La biblioteca de Julio

“Todavía hay alquimias posibles cuando se posee el lugar y la fórmula como lo poseen hoy los poemas de Juan Gelman”. Son palabras de Julio Cortázar en el prólogo de este libro, uno de los cinco que se encuentran en la Biblioteca. Les pone voz el poeta madrileño Gonzalo Escarpa, y los viste de recuerdo un gran amigo de Gelman, el periodista y corresponsal de guerra Fran Sevilla.  

What is La biblioteca de Julio?

El escritor Bruno Galindo nos acerca a la figura y la obra del escritor argentino Julio Cortázar a través de los libros que le acompañaron durante su vida, guardados en la Biblioteca de la Fundación Juan March. Este podcast indaga en sus anotaciones personales, sus subrayados, sus dedicatorias y traspapeles. Reúne a Cortázar con sus autores favoritos y, a todos ellos, con sus lectores-oyentes en el siglo XXI.

LBdJ Juan Gelman, “Silencio de los ojos”

36. “Silencio de los ojos”, Juan Gelman. Les éditions du Cerf. Paris, 1981.

De papel de estraza está hecho este libro, registrado en la Biblioteca con la signatura BCLGel4. La cubierta muestra el dibujo de un rostro humano y una mano abierta cuan larga es, en cuya palma se ve una estrella de cinco puntas; es, leemos dentro, obra de un preso chileno en un campo de concentración. Dentro, los versos del poeta. Antes de llegar a eso, su dedicatoria manuscrita:

Para Julio Cortázar, con un abrazo fuerte de Juan Gelman.

Dos traspapeles encontramos entre las páginas del libro. Por un lado, una nota suelta firmada por Regine Mellac –periodista clave para la comunidad de músicos chilenos y argentinos emigrantes en Francia en los 70–. Aquí vinculada a la editorial, le dice al receptor del libro: “Con todo nuestro agradecimiento, Julio, y toda mi amistad”. La otra nota, también con membrete de la editorial, está firmada el 20 de noviembre del 81 por Monique Tairit, secretaria literaria: “Le agradecemos mucho el prefacio del libro de su amigo Juan Gelman. Le adjuntamos cinco copias del libro”.

Pero Julio no está precisamente agradecido con esta edición bilingüe de ‘Silences des yeux’ a cargo de Les Éditions du Cerf, editorial, por cierto, que a lo largo del tiempo ha dado un buen bandazo, pues en el momento de grabar este podcast se dedica a vender biblias y libros de teología. En realidad, tan está furioso por las numerosas erratas que aparecen en su prólogo, que al final, al lado donde aparece su nombre, añade, con lápiz, “massacré”.

Tercer hijo de un matrimonio de inmigrantes judíos ucranianos –el padre, participante en la revolución rusa de 1905–, Juan Gelman Burichson nace en Buenos Aires, barrio de Villa Crespo, en 1930. Inicia estudios universitarios de química, que abandona para dedicarse a la poesía. Será también traductor y periodista. Pero sobre todo poeta, el más relevante de su país.

En 1954 trabaja como redactor en Nuestra Palabra y en el diario comunista La Hora, y como corresponsal de la agencia china Xin Hua. También integra la redacción de la revista Muchachos. Su primer poemario publicado, ‘Violín y otras cuestiones’, llama la atención de la crítica. Como lo harán los siguientes: ‘El juego en que andamos’, ‘Velorio del solo’, ‘Gotán’. Y otros que están en la Biblioteca de Julio: ‘Cólera buey’, ‘Los poemas de Sidney West’, ‘Si dulcemente’, ‘Fábulas’...

Su perfil comprometido también chocará con los peores crímenes de la dictadura militar, que aterra a la sociedad argentina y al mundo y, entre 1976 y 1983, hace desaparecer a más de 30.000 personas. En una de sus acciones más abyectas son secuestrados los hijos de Gelman, Nora Eva y Marcelo Ariel (al que asesinan de un tiro en la nuca).

“Esto pasa todos los días”.

Otra víctima directa es su nuera María Claudia Irureta Goyena, embarazada de siete meses de una niña a la que Gelman, su abuelo, logrará identificar en el año 2000 tras una búsqueda sin cuartel.

Forzado al exilio, el poeta vive sucesivamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y Ciudad de México, donde tendrá su morada definitiva en la colonia Condesa (y será vecino del gran poeta nacional José Emilio Pacheco, por cierto). Durante estos años –y aquí viene un punto en común con Cortázar– hace trabajos de traducción para la UNESCO.

Toda la andadura vital de Juan Gelman corre pareja a su búsqueda poética, que encuentra su lugar en la literatura contemporánea por su singular trascendencia a través del realismo crítico y del intimismo; siempre en su compromiso con la humanidad.

“están en el poder

están en el poder y se lamentan pontifican

señalan con el dedo al justo al réprobo

señalan con el dedo”

El prefacio, el de las erratas, presenta así al poeta: “Jamás un amigo me pidió algo tan difícil”, escribe Julio, “jamás el afecto y la confianza de alguien muy querido me puso contra la pared como en este momento. Era preciso que Juan fuera Juan y que yo fuera Julio; era preciso que su razón de ser contuviera todo eso que desde hace años vuelve cada noche en mis pesadillas y que en la vida diaria trato de denunciar y de atacar con mis pobres recursos de escritor”.

“andar con las rodillas desnudas

por un campo de vidrios rotos/

andar con el alma desnuda

por un campo de compañeros rotos”

“Tal vez lo mejor que puedo decirle al lector es que entre en estos poemas como se entra en un sendero, siguiéndolo en sus curvas y ascensos, deteniéndose allí donde el camino parece detenerse en las encrucijadas, y reanudando la marcha como la reanuda cada poema desde el anterior. Un solo y único poema nace de todos ellos, el último ilumina el primero, como el primero contiene el último, y cada uno es un paso en la continuidad de la ruta. Dejarse llevar por ella es ir ganando a cada página esa visión total que de pronto cristaliza transparentemente las etapas previas y la meta final”.

“es una gran tristeza señora

no verla por aquí/llueven las penas

y los huesos empapados piden paz

y el aire es guerra con su gran batalla”

“Pero de nada valdrá seguir la senda si no empezamos por quitarnos las telarañas de la costumbre, las obstinadas categorías de la convención. Aquí se ha hecho palabra la realidad más concreta de estos últimos años argentinos, y, sin embargo, esa realidad escapará a quienes apliquen a la lectura los códigos de la escritura política o los de la usual poesía combatiente, e incluso a quienes acepten pasivamente los criterios de la escritura corriente”.

“mientras el dictador o burócrata de turno hablaba

en defensa del desorden constituido del régimen

él tomó un endecasílabo o verso nacido del encuentro

entre una piedra y un fulgor de otoño”

Cuando Juan convierte el sustantivo ‘dictadura’ en un verbo, la primera reacción en la lectura rápida es de sorpresa y casi de escándalo. Se mira el verso como si estuviera afeado por una errata de imprenta, y de pronto se da el salto y se descubre la riqueza de esa metamorfosis tan profundamente ligada con nuestra realidad en la que todo está ‘dictadurado’, en la que la noción de durar se vuelve insoportablemente manifiesta, en la que seguirán ‘dictadurándonos’ mientras no aprendamos y apliquemos el infinito contra lenguaje de la palabra y de la revolución.

“la palabra inicial apuntando al dictador o burócrata

salió el endecasilabazo/siguió el discurso/siguió la lucha de clases/el

capitalismo brutal/el duro trabajo/la estupidez/la represión/la

muerte/las sirenas policiales cortando la noche”.

“Ahí donde lo masculino se vuelve femenino y viceversa para pisotear los cánones del pensamiento estereotipado, ahí donde sin vacilar se vuelven activas y operantes tantas palabras que manejamos pasivamente, el poema cesa de ser comunicación para volverse contacto”.

“así dulzura de la vida es

tu vientre de calor/batalla/puro

árboles como piedra/ojo del cielo

así la dulzura de la vida es

contra el desastre/vientre de dulzura

así dulzura de la vida es

carbón ardiente en manos de ya niño

altura de la voz/dos animales

fulgor o triste/sombra de la voz

doble cantor si trata al enemigo

fulgor o triste/voces de la sombra

cielo del ojo/sombra de la voz

y cinturón de paz o brillo/clara

cantorita de luz/dulzura/vos”

“Hombre al que le han segado la familia, que ha visto morir o desaparecer los amigos más queridos, nadie ha podido matar en él la voluntad de subtender esa suma de horror como un contragolpe afirmativo, creador de nueva vida”.

“en el bosque sombrío canta un pájaro

canta un pájaro en el bosque sombrío

en el sombrío bosque canta un pájaro

abre sus alas a la sombra toca

la sombra como un amante que abrió

los brazos y en su seda envuelve a la

amada el cuerpo de la amada cubre

como un cantor o pájaro del bosque

sombrío canta un pájaro en el bosque

un pájaro canta en el bosque sombrío

en el bosque sombrío canta un

amor que abre las alas y toca

la sombra como un canto de seda

envuelve el cuerpo de la amada cubre

su rostro donde el bosque en silencio

tiembla”

“Juan pregunta, una pregunta sigue a la otra. Hay poemas que son solamente preguntas”.

“¿No hay dolor o pena en el mundo?

¿humillaciones no hay y fea pobreza?

¿no cae la baba policial sobre la mesa de torturas?

¿no pisa y pesa la bota del tirano?”

Cuando Juan pregunta –cuenta Julio– “se diría que nos está incitando a volvernos más lúcidamente hacia el pasado para después ser más lúcidos frente al futuro. No hemos sabido hacer las preguntas a tiempo, esas que desnudan, que violan, que rasgan de arriba abajo las telas del conformismo y de la buena conciencia”.

“como el perro que abre la boca como un universo

y la saliva brilla/gotas astros

contra el techo del paladar o mundo

y hunde tanta belleza en la escudilla/inunda

el universo/astros moja/come mortal mezclando

hambre y conciencia/temblor

y coyuntura/maravilla y necesidad/vida

y vida”

Este bibliotecario sonoro recuerda un encuentro con Juan Gelman en su morada mexicana por mediación de un amigo común, el periodista Fran Sevilla. Y Fran invoca a Gelman con este recuerdo:

“Un amigo común, escritor brasileño, traductor de los libros de Juan Gelman me dijo una vez entre, sordo y sorbo, entre copa y copa, por haber escrito ese poema daría un ojo. No daría los dos porque el otro lo necesitaría para seguir leyendo. Ese poema es ‘Gotán’, el reverso del tango. “Esa mujer se parecía a la palabra nunca desde la nuca le subía un encanto particular” –comienza– “voy a pasar toda la muerte, tendido con su nombre el moverá mi boca por la última vez”, concluye. Juan Gelman escribía como vivía sorteando desgarros insomnios y soledades de las que emergía la señora, la poesía, con la que conjurar a cualquier desamor, con la que seguir amando la pasión y la vida”.

Hay que “volver positividad la abominable suma del oprobio y la desgracia”. Sí, todavía hay alquimias posibles cuando se posee “el lugar y la fórmula” como lo poseen hoy los poemas de Juan Gelman.

“Sobre la poesía habría un par de cosas que decir/ que nadie la lee mucho/ que esos nadie son pocos/ que todo el mundo está con el asunto de la crisis mundial/ y con el asunto de comer cada día/se trata de un asunto importante”.