Diccionario sonoro que recoge los nombres, historias y lugares protagonistas de la emocionante aventura que representa la música contemporánea desde su creación a la actualidad. Más información: march.es/contemporanea
Ruidismo
Del latín rugitus ‘rugido’, ‘estruendo’, «sonido sordo». A la misma familia etimológica pertenece, paradójicamente, rumor. De hecho, en italiano, la palabra que designa el ruido es ‘rumore’, que sirve, entre otras cosas, para referirse a cualquier fenómeno acústico irregular, a una perturbación en una señal eléctrica o a una sonoridad inarmónica. De ahí, entonces, los “intonarumori”.
La invención de los intonarumori –que estamos escuchando en acción– es el resultado natural de las teorías musicales de Russolo ya expuestas en su manifiesto de 1913 ('El arte del ruido') en el que presenta sus ideas sobre el uso de los ruidos en la música, y manifiesta su objetivo de hacer música con sonidos de tranvías, motores de combustión interna o el clamor de las multitudes vitoreando.
¿Pero qué son los intonarumori? Una familia de instrumentos diseñados para generar ruido acústico creando y controlando dinámicas y alturas en diferentes tipos de ruidos.
Cada uno de ellos está diseñado como un paralelepípedo de madera con un altavoz de cartón o metal en su lado frontal. El ejecutante gira una manivela o presiona un botón eléctrico para producir el sonido cuya altura es controlada por medio de una palanca. Dentro de la caja hay una rueda de madera o metal que hace vibrar una cuerda de tripa o metal: su tensión permite glissandos o notas específicas.
El conjunto de estos dispositivos actuando a la vez es lo que Russolo –que afirma que los intonarumori pueden generar hasta treinta mil ruidos diferentes– denomina la “orquesta futurista”.
“La vida antigua fue todo silencio. En el siglo XIX, con la invención de la máquina, nace el Ruido. Hoy el ruido triunfa y domina soberano sobre la sensibilidad de los hombres” (Luigi Russolo).
El movimiento de arte futurista preconiza el desarrollo de la estética del ‘noise’ –voz inglesa que procede del antiguo término francés ‘noise’, que significa «estruendo», «alboroto», «pelea».
Al igual que el movimiento de arte dadaísta (un buen ejemplo es el concierto Antisymphony realizado el 30 de abril de 1919 en Berlín)… y más tarde los movimientos artísticos surrealista y Fluxus, específicamente los artistas de Fluxus Joe Jones, Yasunao Tone, George Brecht, Robert Watts, Wolf Vostell, Yoko Ono, Nam June Paik, 'Ocean Music' de Walter De Maria, 'Broken Music Composition' de Milan Knížák, y los trabajos tempranos de La Monte Young y Takehisa Kosugi.
Resulta crucial la aportación de Japón al género. Lo que está sonando es 'Voices from the sea', del baterista, activista social, escritor y músico Masami Akita, más conocido como Merzbow. “Si por ruido nos referimos a un sonido incómodo –dice el apóstol del noise nipón– entonces la música pop es ruido para mí”.
Otros nombres clásicos de noise japonés o Japanoise son The Gerogerigegege, Massona o The Incapacitants. Lo que va a sonar a continuación es 'Acid Bath', obra de Pain Jerk, o lo que es lo mismo, de Kohei Gomi, uno de los experimentadores más prolíficos e influyentes de aquel país.
El ‘noise’ incluye una amplia gama de estilos musicales y prácticas creativas. Pueden incluir ruido generado acústica o electrónicamente, o instrumentos musicales tradicionales y no convencionales. También puede incorporar el sonido en directo de máquinas, técnicas vocales no musicales, medios de audio físicamente manipulados, grabaciones de sonido procesadas, grabación de campo, ruido generado por computadora, proceso estocástico y otras señales electrónicas producidas al azar, como saturación, acople, ruido estático, silbidos y zumbidos.
Otra de las escenas que se ha servido con entusiasmo del ‘noise’ es la del rock alternativo, donde la presencia de guitarras eléctricas y máquinas favorece la natural incorporación de la distorsión y el ‘feedback’. Ejemplos clásicos serían la banda seminal del ‘underground’ alemán Einstürzende Neubauten, formada entre fábricas abandonadas en Berlín en 1980. O el cuarteto de art rock neoyorquino Sonic Youth, creado en 1981; fieles ellos al uso de herramientas y demás objetos que favorezcan los acoples.
El ruido, se ha dicho, es música que aún no entendemos.
En una sección de ‘Los testamentos traicionados’ que se titula “Música y ruido”, Milan Kundera habla de “encontrar consuelo en la insensibilidad de la naturaleza”, y dice: “Me acuerdo de los tristes años que pasé en Bohemia al principio de la ocupación rusa. Me enamoré entonces de la música de Vàrese y Xenakis; sus imágenes de los mundos sonoros objetivos, pero no existentes, me hablaron del ser liberado de la subjetividad humana, agresiva y molesta; me hablaron de la belleza suavemente inhumana del mundo antes o después del paso de los hombres”.
Estas líneas del escritor y músico Mariano Peyrou en su libro 'Oídos que no ven' nos traen a la memoria la música de 'Persépolis' de Iannis Xenakis, la parte sonora de un espectáculo multimedia organizado por este en 1971 por encargo del Sha de Irán. 30 años más tarde, aquella obra es objeto de un trabajo de remezcla a cargo de una serie de compositores como Otomo Yoshihide, Merzbow, Francisco López o Zbigniew Karkowski. De este último vamos a escuchar un fragmento de esa reinterpretación, 'Doing by not doing', como cierre de este episodio de Contemporánea.