Exclusivas de La Gaceta
Fundamentos sólidos, reputación frágil, plantea Fernando Marengo, profesor de Economía en IAE Business School de la Universidad Austral en el último reporte de esa entidad académica. Es que mientras la gestión del presidente Javier Milei se aferra al ancla fiscal, el aspecto más saliente del plan económico, la historia de incumplimientos reiterados que arrastra la Argentina siempre se potencia en años electorales.“El resultado inmediato fue la pérdida de confianza. El temor a una nueva reestructuración provocó ventas masivas de activos locales, hundiendo sus precios, elevando las tasas de interés y, consecuentemente, el riesgo país hasta niveles que incluso llegaron a equipararse con los de Bolivia. Al mismo tiempo, la demanda de dólares se intensificó, forzando al Banco Central a intervenir para defender el techo de la banda cambiaria, erosionando sus reservas. Se generó así una peligrosa retroalimentación: cuantas más reservas se pierden, más crece la percepción de riesgo de un default”, fundamenta Marengo.Según el economista jefe de BlackTORO Global Investment, los fundamentos son consistentes -bajo nivel de vencimientos, reservas que permiten sostener la banda cambiaria, superávit fiscal y comercial-. “El verdadero problema radica en la desconfianza generada por el historial de reestructuraciones, por una reputación dañada y por un Congreso que, en lugar de consolidar el equilibrio fiscal, parece obstinado en socavarlo”, acota.Sin embargo, a tres semanas de las elecciones de medio turno, el equipo económico que conduce el ministro Luis Caputo se encuentra acelerando las gestiones para calmar al mercado, con la ayuda de los Estados Unidos. Lo primordial es evitar que el dólar se dispare, como suele suceder en la previa de cada comicio en la Argentina.Si bien el Gobierno aún tiene herramientas para atravesar el camino hasta las elecciones, de no mediar ningún nuevo “conejo sacado de la galera”, las autoridades deberán elegir entre tres alternativas si las presiones persisten o se intensifican, indica Ecolatina:1) Liberar el tipo de cambio y abandonar el esquema de bandas, despejando las presiones sobre los depósitos del Tesoro y las Reservas, y tornando más creíble la solvencia de cara a los vencimientos de enero de 2026. Sin embargo, vemos improbable este camino debido al costo político de un eventual dólar más elevado, mayor nominalidad y la falta de previsibilidad, todo en las puertas de unas elecciones de medio término;2) Defender el sistema actual, vendiendo divisas del Tesoro y potencialmente nuevas ventas del Banco Central en el techo de la banda, con los riesgos de ingresar a un círculo vicioso de ventas, mayores expectativas de devaluación por falta de credibilidad en el esquema, mayor demanda, y nuevas ventas, todo lo que derivaría en un riesgo país cada vez más elevado;3) Endurecer las restricciones en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC), como la mencionada restricción cruzada y la reciente prohibición a que las Fintech vendan dólar oficial minorista, con el costo distorsivo de una brecha mayor y un MULC más estrecho.Así las cosas, el equipo económico busca salir por arriba del laberinto con la llegada de fondos frescos desde Washington. En un esquema pivotando entre la segunda y tercera opción, el respaldo del Tesoro de Estados Unidos permitía contener las expectativas de devaluación y más importante dotar de poder de fuego al Central. Precisamente, las nuevas señales de apoyo de esta semana (publicación en X de Scott Bessent, secretario del Tesoro norteamericano) no tuvieron el impacto esperado, en un mercado que espera ver la envergadura de ese respaldo, puntualiza la consultora privada.Asimismo, Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicó en X que mantuvo una conversación con Bessent para coordinar la ayuda al país, la cual incluiría la utilización de Derechos Especiales de Giro (DEG), una moneda del organismo, en poder del Tesoro norteamericano.Como reflexión final, Ecolatina plantea que cada vez más importante que llegar a octubre es el cómo. Si bien el equipo económico puede sacar un as bajo la manga con un potencial acuerdo con el Tesoro norteamericano, los desequilibrios se acumulan y la postergación de las correcciones podría hacer más costoso el “día después” de las elecciones si los resultados no acompañan. En este sentido, el esquema cambiario-monetario deberá aportar lo suyo para reducir el riesgo país y lograr la necesaria reincorporación a los mercados internacionales de deuda, finaliza la consultora.