Charlas Iglesia ETP | Pastores Luis Salas y Jeannette Noguera, Iglesia ETP

1 Pedro 4:14 “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado”.

Para poder enfrentar estos tiempos difíciles debemos tener un corazón sano delante de Dios, Dios ama nuestro corazón y nuestro corazón es el lugar donde Dios quiere obrar el mayor de sus milagros,: “transformarlo”, esta escrito en Ezequiel 36:26-27 "Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”.

Vituperio significa “Baldón u oprobio que se dice a alguien, Acción o circunstancia que causa afrenta o deshonra”.

Existen dos citas bíblicas, una en Mateo 12:33-35 “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” y en Mateo 7:16-18 “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos”. 

El Señor usa estas palabras para decirnos que lo que un hombre muestra en su vida es el resultado directa del tesoro que tiene en el corazón, Proverbios 4:20-23  “Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”, el problema radica en que lo que menos cuidamos es nuestro corazón asi que lo que hay en el corazón es la resultante de todo lo que han sembrado en tu corazón desde el momento de tu concepción y que han sembrado, Vitupero, Deshonra, Palabras de Maldición, Palabras deshonestas…etc”.

El Señor anhela nuestro corazón sin importar nuestra apariencia exterior, allí se encuentran todas las áreas de nuestra vida; área física, emocional, espiritual, económica, de relaciones, y en el se almacenan todos los eventos desde el momento que somos engendrados; si éstas áreas estuvieron afectadas por eventos donde la maldad, la iniquidad, el pecado, la violencia estuvieron presentes, estarán en regiones de cautividad, lo que la Biblia llama cárceles espirituales, cuando el corazón del hombre se encuentra en cárceles espirituales comienza a manifestar los diseños que operan en estos lugares de oscuridad y tinieblas.

Todo esto produce en el hombre enfermedades, desgracias, temores, angustias, quebrantos y se manifestará mediante la ira, contienda, ruina, escasez, destrucción, separación, violencia, etc.

Enfermedades—-

Dios no coloca un remiendo en nuestro corazón, no, la promesa es que nos dará un nuevo Corazon y un espíritu recto; la naturaleza humana es demasiado depravada para ser remendada, aquí no se trata de una casa que necesita de unas cuantas reparaciones, no, la casa está podrida por completo, y los propios cimientos han sido destruidos, hoy tanto el corazón del hombre como el corazón de la familia han sido destruidos, toda la casa se encuentra en mal estado, hay podredumbre por doquier y está a punto de desplomarse. 

Dios no intenta repararla, no la adorna ni la embellece, ni le pone máscara como hacemos nosotros, sino que decide que la vieja casa debe ser arrasada, y que construirá una casa nueva, por eso razón dice: "Les daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y pondré un corazón de carne… para que andemos en sus estatutos y guardemos sus preceptos”.

Cual es la causa de todo lo que menciona la Palabra de Dios, el vituperio y la deshonra que hemos recibido aún desde el momento mismo de nuestra concepción, a saber:

  • Rechazo (en las diversas etapas del ser humano, aún en el vientre).
  • Injusticias recibidas:
     
    • Infidelidad.
  •  
    • Gastar el dinero de la familia en iniquidades.
  •  
    • Escarnecedores y burladores de nuestro cónyuge y nuestros hijos a través de sobrenombres o maldiciones declaradas con nuestros labios.
  •  
    • Maltrato, castigos exagerados, abusos de autoridades, robos, traiciones, deshonra,  maledicencia, etc).
  •  
  • Ofensas no sanadas (es una herida que no recibido el poder sanador de Dios).   
  • La falta de perdón.
  • Fracasos.
¿Qué debemos hacer?

  • Pedir perdón a Dios.
  • Perdonar al ofensor.
  • Renunciar al resentimiento o amargura.
  • Llenarse del amor de Dios.
  • Ser llenos del Espíritu Santo.

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Charlas Pastores Luis Salas y Jeannette Noguera, Iglesia Cristiana ETP, En tu Presencia en Bogotá, Colombia. Iglesia ETP un nuevo comienzo, familias sanas.

Andrés Mejía:

La palabra del señor, si no hay un apartado de la biblia donde se comenta que se encontraba el apóstol Pablo caminando o en una ciudad que se llamaba Filipos, que ahora para su conocimiento es la ciudad de Grecia, hace parte de Grecia. Dice la palabra que él se encontraba en ese momento con uno de sus discípulos llamados Silas. Ellos estaban caminando y se dirigían a la casa de ciertas personas a orar. Tenían un grupo de oración al cual se dirigían todos los días. Sin embargo, durante el camino le salía el encuentro a alguien particular.

Andrés Mejía:

Les dice la palabra que le salía una joven que tenía un espíritu inmundo, un espíritu inmundo de adivinación. No solamente dice eso, sino dice que esa joven era explotada por unas personas, esa era era como esclava de un par de personas que eran los que ganaban dinero por la adivinación que ella hacía. Y todos los días dice que durante muchos días, aclara que durante muchos días esa persona le salía al encuentro, Al punto que un día Pablo se molesta, dice que se voltea a la persona y dice, fuera espíritu inmundo. Y al instante se fue el espíritu inmundo de la

Andrés Mejía:

persona.

Andrés Mejía:

Es decir, la muchacha fue la joven fue libre en ese momento. ¿Amén? ¿Saben cuál es lo particular de esto? Dice la palabra que los amos de la muchacha le servía a unas personas. Dice que ellos se molestaban, que su minita de oro ya no estaba produciendo.

Andrés Mejía:

Entonces, cogen a Pablo y a Silas y se lo llevan ante el juzgado, por decirlo así. Cuando lo llevan ante el juzgado, ellos empiezan a vitupear contra Pablo y Silas, una mano de mentiras, empiezan a decir que estaban albogotando la ciudad, que ellos solamente venían acá con adivinaciones, enseñando costumbres raras, que estaban haciendo cosas malas. Ese fue el comentario que hicieron hacia Pablo y Silas. ¿Qué pasó con ellos dos? Dice que los cogieron y los

Andrés Mejía:

azotaron, pero no los azotaron poquito. La palabra clara que

Andrés Mejía:

los azotaron mucho, mucho. Poquito. La palabra clara que los azotaron mucho, mucho. Y luego de que los azotaron mucho, dice la palabra que los amarraron de pies y manos y los metieron, ¿a dónde? A la cárcel.

Andrés Mejía:

Sin embargo, cuando estaban en la cárcel hicieron algo que usted y yo haríamos en una mala situación, ¿cierto? Dice la palabra que ellos empezaron a orar y a cantar. Y que siendo más o menos la medianoche, imagínese usted en la cárcel después de ser azotado con el dolor tan impresionante que se debe sentir de eso, está con su mejor amigo o con su amigo ahí cantando alabanzas al señor. Dice que en ese momento hubo un terremoto muy grande, que el terremoto sacudió la cárcel, abrió las puertas y quitó las cadenas. En ese momento, dice que el que cuidaba la cárcel saca su espada y va, mira, a ver quién se le escapó.

Andrés Mejía:

Sin embargo, Pablo le habla y le dice, oye, oye, aquí estamos. Dice que con temor esa persona llegó a donde estaba Pablo. Y, saben qué le dijo? Dice la palabra, ¿qué debo hacer para ser salvo? Fue lo que le preguntó el soldado a a Pablo.

Andrés Mejía:

El resto de este apartado de la Biblia usted lo puede leer en su casa. Está en hechos capítulo dieciséis. Pero yo quiero centrarme acá en algo y es, vemos aquí hombres de dios que fueron humillados en sobremanera, injustamente. Fueron humillados grandemente, de una forma totalmente injusta, y no sé, pero así muchas veces nosotros hemos recibido esa injusticia. No sé si aquí alguno ha recibido injusticia alguna vez en la vida.

Andrés Mejía:

Entonces, la pregunta que les había hoy es, ¿cuántos quisieran ser libres de esas cárceles que nos han puesto debido a las mentiras, a la deshonra, a la humillación que nos han dado. Bueno, ¿cuántos quisieran que adicional en ese proceso nuestros enemigos también se convirtieran a Cristo? Ah, bueno, dele un fuerte aplauso al señor, entonces. Levante sus manos ahí donde está, cierre sus ojos un momento, y dígale al señor, señor, he aquí el día en el cual dispongo mi corazón para ser librado de las cárceles en las que he sido atrapado. Física, espiritual, emocional, sexual, y económicamente.

Andrés Mejía:

Disponemos este momento para que quites el vituperio, la deshonra, y la humillación a la que decido sometido. Dígale, te amo, Señor. En el nombre de Jesús, ¿Cuántos dicen amén? ¡Bien! Dele un fuerte aplauso al Señor.

Andrés Mejía:

Quiero que abra su biblia en el libro de primera de Pedro capítulo cuatro verso catorce. La palabra del Señor dice, si sois vitupegados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso espíritu de dios reposa sobre vosotros, ciertamente de parte de ellos él es blasfemado, pero por vosotros es lo edificado. ¿Amén? Para empezar debemos de analizar cuáles son los tiempos que estamos viviendo, y hemos estado viviendo tiempos difíciles, y no solo los que estamos acá, los que nos escuchan en la transmisión, y a nivel mundial hay tiempos difíciles. Para poder afrontar o enfrentar estos tiempos difíciles debemos tener un corazón sano delante de Dios.

Andrés Mejía:

Y Dios ama nuestro corazón, porque al final él hizo el corazón de cada uno de los nosotros, ¿para qué? Para vivir y para habitar en él. Y en algún momento hemos explicado que el mayor milagro que puede hacer dios con un hombre, con un ser humano, es transformar el corazón. Nosotros no podemos transformar el corazón por nosotros mismos, ni siquiera conocemos nuestro corazón, pero está escrito en el libro de Ezequiel capítulo treinta y seis verso veintiséis lo siguiente, dice, os daré corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros, y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne, y pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. ¿Cuántos quieren ese milagro?

Andrés Mejía:

Amén. Entonces, dele un fuerte aplauso al señor. Porque esa es la promesa que usted tiene que tener hoy en su corazón, porque se tiene que hacer realidad hoy. No es en serio, hoy se tiene que hacer realidad y que cada uno de nosotros salga por esa puerta con un corazón nuevo. ¿Amén?

Andrés Mejía:

En el corazón escrito su palabra, para que nunca nos apartemos de él, y para que su favor siempre vaya delante de nosotros. ¿Amén? Amén. Miren, ¿cuál era el título de esta enseñanza? Arrancando el vituperio.

Andrés Mejía:

Pero, ¿qué es vituperio? Es la deshonra, humillación. Yo les voy a leer el significado según el diccionario. Dice, acción, palabra, circunstancia que causa frente a alguien. En otro apartado dice, criticar o censurar con dureza algo o alguien.

Andrés Mejía:

Y en otra parte dice, deshonrar, humillar, recriminar, reprochar, censurar, flagelar. El vituperio es algo terrible. Es vituperio no es una palabrita que te dijeron. No, no, no. El vituperio es cuando te humillan, cuando te deshonran, cuando te dicen no, no, no, no se puede, usted no puede.

Andrés Mejía:

Te lo dicen con desprecio. ¿Y por qué es importante que entendamos esto? Porque el inconveniente es que todos, todos, absolutamente todos, en algún momento de nuestra vida, hemos recibido vituperio o hemos vituperado a alguien. Ese es el problema. Y eso Pokémon lo hemos hecho, pues, porque en nuestro corazón hay algo que no es correcto.

Andrés Mejía:

Radica en lo que está dentro de nosotros. Y yo quiero que usted me acompaña al libro de Mateo. El libro de Mateo, en el capítulo doce, verso treinta y tres, dice, oh haced el árbol bueno y su fruto bueno o haced el árbol malo y su fruto malo porque por el fruto se conoce el árbol. Continúa diciendo generación de víboras.

Andrés Mejía:

No lo digo yo, está escrito en la palabra y lo está en rojo, eso quiere decir que lo dijo quién, Jesús. Dice, ¿cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla. ¿Qué tal si yo le dijera a todos

Andrés Mejía:

los que estamos acá? Oiga, ¿ustedes cómo son capaces de hablar lo bueno siendo malos? Porque, o al contrario, ¿cómo son capaces de hablar lo bueno siendo malos? Lo bueno siendo malos? O o al contrario, ¿cómo son capaces de hablar lo malo siendo cristianos, siendo hijos de Dios?

Andrés Mejía:

Vaya un momentico, devuélvase un momentico al capítulo siete de Mateo. Vamos a leer el verso dieciséis, del dieciséis al dieciocho dice lo siguiente. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos.

Andrés Mejía:

Malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo da frutos buenos. Entonces, definitivamente, definitivamente no es posible que usted crea que en su corazón pueden habitar las dos cosas, lo bueno y lo malo, y que un día se porta bien, un día se porta mal. Y no porque yo lo diga, ahí está escrito. Si nuestro corazón realmente estuviera transformado, si nuestro corazón realmente fuera un corazón correcto delante de los ojos de dios, pues nosotros no sacaríamos por nuestra boca malos frutos, ¿o sí?

Andrés Mejía:

Entonces, el señor usa esta palabra realmente para decirnos que nosotros como hombres lo que mostramos en nuestra vida es el resultado directo del tesoro de nuestro corazón. Al final lo que se ve es lo que hay acá adentro, lo que tú muestras es lo que hay acá adentro, y así te trates de poner una máscara en tu casa, una máscara en tu trabajo, una máscara en la iglesia, al final se nota quién eres, al final se nota lo que hay acá, y ese es el inconveniente. Y por eso no en balde la palabra dice que debemos de guardar el corazón. Léalo conmigo vaya a proverbios un momentico, proverbios capítulo cuatro. Proverbios capítulo cuatro verso veinte dice hijo mío ¿cómo dice?

Andrés Mejía:

Yo creo que lo vamos a leer todos a la voz de tres, ¿listo? Tres, hijo mío, está atento a mis palabras, inclina tu oído a mis razones. Dice, no se aparte de tus ojos, guárdalas en medio de tu corazón, porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo el cuerpo. Amén. Entonces, nos queda claro que realmente el mayor problema radica porque no hemos cuidado el corazón.

Andrés Mejía:

Nosotros no hemos cuidado el corazón, realmente hemos dejado sembrar en nuestro corazón cualquier cosa, Y entre las cosas que se han sembrado en nuestro corazón es bituperio, deshonra, humillación, malas palabras, etcétera, cosas. Y ese es el problema. El problema es que si tú no cuidas tu corazón, pues al final no estás cuidando tu vida. Porque la biblia dice que él manda la vida. Entonces, si el vitopedo entra en tu corazón, ¿qué va a traer a tu vida?

Andrés Mejía:

Pues problemas. Así de simple. Problemas y problemas que realmente no deberíamos de vivir muchas veces, problemas que se te sacan del propósito, problemas que te mueven de un lugar a otro y te de pronto desvían el camino que dios tenía preparado para ti. Mire, por un instante piense en algo, de pronto usted está en un en un trabajo o le sirve a un x o y persona, y esa persona de un momento a otro lo trata a usted mal. Y si usted es de esos que no guarda su corazón, pues ustedes, como hay una ágil popular que es todo lo hace personal, no sé si lo ha escuchado, que le dice a usted, no, es que usted todo lo toma personal, todo lo toma para mal.

Andrés Mejía:

Ah, pero así somos muchos. Entonces, cualquier persona, tú vas en la calle y alguien de pronto dijo una mala palabra y ya, te sientes como si te hubieran acabado, te hubieran disparado. Me maldijeron, me maldijeron, Y todo lo guardas en el corazón. El problema es que como todo lo te lo pones a pecho, lo almacenas acá en el corazón y resultas al final, pues afectando tu propósito por lo que alguien o un desconocido te dijo. O un x te dijo.

Andrés Mejía:

El punto es que me gustaría que usted se hiciera una pregunta y es, ¿cuántas veces usted ha cambiado su propósito por causa de lo que le han dicho? Por causa del vituperio que ha recibido, por causa de una humillación que usted ha recibido. ¿Cuántas veces usted llegaba y se ha movido? No, es que me dijeron que no podía hacer esto, entonces ya no vuelvo a hacerlo. Es que me trató tan mal, tan mal, tan mal que yo preferí renunciar.

Andrés Mejía:

Es que me trató tan tan tan pero tan mal que preferí separarme. Haciendo el análisis de esta enseñanza, llegaba a la conclusión de que el dolor nos transforma. Piense un momento de verdad en la humillación que usted ha recibido, una humillación que usted haya recibido, sobre todo de un ser querido, de alguien muy cercano. Y usted se va a fijar que desde ahí usted no fue el mismo. Desde ese momento no fue el mismo.

Andrés Mejía:

Mire a las mujeres, y perdón para todas las damas de este lugar, pero si usted ha sido abandonado o le han roto el corazón, usted no fue la misma a partir de ese momento, Usted cambió totalmente a partir de ese momento. Si usted la ha engañado, si su esposo se metió con otra, usted no fue la misma desde ese instante. Y viceversa, también le pasa a los hombres. Una humillación. Cuando tú sientes dolor en el corazón, en el alma, tú jamás vuelves a ser el mismo.

Andrés Mejía:

El problema es que la Biblia nos dice conviértase en ellos a ustedes y no, no ustedes a ellos. ¿Cierto? Es decir, te deberían de poder arrojar un montón de semillas de odio, pero no por eso debes de cultivar odio. ¿Amén? Miren, lamentablemente como cristianos, los hijos de Dios, estamos expuestos a la injusticia del mundo.

Andrés Mejía:

El problema es que el cristiano ha perdido la identidad o pierde la identidad en Cristo cada vez que le sucede algo. Y escuchaba el día ayer una una historia, se las voy a contar muy por encima de decir, le decía a alguien que había una vez un maestro, un maestro que iba caminando, iba caminando junto a un río, y de un momento a otro vio un alacrán en que se estaba un escorpión, se estaba ahogando en el agua. Entonces, la persona, el maestro se agacha, toma el escorpión, pero cuando lo toma, ¿qué creen que pasó? Lo picó, y cuando lo picó, obviamente, le dolió y lo soltó. El escopión otra vez estaba ahogando, entonces el maestro volvió y se agachó y volvió y cogió el escopión, ¿y qué pasó

Andrés Mejía:

otra vez?

Andrés Mejía:

Lo picó. Había una persona cerca que estaba viendo la situación y la persona llega y dice, oiga, espere, perdón, usted es terco, ¿no? No ve que cada vez que va a tratar de sacar el escorpión del agua, ¿lo va a picar? Sin embargo, el maestro lo que responde es lo siguiente, lo voy a leer, dice, la naturaleza del escorpión del escorpión es picar, la mía es salvaje, y su naturaleza no va a cambiar la mía. Dice que en ese momento, con una ayuda de una hoja, sacó el escorpión, y continuó diciendo, no te vuelvas igual que el escorpión por causa de su picadura, No cambies tu naturaleza.

Andrés Mejía:

¿Cuántos aquí estamos dando de lo mismo que nos han arrojado? Porque esa es la pregunta. ¿Cuántos aquí estamos votando por nuestra boca o por nuestro ser de lo mismo que nos han entregado? Miren, ¿cuántos han preferido dejarle de hablar a sus hijos que abandonaron? Porque es que, ay, no, es que mi hijo cómo me trata mal, entonces yo no vuelvo a visitarlo.

Andrés Mejía:

Eso es lo que yo veo. ¿Cuántos aquí hemos abandonado los sueños porque alguien un día te humilló y te dijo que no podías o etcétera, que hagas un bueno para nada, y dejaste soñar. ¿Cuántos han dejado de venir a la iglesia? Porque de pronto un día se sintió humillado porque la palabra lo cogió y Sí, porque no soy yo. Entonces, ay, no, me sentí humillado, no, mejor no vuelvo, que es que me siento mal.

Andrés Mejía:

Yo no aguanto, no he escuchado. Saben, el problema final de todo esto es que así como el escorpión pica y suelta su veneno, asimismo todo vituperio trae su virus. Y si usted no tiene un buen antivirus, lo que va a suceder es que se va a propagar ese virus por toda su vida hasta que llega a su corazón, se en Cuba en su corazón. ¿Y al final qué? Se enferma.

Andrés Mejía:

Se enferma. Nuestra vida se enferma. Y y en enfermedades que vemos día a día. Vea, yo les traigo unos ejemplos. Enfermedades físicas.

Andrés Mejía:

Cuando usted ha sido maltratado emocionalmente o físicamente o sexualmente, eso al final produce rechazo, y el rechazo se en Cuba en su corazón y lo enferma. Entonces, usted ve, de pronto, enfermedades como el lupus, como la migraña, como enfermedades respiratorias, que de una u otra forma están encubadas en usted o se encubaron en usted porque usted no ha logrado perdonar. Claro, usted recibió recibió un montón de golpes, recibió maltrato emocional, entonces, se quedó guardado en su corazón, no perdonó para soltarlo. ¿Y qué pasó? Pues, se somatizó, como dicen.

Andrés Mejía:

Y al somatizarse, ¿qué hace? Pues, afecta a sus órganos. Y normalmente afecta a lo más débil de usted. En algunos casos, hay personas que les da lupus, hay otras personas que tienen problemas en los huesos, hay otras personas que tienen enfermedades respiratorias, y así sucesivamente. Pero no solamente la enfermedades físicas, también hay enfermedades mentales, y las enfermedades mentales normalmente se dan por la indolencia del ser humano.

Andrés Mejía:

Somos tan indolentes que llegamos a humillar a las otras personas de forma extrema, cortando los sueños que tenemos y, sobre todo, a los más cercanos. El bebé está en el vientre y ya le está diciendo que es un bueno para nada. Y eso es en el mejor de los casos, porque en el peor de los casos ni siquiera lo dejan hacer. Y a nuestros hijos crecen a veces traumados. ¿Por qué crecen traumados?

Andrés Mejía:

Porque desde que estaba el vientre el bebé escuchó a papá y a mamá pelear. Salió del vientre y sigue escuchando a papá y a mamá pelear. ¿Y ven cómo le da la jeta a la mamá o la jeta al papá? Le pega con el sartén, le pega con la una patada. ¿Quiere ser traumado?

Andrés Mejía:

¿Y realmente, esos traumas, ¿qué causan en la vida del niño? Pues, causan que crezca con enfermedades mentales. Entonces, crece con temor, crece con angustia, crece con depresión, crece con estrés, crece con ansiedad. Hay casos más extremos como empieza a darle esquizofrenia. Y yo llegaba a una conclusión con las enfermedades mentales, dije, las enfermedades mentales son una malformación de la identidad de las personas.

Andrés Mejía:

La persona sí fue escogida por el señor, dios la creó acá. Todo eso que recibe del exterior se va creando una identidad que no es de la persona. Su corazón va cambiando, transformándose. Y al final, ¿qué tenemos? Tenemos adultos como todos los que tenemos acá, que sufren de depresión, que se estresan por todo, ansiosos.

Andrés Mejía:

¿Y eso por qué sucedió? Porque recibió vituperio desde niño, desde pequeño. Las enfermedades mentales no crean que se se logran ahorita uno ya grande, eso viene de pequeño. Y enfermedades espirituales son otras. Y esas se presentan cuando damos del mismo fruto de maldad de los árboles que nos rodean, la murmuración, la maledicencia, el orgullo, la vanagloria, la altivez, la ambición, la mentira, y al final son llamadas lepra espiritual, eso está escrito acá, son llamadas lepra espiritual.

Andrés Mejía:

¿Por qué lepra espiritual? Porque al final es muy contagioso y eso hace que las personas que hemos tenido o sufrimos o alguna persona que haya sufrido enfermedades espirituales o esté sufriendo, normalmente es aislada. Sí, porque quién se quiere juntar así con alguien que tiene muración, orgullo, altivez, eso se nota mucho. Sin embargo, también esa enfermedad hace que te mantengas con sujetos en la misma condición. Ahí dicen, los espíritus se buscan.

Andrés Mejía:

Es alguien que es mudado, basta con una persona que es mudado. Alguien que es bien chismoso, basta con una persona chismosa. Ahí sí se juntan, piénselo. Enfermedades emocionales, amargura, conductas suicidas, ira, personas muy peleonas, que al final son enfermedades también causadas por las vivencias de nuestra vida a lo largo de la vida. Si te han deshonrado, si han cometido injusticias contra ti, si convives con una persona con amargura, de una u otra forma eso se va a ir sembrando tu corazón, y al final resultas que, pues, amargado.

Andrés Mejía:

El problema es que esa amargura va echando raíces en tu corazón al punto que lo endurece, le pone una capa encima, y ya ni te das cuenta que que eres amargado, te cuesta identificar cómo estás. Y así como estas enfermedades, hay muchas otras que al final vienen por causa de qué, de recibir el vituperio. La pregunta sería, ¿quién quiere ser el libro hoy de todo esto? ¡Sí! ¿Amén?

Andrés Mejía:

Hay que entender algo y es que él no coloca un remedio un remedio en nuestro corazón, no uno coloca un remiendo, uno coloca un parche en el corazón. El corazón está tan mal del ser humano que realmente no se puede ni embellecer ni se puede adornar, que es lo que nosotros sabemos hacer. Tú sabes hacerte en un espejo, ponerte bien bonito para tratar de ocultar lo que hay en tu corazón. Sabes llegar a una reunión y en esa reunión decir, no, no voy a decir esto para que nadie se dé cuenta que estoy triste, ¿cierto? ¿Les engañó?

Andrés Mejía:

Ya lo hemos predicado acá varias veces, el corazón es engañoso, muy engañoso. Pero dios no quiere embellecer el corazón, no quiere hacer nada de eso, sino él ya sabe que tu corazón está destruido, que el corazón de tu familia está destruido y necesita una sola cosa, cambiarlo. Necesitamos un corazón nuevo, no podemos pretender reparar el corazón. No, llega un punto donde no se puede pretender reparar el corazón, de pronto el de un bebé, de pronto el de un niño, pero nosotros ya viejos hemos recibido mucha cosa. Necesitamos un corazón nuevo, sino cómo vamos a amar a dios.

Andrés Mejía:

Y no solo necesitamos un corazón nuevo, necesitamos un espíritu nuevo. Y no solamente es eso, necesitamos tomar la decisión de guardar el corazón. Mire, yo quiero que me acompañe un momentico al libro de primera de Pedro, capítulo dos, verso veinte. El libro de primera de Pedro, capítulo dos, verso veinte dice, pues, ¿qué gloria es si pecando sois abomfetados y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.

Andrés Mejía:

Aquí quiero hacer la primera aclaración. Si usted está viviendo algo difícil en su vida a causa de que usted cometió un error, pues eso delante de dios no es la gran cosa, porque al final usted está pagando consecuencia de algo, ¿sí me entiende? Pero dice que si usted haciendo lo bueno le pasa algo malo, le pasa algo no tan agradable, dice que eso delante de dios es agradable. Dice, pues para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas, el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca, quien cuando le maldecían, no respondía con maldición. Cuando padecía, no amenazaba, sino encomentaba la causa al que juzga justamente.

Andrés Mejía:

Pues, iglesia, aquí está, ¿qué es guardar el corazón? Jesús nos enseñó a guardar el corazón. A pesar de lo que vivió, nos enseñó que a pesar de que lo maldecían, él no maldecía. Él nos enseñó a guardar el corazón. Porque Dios, todos ustedes vamos todos vamos a salir hoy con un corazón nuevo, pero necesitamos guardar el corazón.

Andrés Mejía:

Porque es seguro que en la esquina alguien te va a insultar, ¿y qué vas a hacer? ¿Vas a dañar el regalo que Dios te da hoy? Esa es la pregunta. Miren, ahí mismo en primera de Pelok devuélvase al al verso quince dice, porque esta es la voluntad de Dios, ¿esta es la qué? Miren cuál es la voluntad de Dios, que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos, como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de dios.

Andrés Mejía:

Honrar a todos, amar a los hermanos, temer a dios, honrar al rey. Incluso le dice, le habla ahí a los empleados, dice, tiriados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos. No solamente a los buenos y a y a flaables, sino también a los difíciles de soportar, porque esto merece aprobación. Si alguno a causa de la conciencia delante de dios sufre molestias padeciendo injustamente. Y para terminar, ¿quién es la persona que más ha recibido y tu perdió en este mundo?

Andrés Mejía:

Jesucristo. Yo quiero que usted vaya y lea una parte de la biblia conmigo. Vaya a Mateo capítulo veintiséis. Mateo capítulo veintiséis, en el verso sesenta y seis en adelante, dice lo siguiente. ¿Qué os parece?

Andrés Mejía:

Y respondiendo ellos dijeron, es reo de muerte. Entonces, en el verso sesenta y siete dice lo siguiente. Lo voy a leer conmigo a la voz de tres. Tres, entonces le escupieron en el rostro y le dieron puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo, profetízanos, Cristo, quien es el que te golpeó. Yo pienso que usted en este instante se imagine la escena, porque es que saben una cosa, nosotros no hemos entendido lo que él tuvo que vivir.

Andrés Mejía:

Porque si usted lo entendiera, usted no guardaría en el corazón todo lo que le bota al mundo. Mire, Jesucristo siendo dios, siendo dios. ¿Usted cree que él mismo dice en el libro de Mateo, si no me equivoco, unos capítulos antes de que lo capturaran, él no dice que le podría decir al señor que bajaran setenta y dos mil ángeles a que lo defendieran? Y si un ángel mató una vez a ciento sesenta y ocho mil en una noche, ¿cuánto podrían hacer setenta y dos mil? ¿Ustedes creen que él no se podía haber defendido de los golpes que le estaban dando?

Andrés Mejía:

Pero aún así se humilló sin merecerlo, sin merecerlo. Miren, ¿saben una cosa, iglesia? Esto que nosotros venimos enseñando no es no es algo para que usted lo deje pasar, no es la misma enseñanza de siempre. Es que dios está haciendo un llamado a su pueblo y le está diciendo, oiga, necesito corazones, necesito corazones dispuestos a recibirme, porque necesito hacer milagros. ¿Pero dónde voy a hacer milagros si no hay corazones dispuestos a recibir el milagro?

Andrés Mejía:

Todos queremos el milagro, todos. O sea, no hay uno solo que me diga que no quiere el milagro, todo lo queremos. Pero el precio del milagro es sencillo, es tu corazón limpio, no pide más, no pide más. Mire, quiero leerle algo para terminar que se encuentra en primera de Pedro capítulo tres, explica usted cómo debería de de hacer ciertas cosas. Yo le quiero leer lo que dice en el verso diez en adelante, dice, ¿por qué?

Andrés Mejía:

El que quiera amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño. Apártese del mal y haga el bien, busque la paz y sígala, porque los ojos del señor están sobre los justos y sus oídos atento a sus oraciones, pero el rostro del señor está contra aquellos que hacen él mal. Pero dice lo siguiente, ¿y quién es aquel que os podrá hacer daño si vosotros seguís el bien? Más también, si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a dios, el señor, en vuestros corazones, y estar siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.

Andrés Mejía:

La pelea no es respondiendo el igual que el que te vitupera, la pelea es guardar tu corazón. Nosotros a veces nos ensañamos a pelear de una forma, de la otra, de hacer esto, de decir esto, y lo que menos hacemos es guardar el corazón. La verdadera pelea del cristiano es guardar su corazón, esa es la verdadera pelea del cristiano. Mire, no tenemos que temer lo que nos puede hacer el hombre. Al final dice la biblia en hebreos capítulo tres verso seis dice, de manera que podemos decir confiadamente, el señor es mi ayudador, no temeré lo que me puede hacer él.

Andrés Mejía:

Y por ahí hay otro parte de la biblia que dice, bueno, ¿y usted qué de qué le da miedo el hombre? Lo máximo que puede hacer el hombre es matarlo. Témale a dios que puede coger su alma y echarla al infierno. Así dice. No, nosotros le rendimos pleitesía a todo mundo, menos al único que debemos de rendírsela.

Andrés Mejía:

Entonces, yo quiero que para terminar usted piense en este momento una cosa. Piense usted en su corazón si usted ha recibido rechazo, no importa en la edad en lo que lo haya recibido, pero que haya recibido rechazo. De pronto, usted ha recibido injusticia, de pronto le han sido infiel, de pronto, en su familia se han gastado el dinero en cosas que no tenían que gastárselas, de

Andrés Mejía:

pronto, usted ha tenido personas maldicientes

Andrés Mejía:

que se van contra sus hijos y los maldicen, y los maldicientes que se van contra sus hijos y los maldicen y los escarnecen y les recuerdan el pasado a sus hijos, o desde niño le están diciendo que su hijo va a ser un ladrón, va a ser un etcétera, etcétera, etcétera. No sé si le ha pasado, y piense también si usted en el corazón tiene algo que usted no haya sanado, una ofensa que le hayan hecho que usted no la perdona. Porque yo le quiero decir una cosa, nosotros queremos sanidad, pero no queremos perdonar. Entonces, se acerca a dios, se arrodilla a dios, le dice dios, sáname, y dios dice, dios es un dios que es inmediato, el dios dice, sí, sano. Viene la sanidad del cielo, viene la sanidad del cielo, y cuando de pronto de un momento a otro, pum, se estrella contra un techo, y no llega a tu vida.

Andrés Mejía:

Y ese techo dice, falta de perdón. Así es, así funciona. Entonces, hoy es un buen día para que, de verdad, perdonemos, para que soltemos, vuelva a iniciar una vida con Cristo. Miren, yo de primera mano sé que no es fácil sentirse vitu pegado, desahorado, humillado, no es fácil sentir que es injusto, que uno no merece lo que está viviendo, pero hoy es el día de soltarlo y acercarnos confiadamente al tono de la gracia y recibir a Cristo, recibir el favor de dios. ¿Cuántos quieren eso?

Andrés Mejía:

Sí. Bueno, entonces hoy es el momento que usted se pague conmigo y reciba un corazón nuevo y lo blinde con el espíritu de Dios. ¿Cuántos desean aquí recibió sanidad en todas sus áreas? No, pero no emocional, ¿cuántos desean de verdad recibió sanidad? ¿Cuántos desean vivir una vida en bendición?

Andrés Mejía:

¿Cuántos desean estar gozosos sin importar la circunstancia? Entonces, ¿cuántos aquí desean dar un grito de libertad? Saben analizando todo esto y la palabra encontré que realmente el alma que más trae libertad en nuestra vida es la humillación ante Dios. El alma que trae más libertad a nuestra vida no es coger a Satanás y darle tres patadas y mandarlo quién sabe a dónde. No, el alma que más trae libertad a la vida del ser humano es humillarnos delante de Dios.

Andrés Mejía:

¿Y si no me cree ir lea los salmos? Ese es el mejor que tenemos. Y es sencilla, ¿no creen? ¿Saben por qué es difícil? Porque nos cuesta quitarnos del medio, por eso es que es difícil.

Andrés Mejía:

Entonces, yo creo yo quiero que para terminar en este momento especial hagamos dos cosas. La premio y vamos a pedirle perdón a dios y nos vamos a humillar. Y la segunda, después de hacer eso, pues, vamos a renunciar a todo el vituperio y toda la humillación que nos han echado. Y vamos a sanar esas enfermedades que han venido a nosotros a causa de eso. ¿Amén?

Andrés Mejía:

Entonces ahí donde está, cierre sus ojos, levante las manos al cielo. Y a decir, padre, hoy me presento delante de ti. Vengo, señor, a pedir misericordia. Ten misericordia de mí, oh Yahwéh. Porque estoy en angustia.

Andrés Mejía:

Se ha consumido de tristeza mis ojos. Mi alma y mi cuerpo. Porque mi vida se ha gastado en dolor. Y mis años de suspirar. Se agotan mis fuerzas oprobio, de humillación, de vituperio y de mis vecinos mucho más.

Andrés Mejía:

Señor hoy vengo delante tuyo. Yo te pido padre que vuelas la sangre de Cristo en mí. Porque necesito ser acepto delante de tu trono celestial. Necesito que recibas mi vida. Necesito que recibas mi corazón dígale señor hoy quiero un corazón nuevo este está en mil pedazos señor entréguele ahí donde están los pedazos de su corazón, dile al señor qué es lo que ha hecho que se haya roto su corazón en mil pedazos.

Andrés Mejía:

Dígaselo en este momento, yo no lo conozco, pero dígale señor, me humillaron, me maltrataron, me hicieron, me deshicieron. Padre, hoy llevo ante ti esto que han hecho con mi vida desde el primer momento en que fui engendrado hasta el día de hoy, señor. Eso que cambió mi propósito, eso que cambió mi mente, eso que me desvió de lo que tú tenías fue pagado para mí, eso que me

Andrés Mejía:

ha dolido

Andrés Mejía:

y me marcó toda la vida y aún lo recuerdo y me duele, señor. Aún lo recuerdo tú y si me agua los ojos. Señor, míralo. Míralo porque debo entregártelo hoy. Yo no quiero seguir así.

Andrés Mejía:

Dígale, señor, yo quiero perdonar al que me hizo la ofensa. Y perdónelo hoy, entréguele su corazón y dígale, señor, hoy perdono a fulanito de tal, hoy perdono a fulanita de tal, hoy perdono esto, esto, esto. Dígale, señor, hoy te perdono a ti. ¿Por qué? Porque te eché la culpa de todo lo que he vivido.

Andrés Mejía:

Y muchos a veces ni siquiera se han logrado reconciliar con Dios porque creen que Dios tuvo la culpa. Pero no entienden que él es soberano. Yo creo que ahí donde usted está se humille delante de Dios Y ahí, a los pies de Cristo, yo quiero que hoy se aferre a las promesas. Y hay una promesa que se encuentra en el libro de Jeremías, capítulo treinta y tres verso seis que dice, he aquí que yo les traeré sanidad y medicina, y los cuidaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

Andrés Mejía:

Y hay

Andrés Mejía:

otra en Isaías cincuenta y tres verso cuatro que dice, ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Porque hoy es el día de renunciar a las enfermedades. Yo quiero que usted levante la mano al cielo y diga conmigo, señor, hoy renuncio a toda la humillación, a toda la issoda y a todo el vituperio que se ha encubado en mi corazón y que ha traído enfermedad a mi vida. Por tanto, hoy renuncio a toda enfermedad física, a todo diagnóstico de médicos. Hoy rompo el vínculo con fármacos dígale hoy la hechicería que proviene de la alquimia se va de mi cuerpo los medicamentos y los tratamientos que han creado hombres que solo me llevan a estar en la cruz de cautiverio hoy se rompen hoy se destruyen en el nombre de Jesús y ahí donde está levante la mano al cielo y dígale señor hoy voy a renunciar a todo espíritu de rechazo que he recibido en de rechazo que he recibido en mi vida desde el vientre de mi madre hasta el día de hoy.

Andrés Mejía:

Y al hoy renuncio al abandono, al autocompasión, a toda vivencia que he tenido de terror, de maledicencia, de maltrato, psicológico y emocional. Dígale señor hoy llevo todo esto que he sentido a la cruz dígale y se destruye toda enfermedad mental de mi vida usted tiene que decirle hoy chavo al estrés, a la depresión a los trastornos bipolares, a la esquizofrenia, a la bulimia, a la anorexia. Hoy tiene que decirle, chao a la dependencia, a su celular y a la tecnología. Porque son enfermedades emocionales. ¿Quién lo cree?

Andrés Mejía:

¿Amén?

Andrés Mejía:

Vamos a decirle, señor, hoy echo fuera de mi vida, de mi familia y de mi descendencia, toda lepra espiritual causada por la murmuración y la maledicencia, el orgullo, la vanagloria y la utivez, la ambición y la mentira, Los echó fuera en el nombre de quién, nombre de Jesús.

Andrés Mejía:

Hay

Andrés Mejía:

uno difícil, iglesia, y es cómo deshacernos de la amargura. Porque la raíz de la amargura tiene un problema y es que nos aleja de la presencia de dios. Sí o sí, hace estorbo. Las otras enfermedades son difíciles de llevar, pero la más juga nos aleja y nos hace estorbo delante de Dios. La palabra de Dios en Jeremías capítulo quince del verso dieciocho al diecinueve dice, Dios le le dijo a Jeremías, si miras lo bueno y lo precioso que yo voy a sacar de esa herida y del dolor que hay en medio de tu vida y de tu corazón, será sanado de la amargura y de la de amargura que hay en medio de ti.

Andrés Mejía:

Y aunque yo no te haya enviado ese problema, yo puedo hacer algo precioso para tu crecimiento espiritual y convertir lo malo en bendición. ¿Cuántos lo creen? Entonces dile, señor, hoy empiezo a mirar lo precioso que vas a sacar de mis heridas lo precioso que vas a hacer de mi maldición porque tu palabra lo dice que eres tú el que convierte la maldición en bendición eres tú el que mira lo bueno y eres excelente en entresacar lo precioso del oír, señor. Padre, hoy renuncio a la raíz de amargura, a la amargura que he cargado a lo largo de mi vida y se ha anidado en mi corazón. En el nombre poderoso de Cristo Jesús.

Andrés Mejía:

¿Cuántos dicen amén?

Andrés Mejía:

Amén.

Andrés Mejía:

Y el último, para terminar, cierre sus ojos y tome la decisión realmente de perdonar y de pedir perdón a Dios. Porque la palabra de Dios dice en Efesios capítulo cuatro verso treinta y uno, quítese de vosotros toda madruga, enojo, ira, gritería, y malicencia, y toda malicia. Antes es benignos unos a otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como dios también nos perdonó a vosotros en Cristo. El señor ha prometido que va a convertir hoy tu corazón de piedra en un corazón de carne. Entonces, lo único que usted tiene que hacer en este instante es perdonar y pedir perdón.

Andrés Mejía:

Así levante su mano al cien y dígale, Señor, hoy reconozco que he almacenado en mi mente y en mi corazón una falta de perdón hacia otros, hacia muchos que me han hecho daño. Padre, hoy te pido perdón por haber almacenado ese dolor en mí y hoy me suelto, hoy perdono a todo aquel que me ha hecho daño, a todo aquel que se levantó contra mí o contra los míos. Señor hoy perdono y soy libre libre señor para recibir tu misericordia para recibir tu favor. ¿Cuántos lo creen? Entonces, dele un fuerte aplauso al señor.

Andrés Mejía:

Y ahí donde está, cierre sus ojos y termine cantando al señor. Humíllese al señor. Démosle gracias al señor. Gracias por permitirnos estar aquí ante él, ante sus pies. Abrace los pies de Cristo.

Andrés Mejía:

Iglesia, levante sus manos al cielo y nos queda hacer una cosa, un compromiso con el señor. Aunque no somos quien para hacerlo. Pero es necesario tomar esa decisión. Usted tiene que tomar la decisión hoy de guardar su corazón, porque el señor hoy da el llamado corazón nuevo sobre los que estamos aquí, Y déjame un espíritu nuevo para llenar ese corazón. Ahora está en usted y en mí, no seguir llenando ese corazón, no volver a llenar ese corazón con el vituperio del mundo.

Andrés Mejía:

¿Amén? Dale, señor, gracias por ese corazón nuevo que me has dado. Y por ese espíritu nuevo que pones dentro de mí. Señor, yo quiero guardar mi corazón. Yo amo la limpieza de mi corazón.

Andrés Mejía:

Ayúdame, Dios. Porque no puedo solo dile ayúdame, señor porque te necesito para limpiar, para guardar, para cuidar mi corazón. Iglesia, dile señor gracias por este momento tan especial que me permites vivir bajo tu presencia. Hoy, yo creo que empiezo mi vida en libertad, en la libertad que me diste en la cruz, y te doy la gloria,

Andrés Mejía:

y te doy la honra, en el mundo de por José de Jesús.

Andrés Mejía:

¿Cuántos dicen amén? Hoy, para terminar, tengo una oración antes de la que se hace, la que hemos hecho siempre, porque cada vez los que me hayan escuchado a mí predicar siempre termino con una oración particular. Sin embargo, hay una antes. Dios no nos bendijo en el momento que Moisés, no solo nos bendijo en el momento que le da la oración a Moisés para todo el pueblo. No, él nos bendijo desde antes.

Andrés Mejía:

Nos bendijo desde que le dio una bendición a Abraham. Génesis capítulo doce, verso dos y tres, dice, y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás de bendición. Bendeciré a los que te bendijeguen y a los que te maldijeran, maldeciré bendecirá a los que te bendijeguen y a los que te maldijeren maldeciré y serán benditas todas las naciones de la tierra. De ahí para adelante todas las bendiciones también son para nosotros, iglesia. Porque dice, todas y ahí está incluido usted y dice, estoy incluido yo, ¿amén?

Andrés Mejía:

¿Lo cree? Entonces, cierre sus ojos, levante las manos al cielo Iglesia, y el dios omnipotente te bendiga y te haga fructificar y te multiplique hasta llegar a ser multitud de pueblos. Y te dé la bendición de Abraham, a ti y a tu descendencia contigo, para que des la tierra en la que moras, que Dios dio a Abraham a esta iglesia de Tepe. Hoy te bendigo, iglesia. En el nombre poderoso de Cristo Jesús, amén.

Andrés Mejía:

Vayan en paz.