Diccionario sonoro que recoge los nombres, historias y lugares protagonistas de la emocionante aventura que representa la música contemporánea desde su creación a la actualidad. Más información: march.es/contemporanea
Sofiya Gubaidúlina
Compositora y pianista. (Chístopol, Rusia, 1931).
Tras su paso por la escuela para niños donde descubre a Johann Sebastian Bach, estudia composición y piano en el conservatorio de Kazán, donde se gradúa en 1954. Prosigue sus estudios en el conservatorio de Moscú –con el profesor Nikolái Peikó– hasta 1959, y se gradúa con el compositor Vissarión Shebalín en 1963.
Dos factores van a marcar su carrera en la música. Uno, la profundidad religiosa de sus composiciones (presente en sus tempranas sonoridades litúrgicas, en su gusto por la música coral, en la sensibilidad por el dogma ortodoxo). El otro factor es el de las diferencias con el régimen soviético. Su curiosidad por las nuevas afinaciones –y también por la música religiosa– la llevan a ser considerada por las autoridades del conservatorio como una “irresponsable”. Pese a haber recibido la beca Stalin. En su examen de graduación, Dmitri Shostakovich la anima a pesar de todo, a pesar del riesgo político, a continuar por ese «camino erróneo». Así lo hará. Y las consecuencias también llegarán.
En 1979 entra en la lista negra del líder de la Unión de Compositores Soviéticos, Tikhon Khrennikov. Los llamados “siete de Khrennikov” son una serie de compositores denunciados por “transgresores” en sus búsquedas formales. Son: Yelena Fírsova, Dimitri Smirnov, Alexander Knaifel, Viktor Suslin, Vyacheslav Artyomov, Edison Denísov… y ahora ella.
El líder de la Unión califica su música de “ruido sin sentido en vez de auténtica innovación musical”. Hasta tal punto está prohibida cualquier referencia a la mayoría de música occidental contemporánea que son frecuentes los registros de los dormitorios en busca de partituras ilegales. Gubaidúlina va a hacerle caso a Shostakóvich –quien, por cierto, ya había sido censurado en el primer Congreso, junto a figuras como Prokófiev, o Miaskovski–.
A mediados de los 70, la compositora tártara funda Astreia, un grupo de improvisación con instrumentos folclóricos en compañía de los compositores Viktor Suslin y Vyacheslav Artyomov. Se inclina por frecuentes e intensos motivos cromáticos más que por largas frases melódicas; concibe la música como espacio de lo divino y todo ello lo materializa mediante el uso de cuartos de tono, microcromatismos y glissandos. Recurre a la música electrónica y la mezcla con canciones populares, instrumentos tradicionales –como el bayán, un acordeón ruso– y otros instrumentos de la tradición occidental.
En los 80, Gubaidúlina es reconocida internacionalmente por su obra 'Offertorium'. Se trata de un concierto para violín basado en un tema de la 'Ofrenda musical' de su adorado Johann Sebastian Bach. Dedica la obra al violinista y director de orquesta letón Gidon Kremer; la interpretación tiene mucho que ver con su gran popularidad.
Poco después, compone un homenaje a T. S. Eliot, utilizando el texto de su obra maestra espiritual 'Four Quartets'. Su pasión religiosa vuelve a materializarse más adelante al ser designada junto a Tan Dun, Osvaldo Golijov y Volfgang Rihm para escribir una pieza del proyecto de conmemoración de Bach, 'Passion 2000'.
Su contribución es la 'Johannes-Passion' [La Pasión según San Juan], obra a la que sigue, en 2002, 'Johannes-Ostern' [La Pascua según San Juan], encargada por la Hannover Rundfunk. Las dos obras forman un díptico sobre la muerte y resurrección de Jesús; es la obra más larga de esta gran exponente del minimalismo sacro, de esta mujer que tanto tiempo pasó rezando durante su juventud, en los campos de su Tartaria natal, para poder convertirse en compositora.
Escuchamos ahora el tercero de los diez preludios de Sofiya Gubaidúlina, 'Con sordino–senza sordino: arreglo para contrabajo' de 1974.