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La Universidad nacional de Tucumán acaba de inscribir las 46 hectáreas de la Quinta Agronómica (hoy llamado Centro Herrera) que posee desde hace casi 100 años. El inmueble, con frente sobre las avenidas Néstor Kirchner (ex Julio A. Roca) e Independencia, fue registrado con Matrícula S-51425 (Capital Sur) y Padrón Inmobiliario Nº 35.892. Aunque la UNT lo administraba desde 1929, carecía de título de propiedad; esta situación se resolvió el 14 de agosto de 2025 con la inscripción definitiva. El rector, Sergio Pagani, explicó que el proceso de regularización catastral y dominial comenzó en 2018 con el Parque Sierra de San Javier, donde se logró la regularización de sus 14.000 hectáreas. La escritura se hizo en diciembre pasado. “Con este trabajo aseguramos la titularidad legal de nuestros bienes y damos un paso fundamental para el futuro de la institución”, precisó.El abogado de la UNT, Máximo Castro, remarcó que “el origen se remonta ia una ley de 1870, cuando todavía no existían la Universidad, el Registro Inmobiliario ni Catastro provincial. Por eso nunca se había concretado la escrituración. Después de casi 100 años con la posesión, pero sin el título, logramos inscribir la Quinta Agronómica como propiedad de la UNT. Ahora contamos con matrícula, padrón y todos los datos jurídicos necesarios para afirmar con certeza que es patrimonio de la universidad”, aseveró. Agregó que esta experiencia es “el primer paso de un proceso más amplio”: “Hay varios inmuebles en situaciones similares, como el MUNT, la manzana del Instituto Técnico, el vivero de Villa Nougués e incluso el edificio del Rectorado. Regularizar la Quinta nos abrió el camino para abordar estas otras propiedades”.El trabajo de la UNT, en realidad, muestra las desprolijidades con que se ha actuado en el pasado, a falta de instituciones orientadoras y con pautas –como Catastro y el registro Inmobiliario- y la discrecionalidad con que se actuaba, sin que haya controles adecuados.La misma regularización del parque Sierra de San Javier, en la lucha por poner a su nombre los terrenos, lo ha mostrado. No sólo se trata de tierra ocupada por gente que alega derecho de posesión, como es el caso del barrio “Las Pirámides”, en el que hay un litigio de muchos años contra el lugareño Próspero Marcelo Sosa, que hasta amenaza con quedarse con todo el parque. También se trata de que las operaciones se hacían casi de palabra y prácticamente con mediciones “a ojo” y los papeles no pasaban de ser más que boletos de compraventa.En función de ello se explica que las 18.000 hectáreas que la Nación expropió –y pagó- en 1948 para donarlas a la UNT para que construyese su Ciudad Universitaria quedaron reducidas hoy a aproximadamente 14.000. Porque en aquella época se medía “a ojo”, según se explicó. Al menos, las 14.000 que tiene escrituradas ahora están medidas aparentemente con precisión. Lo mismo parece haber sucedido con las 20 hectáreas en Villa Nougués que la familia Nougués donó a la Nación en 1913, cuando Julio López Mañán era Director General de Agricultura, el cual se las entregó en 1915 a la UNT para erigir allí el vivero. Ya se van a regularizar los papeles. Pero ahora serían sólo siete hectáreas.En esto se enmarca también otra querella que ahora está a punto de resolver en Las Tipas (Tapia), donde un lugareño, Carlos Antonio Torres, que ocupaba 470 hectáreas, ha anunciado que le va a “devolver” a la UNT 440 ha y pretende quedarse sólo con 30, lo cual ha sido rechazado por la casa de altos estudios.Toda esta revisión ha sacado además a luz al menos un caso en el que se ha podido reconstruir una operación legal, pero llamativa, con la expropiación. Se anunció antes de 1948 que la Nación iba a hacer el gran proceso expropiatorio en el cerro San Javier. ¿Cuánta gente habrá comprado los terrenos previamente para que después se los expropiase, por mucha más plata, el Gobierno federal? El largo litigio de los herederos de Guillermina Inés Viaña de Colombres Garmendia con la UNT, hasta que esta logró en 2024 escriturar las 1.700 hectáreas de Tapia ha mostrado eso. Compraron el predio, pusieron una explotación maderera en el cerro y ocho meses después les expropiaron todo aunque en la negociación acordaron seguir explotando la madera durante tres años antes de entregarlo todo. Escriturar el terreno le llevó a la UNT 75 años.Para hacer estos procesos el equipo de regularización dominial ha tenido que escrutar en el Archivo Histórico “planos, inventarios y actas que resultaron claves para sostener jurídicamente cada trámite. Esto demuestra que la tarea requiere tanto rigor técnico como rescate de la memoria institucional”, dijo el secretario de Bienestar Universitario, Gustavo Vitulli. Muchas improlijidades han ido quedando en el camino. Tal el caso de las cajas con planos y láminas de la Ciudad Universitaria que estaban arrumbadas en un depósito, cuya validez ha sido cuestionada.Pero hay un hecho cierto: la UNT está revisando, sometida al escrutinio público. En el pasado, ¿se actuaba así en el resto de la sociedad? ¿Cuántas propiedades han sido enajenadas en la provincia en medio de negocios no advertidos y no registrados? Relevar eso es una utopía, pero acá ha saltado una puntita de una caja de sorpresas.