Exclusivas de La Gaceta
El lunes 1 de febrero de 1965 el tren “El Aconquija”, que se había quedado sin frenos, entró a 38km/h a la estación del ferrocarril Mitre, embistió los postes de quebracho del final de las vías, atravesó como un bólido la entrada, cavando un surco, y bajó las escalinatas para terminar detenida sobre la calle Corrientes, junto a la plaza Alberdi.La máquina venía de Retiro, Buenos Aires, con 17 coches y un furgón y 726 pasajeros. El inspector Nicolás Vicente Antonelli relataría que, pasando la estación Muñecas, advirtió que el tren iba “demasiado fuerte”. “Me acerqué al maquinista, Babil Nuin, y le pregunté por qué no ‘tiraba’ los frenos. Estaba pálido el hombre. Y mudo. Hasta que pudo decirme que ya había intentado frenar, pero que ningún vagón respondía al comando”. Miró el velocímetro: 100 km/h. “Entonces me quedé mudo yo. ‘¡Dios mío, esto no da para más!’, gritó Nuin. A esa velocidad la desesperación era lógica. Íbamos a reventar la estación y los coches, de seguro, tenían que montarse unos con otros. A mí se me nubló la mente por un momento. Pero después me di cuenta de que en los 1.500 metros que quedaban se podía hacer algo”.Antonelli hizo que la gente se acostara en el piso y que se aplicase la contramarcha. “Eran todos los vagones peleando contra la máquina”. Al entrar al tinglado de la estación, ya habían logrado bajar la velocidad a 38 km/h.Entre las dos columnas de la entrada de la estación había un quiosco y la boletería. Héctor Bruno Rejas, jefe de la oficina de venta de pasajes, vio desde el andén al tren que se acercaba demasiado rápido. Sin generar alarma, les pidió a las personas que estaban comprando pasajes que se pusieran en fila junto a la pared del edificio.Recuerdos fotográficos: 1935. La locomotora que se estacionó en la calle 9 de JulioLa máquina se llevó puesta la boletería y nadie salió lastimado. Rejas quedó al costado de la locomotora cubierto de polvo y entre escombros.Apenas hubo unas cuantas personas golpeadas.