Diccionario sonoro que recoge los nombres, historias y lugares protagonistas de la emocionante aventura que representa la música contemporánea desde su creación a la actualidad. Más información: march.es/contemporanea
Pauline Oliveros
Compositora y acordeonista (Houston, Texas, 30 de mayo de 1932 – Kingston, Nueva York, 24 de noviembre de 2016).
“Pauline Oliveros es un ser humano de dos piernas, mujer, lesbiana, músico, compositora y otras cosas que contribuyen a su identidad”, escribe en la revista ‘Source: Music of the Avant-Garde’. “Es ella misma y vive con su compañera en Leucadia, California, junto con aves variadas, perros, gatos, conejos y cangrejos ermitaños”.
Su padre se va de casa cuando ella es pequeña; la crían su madre y su abuela; ambas aficionadas a la música. Pauline recuerda su infancia con dos pianos sonando al mismo tiempo y también insectos, ranas, coches… desde siempre se interesa por el campo sonoro. Tras estudiar instrumentos como la tuba y la trompa, a los 16 años se queda con el acordeón de su madre, que lleva tocando desde los nueve. Qué poco se encuentra este instrumento en las partituras, se dice.
Estudia en la Universidad de Houston y luego en San Francisco State College. Ahí coincide con Robert Erickson –compositor que estimula su interés por la improvisación– y se acomoda en la comunidad musical experimental. Conoce a Terry Riley –toca el acordeón en el estreno de su célebre ‘In C’ en 1964–, Loren Rush, Morton Subotnick y Ramón Sender (hijo del famoso escritor español Ramón J. Sender y la anarquista Amparo Barayón, por cierto).
Sender ha montado su estudio electrónico en 1961 y la invita a unirse a él. Poco después crean el San Francisco Tape Music Center, que Oliveros co-dirige. Será un espacio determinante para la escena experimental norteamericana. Y para ella, que centrará aquí sus experimentos con cintas, ‘delay’ y electrónica, campo que le interesa seriamente desde que tiene al menos 21 años: a esa edad consigue su primera grabadora. Con todo, se sentirá excluida por ser mujer, y buscará su propio rumbo en otras latitudes.
En 1966 se va a dar clases de música electrónica a la Universidad de San Diego. Allí crea en 1988 el concepto de Deep Listening, escucha profunda. El término nace tras el descenso a una cisterna subterránea para hacer una grabación, pero más allá de eso va a designar sus meditaciones sonoras, sesiones de sonido y escucha con el grupo de improvisación femenino The Female Ensemble. Oliveros aporta posturas de taichí a los ejercicios y una concepción holística de la respiración que marca las prácticas.
“El Deep Listening consiste en escuchar de todas las formas posibles todo lo que se puedas escuchar sin importar lo que estés haciendo”, explica Oliveros, que realiza algunas de sus grabaciones de campo en cuevas, catedrales, cisternas y otros espacios resonantes o reverberantes.
Otro de los conceptos a los que se asocia a esta pionera es el de “conciencia sónica”, o capacidad de enfocar de modo consciente la atención en el sonido ambiental y musical, de un modo análogo a la conciencia visual propuesta por el escritor británico John Berger en su ensayo ‘Modos de Ver’. “Yo tengo fe en la audición”, afirma Oliveros. “Me lleva a la fe, la fe de que puedo creer a mis oídos tanto como creo a mis ojos”.
Es residente en el prestigioso Eyebeam Art and Technology Center de Nueva York. Enseña en el Instituto Politécnico Rensselaer y en la Universidad californiana de Mills, y en el Centro de Experimentos Musicales de la Universidad de San Diego, donde llega a ser directora entre 1976 y 1979. Cuando siente que todo esto está limitando su personalidad creadora vuelve a Nueva York para consagrarse a la música.
Aparte de la experimentación musical en la electrónica, Pauline Oliveros escribe libros y enseña a compositores emergentes. Aporta su música al videojuego Naissance y forma parte de la Avatar Orchestra Metaverse, una colaboración global de artistas y músicos que se aproxima al metaverso en Second Life concibiéndolo como un instrumento en sí. En 2009 recibe el premio William Schuman y en 2012, el John Cage para la Fundación de las Artes Contemporáneas.
La música de Oliveros se basa en la centralidad tonal y una periferia de masas sonoras. Utiliza una vez su acordeón, y luego otra vez, pero ahora en otro tono. La adición de la capa electrónica completa la experiencia. Lo podemos escuchar en “A Love Song”, pieza para voz y acordeón compuesta en 1985 que forma parte de su álbum ‘The Well and the Gentle’.