Diccionario sonoro que recoge los nombres, historias y lugares protagonistas de la emocionante aventura que representa la música contemporánea desde su creación a la actualidad. Más información: march.es/contemporanea
John Cage
Compositor, teórico musical, artista, filósofo. (Los Ángeles, 5 de septiembre de 1912–Nueva York, 12 de agosto de 1992).
Hijo de John Milton Cage, ingeniero inventor de aparatos electrónicos y submarinos, y de Lucretia Harvey, periodista de ‘Los Angeles Times’. De uno hereda la imaginación desbordante, de la otra, la pulsión por lo contemporáneo. Pero su andadura como músico arranca con su tía, Phoebe Harvey, que le da sus primeras clases de piano junto a Fannie Charles Dillon, que se dedica a transcribir cantos de pájaros.
Más adelante ingresa en la universidad californiana de Pomona donde logra tanto las mejores como las peores notas en los exámenes. Su formación ¬–que no sus estudios, pues él quiere ser escritor y esto no lo va a aprender en las aulas– continúa en Europa, por donde viaja durante 18 meses para formarse en arquitectura, poesía, pintura y música. Recala, por cierto, en Mallorca, donde formula sus primeras composiciones. Son piezas cortas para piano, que no gustan del todo al joven autor y que se perderán.
A su regreso a los Estados Unidos se dedica a la poesía, la pintura y al estudio de composición con Richard Buhling. En 1933 estudia con Adolph Weiss, y con Henry Cowell en la New School for Social Research. De vuelta a California un año más tarde, estudia contrapunto con Arnold Shoenberg. Sin embargo, la dirección que va a tomar Cage será del todo opuesta. A sus primeros trabajos, marcados por el aspecto cromático, le sigue música percusiva y para danza moderna, en la que coloca la estructura rítmica en un plano frontal. Las proporciones utilizadas, denominadas por Cage "proporciones anidadas", se convierten en una característica de su música durante los años 40. De finales de esa década son obras aclamadas por la crítica como ‘Sonatas e Interludios’, que llegan a interpretarse en el Carnegie Hall.
Más adelante, Cage comienza a utilizar sistemas de tablas para diferentes trabajos de piano; toda su música desde 1951 está compuesta utilizando procedimientos de azar. La experimentación será un elemento constante, y patente a partir de los años 1970, cuando, en obras como ‘Child of Tree y Branches’, encomienda a los intérpretes la tarea de utilizar como instrumentos ciertas especies de plantas ¬–por ejemplo, el cactus–.
Aunque subordinado a su talento como compositor, debe mencionarse que pinta desde su juventud hasta su muerte, que tiene una destacable actividad como profesor y que algunas de sus clases aparecen en libros de su autoría. ¿Nada más? Sí: es un aficionado a la micología, fundador, con cuatro amigos, de la New York Mycological Society.
Su música está estrechamente unida a sus ideas; su presencia, al ‘happening’, del que es pionero. La composición de Cage que más profundamente ha calado en la Historia de la Música y en la cultura popular es, sin lugar a duda, ‘4’33″’, pieza de tres movimientos que se interpretan sin tocar una sola nota.
Es su obra más controvertida. Pieza musical en tres movimientos, puede ser interpretada por cualquier instrumento o conjunto de ellos. El intérprete guarda silencio durante cuatro minutos y treinta y tres segundos. El origen de la obra se fija en 1951, año en que visita una cámara anecoica –un espacio creado para aislar las ondas sonoras– en la Universidad de Harvard. De acuerdo con la leyenda, Cage no llega a percibir el silencio total, porque escucha dos sonidos: uno grave y otro agudo. Fuera de la cámara, pregunta a los ingenieros por esos sonidos, y ellos le responden que se trata del sistema circulatorio y del nervioso. A partir de aquello, Cage desarrolla la teoría de que el silencio no existe, que es solo un concepto. Pero es el concepto con el que ya siempre se le asociará.
“The sound experience which I prefer to all others is the experience of silence”.
El silencio ya había aparecido como idea clave en una clase en la Universidad de Vassar, ‘A Composer’s Confessions’, en 1947-48. El pintor y cineasta Alfred Leslie recuerda que Cage ya había presentado una charla de “un minuto de silencio” frente a una ventana en la Universidad de Nueva York. El silencio también había cumplido una función primordial en múltiples obras previas del autor, como El ‘Dueto para Dos Flautas’ (de 1934), que un Cage de 22 años abre en silencio. O en sus ‘Sonatas e Interludios, Music of Changes y Dos Pastorales’ (de 1951). El ‘Concierto para piano preparado y orquesta’ (del mismo año) cierra con un silencio extendido, y ‘Esperando’ (1952), una pieza de piano compuesto solo meses antes de ‘4′33″’, está formada por largos silencios que encuadran un patrón sencillo y corto de ostinato.
John Cage no es novedad, es historia, como dice el compositor y artista Llorenç Barber en su libro dedicado al genio norteamericano. “Significa para la composición musical el abandono definitivo de las certitudes adquiridas en favor de experimentaciones indecisas”.
Escuchamos un fragmento de ‘In A Landscape’, pieza compuesta para acompañar un baile de Merce Cunningham, bajo la idea de que el propósito de la música es “apaciguar la mente para hacerla susceptible a las influencias divinas”.