, medio...
Tomá tus 20 centavos.
No, bueno, no, no.
Bueno, la comida afrodisíaca.
Exacto.
¿Qué tal? ¿Cómo le va?
¿El afrodisíaco qué tiene?
¿Tiene el menú afrodisíaco trabajando?
Sí, por supuesto.
El económico.
Bueno, bueno.
Por favor, no podemos arretear en eso.
Porque hay unos pepinos ecuatorianos que traemos.
En serio, por favor.
¿Usted vive cerca?
¿A qué se refiere?
No, porque...
¿Ya quiere ir a mi casa?
No.
Esto provoca un efecto inmediato.
La mayoría de la gente no llega al postre acá.
¿No llega al postre por qué?
Bueno.
No, porque esto le hace efecto y las personas se enamoran.
Vamos a decirlo así.
Ah, bueno.
Bueno.
No pueden ser unos pepinos un poco más normales que los ecuatorianos.
Pero Pepino solo quiere...
Ustedes si son...
No lo puede rebajar con algo, una sopita, algo.
¿Le hago una sopita cabello de ángel a la señora?
¿Puede ser de daditos?
Bueno, puede ser.
Bueno.
Otra cosa son las fotos.
Ajá.
Entren en una cabina de fotos.
No hay más cabinas de fotos.
No hay más.
En las fiestas hay.
¿Sí?
En los casamientos.
Se alquilan.
Yo nunca, no voy más a los casamientos.
Pero usted no vio nada.
No vio el carbón en la heladera.
No ve las cabinas de fotografía en las fiestas.
No, no las veo.
¿Y qué hace?
¿Se mete ahí?
Eso tiene una cortina.
Claro.
Y hacen fotos subidas de toro.
Bueno.
Vamos así.
Sí.
Pero cuidado porque después sale la foto por el...
Claro.
¿Por dónde?
Y por una endija.
Ajá.
Bueno, la agarra y se la guarda.
¿Y después qué hacemos?
¿La miramos?
No, pero sí, la miran y la recuerdan cuando se la sacaron.
Y hace cinco minutos que la sacaron.
Bueno.
Sí, bueno.
Pero usted no pone voluntad.
No, usted no tiene...
Si tuviera voluntad no vendría acá a comer pepino.
Tiene que poner un poco de usted para...
No, mire, acá lo que pasa...
Acá, mire, otras posibilidades son cortarse el pelo en pareja.
Ah, uno le corta al otro.
No, yo había interpretado que iban los dos a la misma peluquería.
No, no, no.
No, uno le corta al otro.
No corta al otro.
No, no, yo no me expongo.
No le digo que no pone voluntad.
Pero que te corten el pelo te erotiza de alguna manera.
Es todo un juego, sí.
Primero le lavan el pelo con jabón.
Sí.
Sí, me lo acabo de lavar.
Bueno.
Pero otra vez, no importa.
Otra vez se me va a empezar a caer.
Pero no importa en este caso.
Le masajean el cuero cabelludo.
Sí.
Los gestos son innecesarios.
Bueno, bueno.
Le corta con la tijera.
Ah, el único que me gusta es rinraje aquí.
¿Qué? ¿Ir a la vereda y tocar timbre?
Sí, porque es una exposición al peligro.
Sí, es verdad. La adrenalina, ¿no?
Así se llama mi señor esposo.
Sí.
Por ejemplo, hacer el amor o ponerse en una situación erótica en público,
por ejemplo, en la escalera de un edificio de apartamento.
Eso puede estimularte.
Porque el miedo, etcétera.
Sí.
Estamos tratando de abreviar.
Sí, bueno, sí.
Además, la transgresión, hacer algo prohibido.
Nos pueden ver.
Exacto.
Nos pueden ver.
Sentí los pasos de alguien.
Tic, tac, tac.
Y vos, tic, tac.
Pero es un reloj.
Yo sé.
Para algunas cosas es un reloj.
No, está bien.
Y tocar el timbre y salir rajando.
Sí, bueno.
Y después ponerse, nos besamos a la vueltita de la esquina.
Riéndose de la esquina.
Claro, riéndose.
Bueno, yo he visto en las películas, que es donde uno aprende el amor,
que salen cuando llueve, salen a mojarse bajo la lluvia y a reír.
Sí, sí.
Y a correrse y salpicarse.
¿Y dónde está el peligro?
Eso es de Giles.
Bueno, pero muestran las películas.
Todo el mundo lo salpica.
Yo le digo eso a mi novia, me encaja una patada.
Bueno, señor.
Dice, cada vez estás más estúpido.
Yo vi en una película también, una pareja va a la playa y se empiezan a tirar arena,
después patadas de agua y terminan peleando o corriendo.
Tenían seis años.
Bueno.
El baldecito, la palita.
Después terminan abrazados en humedad.
Pero por ahí va.
Sí.
Y si no, tenemos la solución perfecta.
¿Cuál es?
Cambiar de pareja.
Ah, bueno.
Es que está aburrido.
Ella está aburrida.
Bueno, me voy yo con otra señora y vos, Felicia, andate con otro señor.
Porque por ahí lo que dice el señor es cierto.
Capaz que uno lo que está aburrido es de la otra persona.
Claro.
Y siempre es eso.
No, creí que era.
Creí que está aburrido.
Creí que era de la situación, pero por ahí es lo que le aburre a la otra persona.
En realidad está aburrido la situación, pero prefiero creer que es la persona.
Entonces uno se busca a otra persona.
Dice, ahora sí, ahora sí.
Ahora sí, ahora sí.
Y después dice, no, es lo mismo.
Después ella le empieza a tirar arena.
La vieja historia del amor.
Tiene razón Darío Steinsreiber.
Ha escrito un libro que se llama El amor es imposible.
Sí.
No dice estas cosas ni por casualidad.
Pero nosotros sí decimos, repetimos el título,
solamente para indicar esta recurrencia de fracaso.
Entonces, bueno, ¿cuál era la otra?
Puede ser.
Traiga los pepinos nomás.
Bueno, por eso.
Los pepinos ecuatoriales.
Traiga los pepinos.
Siempre con la solución más fácil de nosotros.
Bueno, también lo que puede funcionar.
¿Sabe lo que funciona?
Sí.
La música.
Señores, vamos a hacer una breve pausa
para dar comienzo al bailóngo.
Muy bien.
Y para finalizar, dos palabras bastan.
Gracias.
Gracias por el podcast.